El P. Seyum nació el 23 de febrero de 1927, fiesta nacional mariana de Kidane Meheret, en Awo, cerca de Alitena, diócesis de Adigrat, en el seno de una familia profundamente católica. En el seminario de Asmara, entró en contacto con los combonianos que enseñaban allí. El P. Pío Ferrari recibió una carta del joven seminarista que deseaba convertirse en "Hijo del Sagrado Corazón" como él. El acuerdo era que Seyum sería admitido en el Instituto después de completar sus estudios filosóficos y teológicos en Asmara y Adigrat y después de su ordenación sacerdotal (2 de junio de 1963), con la bendición de su obispo que, al final, aunque a regañadientes, dio su consentimiento.
El P. Seyum ayudó al P. Emilio Ceccarini, al P. Pietro Moro y al P. Aristide Guerra para fundar un Seminario Comboniano en Decamerè (ahora en Eritrea) y sólo en 1965 entró en el Noviciado Comboniano de Florencia, donde hizo su primera profesión religiosa el 9 de septiembre de 1967. En Florencia, fue testigo de la inundación (4 de noviembre de 1966) que arrasó la ciudad y del desplazamiento y sufrimiento de muchas personas, elemento que sería casi constante en todos los lugares donde estuvo destinado: en Gondar, en el Seminario de Decamerè (donde estuvo durante los peores 14 años de la guerra) y en Addis Abeba.
El P. Seyum fue formador y director espiritual en los seminarios, estricto ante todo consigo mismo y muy apreciado por los que ahora son sacerdotes en diferentes parroquias y misiones u obispos, como Menghesteab Tesfamariam.
En su ministerio sacerdotal fue constante, generoso y prudente: a primera hora de la mañana acudía a diversas iglesias y conventos, a menudo bajo el frío y la lluvia, recorriendo largas distancias y teniendo que sufrir a veces las burlas de quienes -en minibuses abarrotados o en la carretera- le reconocían como sacerdote católico.
El servicio que podía ofrecer a la Iglesia era una vocación prioritaria para él y eso le llevó a aceptar embarcarse en la traducción al amárico del volumen casi completo de los Documentos del Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia Católica y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales.
En 2011 tuvo un accidente: su pie quedó atrapado por un minibús contra un escalón de la acera y, por desgracia, el P. Seyum ya no podía recorrer largas distancias y tuvo que aceptar ser destinado a la Casa Provincial, a partir del 1 de agosto de 2012.
Un segundo accidente, una caída, el 12 de julio de 2020, le obligó a pasar el resto de su vida en la cama, con dolores constantes. Cuando recibió el alta del hospital, se alegró de volver a casa con sus hermanos, atendidos con cariño por algunas enfermeras, pero pronto tuvo que enfrentarse a un debilitamiento general, que también le causó algunos daños en la memoria y la coordinación.
Durante los tres últimos días de su vida, quizá inconscientemente, rechazó casi por completo la comida y la bebida. Se preparó para la llamada del Redentor, que se produjo en la solemnidad mariana nacional de la Dormición, el viernes 29 de enero de 2021, a las 16:50 horas.
La misa de funeral se celebró en la casa provincial y fue presidida por el cardenal Berhaneyesus con más de 20 concelebrantes de diferentes congregaciones y parroquias. También había muchas hermanas y un gran número de laicos, entre ellos muchos familiares del P. Seyum, que fue enterrado en el cementerio de Pedro y Pablo de Addis Abeba.
En su homilía, el P. Sisto Agostini, Superior Provincial, pidió al P. Seyum, "abuelo" de los jóvenes combonianos etíopes, que rezara por el don de nuevas vocaciones para el Instituto, para Etiopía y por una vida digna para las madres, los niños, los ancianos y los jóvenes.
Menghesteab Tesfamariam, arzobispo metropolitano de Asmara, quien dijo, entre otras cosas: "El padre Seyum fue para mí un sacerdote ejemplar, con espíritu de pobreza y humildad. Sobre todo, admiré su honestidad y franqueza".
En su extenso mensaje, el P. Tesfaye Tadesse, Superior General, agradeció al P. Seyum su vida de fe, su espíritu de investigación y sus vastos conocimientos de historia, geografía, arqueología, agricultura, botánica, el gran servicio que prestó al traducir y revisar los textos traducidos, y su profundo sentido de la comunión, especialmente con los que sufren.
(P. Sisto Agostini).