P. Giuseppe Simoni, conocido por todos como Bepi, nació el 9 de noviembre de 1947, en Cadidavid, en la provincia de Verona. Después de la escuela primaria en su pueblo, asistió al liceo comboniano de Carraia (Lucca) donde tuvo la oportunidad de conocer a otros jóvenes atraídos por la vida misionera.
Creciendo en una familia muy unida, profundamente cristiana y atenta a las misiones de África, Bepi decidió convertirse en misionero comboniano. Entró en el noviciado de Florencia en 1967 y, a pesar de la crisis del período posconciliar que también sacudió al noviciado comboniano, logró perseverar hasta el final de esta fase de formación y el 9 de septiembre de 1969 hizo su primera profesión religiosa. Desde entonces fue apreciado por sus compañeros de noviciado por su serenidad, bondad y sencillez.
Después del noviciado, comenzó los estudios teológicos, primero en Pesaro (1969-71), período en el que asistió a los cursos del seminario de Fano y, al mismo tiempo, acompañó a un grupo de jóvenes seminaristas combonianos. De 1971 a 1973 fue a París, un año a San Sulpicio y el siguiente a la ISSR (Istituto Superiore di Scienze Religiose). Para concretar sus estudios, el superior propuso un período de experiencia misionera en el Zaire Bepi se fue a la misión en Rungu, en el Alto Zaire. Bajo la dirección del P. Adriano Danzi, se dedicó a la escuela primaria, al seminario menor diocesano y a la pastoral parroquial. Por esta positiva experiencia pidió ser ordenado sacerdote en la parroquia de Santa Ana, en Isiro, el 6 de enero de 1975.
Después de la ordenación, para responder a las necesidades de su provincia, regresó a Italia para la promoción vocacional y la animación misionera en la comunidad de Thiene. Gracias a su experiencia misionera, Bepi logró sensibilizar a muchos jóvenes a favor de la misión.
En 1980, regresó a Zaire. Conocía el idioma local y el entorno por el que pronto fue asignado al seminario menor y a la parroquia del Sagrado Corazón en Rungu.
Dos años más tarde fue asignado a Kisangani como formador de los postulantes y encargado de la parroquia de Malkia wa Mashaidi. En sus diferentes misiones Bepi supo dar responsabilidad a la gente y hacerse a un lado. Apreciaba el trabajo de sus colaboradores y confiaba en ellos.
En el trabajo comunitario y pastoral era un pacificador, conocido por su serenidad. También fue muy apreciado como formador. "Compartimos durante dos años -escribe el P. Fermo Bernasconi- el mismo servicio que los formadores del seminario diocesano de Rungu. Nuestra esperanza era poder hacer algo hermoso, incluso nuevo, para ayudar a los jóvenes en su crecimiento y en su camino de discernimiento. Esta búsqueda y las dificultades encontradas nos ayudaron a compartir mucho: visiones, perspectivas, alegrías y decepciones. Luego, desde diferentes lugares y con diferentes responsabilidades, tuvimos la oportunidad de confrontarnos, ayudarnos mutuamente, discutir: no siempre con la misma visión y las mismas opciones, pero siempre con una gran disposición de su parte para entender, explicar, continuar, aceptar propuestas e incluso decisiones sobre las que podría no estar de acuerdo".
Como párroco, en sus homilías era sencillo e incisivo, traía ejemplos e historias que todos escuchaban atentamente y con placer, recordándolas largamente. Bepi también fue un buen ejemplo de disponibilidad: cada vez que se le proponía un nuevo destino, obedecía sin resistencia.
Tras un período de servicio bastante largo en el norte del Congo, fue nombrado formador en el Postulantado de Kisangani, y luego en el escolasticado, primero en París, de julio de 1991 a junio de 1998, y luego en Kinshasa, hasta el 30 de septiembre de 2000. Después, fue párroco en la parroquia de San Mbaga, Kinshasa, hasta septiembre de 2007. Después de la entrega de la parroquia de San Mbaga a la diócesis, se le pidió que fuera el socio del Padre Maestro en el noviciado de Cotonou, de 2008 a 2014, y luego en el noviciado de Kimwenza, hasta 2016.
Después del Curso de Renovación fue asignado a Italia, donde el P. Giuseppe Ambrosoli de Milán fue nombrado superior del CAA. Tras la fiebre Covid-19, que afectó a tantas personas en la provincia de Milán, Bepi regresó a la casa del Padre el 21 de marzo de 2020.
(P. Léonard Ndjadi Njate, mccj)