El 13 de diciembre de 2023, el Hermano Giuseppe Menegotto regresó a la casa del Padre. "Nos ha dejado un gran misionero comboniano y una muy buena persona", fue el comentario de los hermanos del Oasis, la casa comboniana destinada a acoger y cuidar a los misioneros ancianos y enfermos, en Zapopan, ciudad de la zona metropolitana de Guadalajara.
El Hermano José acababa de cumplir 96 años, pues había nacido en Morazzone, diócesis de Milán, el 20 de noviembre de 1927. Estaba agotado: su cuerpo, probado por el sufrimiento, ya no podía resistir la infección generalizada que le había obligado a ingresar en el hospital unos días antes.
José había hecho su primera profesión religiosa el 9 de septiembre de 1947. Antes de ser destinado a México, fue enviado a Thiene (Italia) como formador de jóvenes aspirantes a la vida comboniana. El Hermano Pepe, como algunos le llamaban, trabajó también como sastre, mecánico, ecónomo, impresor y escritor. Nos ha dejado dos libros: Un leproso feliz, de 2002, la vida del Hermano Josué de Cas, y El Padre Luis, de 2004, una biografía del Padre Luigi Ruggera, misionero muy conocido en la Baja California Meridional por su celo misionero y como incansable constructor de capillas y comunidades por toda la península californiana.
Llegó a México en 1950. Formó parte del tercer grupo de pioneros enviados a evangelizar las tierras de Baja California Sur (BCS), uno de los 31 estados federados de México. En Baja California Sur, en El Triunfo, hizo sus votos perpetuos el 9 de septiembre de 1953.
Allí se entregó en cuerpo y alma al trabajo que le fue asignado. Trabajó especialmente en las imprentas de la Ciudad de los Niños, de la que había sido uno de los fundadores, y de la Ciudad de las Niñas. Su dedicación y servicio marcaron a varias generaciones de sudcalifornianos, que siempre lo recuerdan con gran cariño y hoy lloran su fallecimiento.
En 1986 fue elegido Asistente General del Instituto y tuvo que trasladarse a Roma, donde permaneció los seis años de su mandato. Durante este importante encargo tuvo la oportunidad de viajar a varios países del mundo, visitando las misiones combonianas y animando a los hermanos en su labor evangelizadora, interesándose especialmente por la vocación específica de los Hermanos Combonianos.
En 1991, cuando terminó su servicio como miembro del Consejo General, regresó de nuevo a México, dedicado sobre todo a la formación de los Hermanos. Y de México no volvió a moverse, hasta el pasado 13 de diciembre, cuando el buen Dios lo llamó a la paz de su Reino.
Pasó sus últimos años en la Comunidad "Oasis" de Zapopan, Jalisco, en compañía de hermanos ancianos y enfermos. Incluso allí, a pesar de ser anciano y estar enfermo, siguió siendo un espléndido ejemplo de consagración y amor a la misión.
En una entrevista concedida en 2021 a la revista Esquila Misional, confió: "Ahora estoy aquí, viejo y enfermo, pero sigo siendo misionero. Lo seré hasta el final. ¿Quieres saber si me cuesta? ¡Y cuánto me cuesta! Si pudiera irme, me iría inmediatamente. Pero mientras esté aquí, debo seguir siendo lo que soy: un misionero. Puedo ofrecer este sufrimiento por el bien de la misión y por amor a los más necesitados, como hizo Santa Teresa del Niño Jesús, que, sin moverse de su convento, se convirtió en la patrona de las misiones".