Sábado, 25 de octubre 2025
El día 22 de octubre se ha realizado en la Curia Arzobispal de Portoviejo (Ecuador) una ceremonia muy significativa para la Iglesia local y todavía más para los miembros de nuestra provincia y de toda la Familia comboniana del Ecuador. El evento ha sido la apertura de la fase diocesana de la causa de beatificación del Siervo de Dios Padre Alberto Ferri, misionero comboniano.
El acto fue presidido por el arzobispo de Portoviejo, Mons. Eduardo José Castillo Pino, que, después de presentar al Postulador y a los demás miembros del Tribunal Diocesano, llamados a oír los testimonios de muchas personas que conocieron al padre Ferri y a estudiar la heroicidad de sus virtudes, destacó la fama de santidad de este misionero y al mismo tiempo el valor espiritual y pastoral de la apertura de esta Causa de Beatificación. Este evento no ha sido algo improviso sino viene después de varios años de trabajo en que se han oído testimonios, hechos históricos y gracias recibidas supuestamente por la intercesión del padre Alberto.
Padre Ferri, nació en Cologno al Serio (Bérgamo – Italia) el 5 de septiembre de 1935. Siguiendo su vocación misionera entró en la Congregación de Los Combonianos y fue ordenado sacerdote el 18 de marzo 1961. Pasó casi la totalidad de su vida en Ecuador, primeramente, en las parroquias de Limones y Viche (Vicariato Apostólico de Esmeraldas) y luego en las parroquias de Honorato Vásquez, El Carmen, La Catorce en la provincia de Manabí (Arquidiócesis de Portoviejo).
Dedicó toda su vida a formar Comunidades Cristianas y a promover la formación de los Ministerios Laicales para fortalecer el camino de las mismas. A lo largo de su vida, visitó centenas y centenas de aldeas y familias, viajando con todos los medios posibles (de carro, pero también a pie, a caballo, de canoa) con un ritmo intenso e inestancable.
Cuando llegaba a una aldea visitaba primero a las familias, reunía a la gente en la capilla, daba la catequesis, luego atendía las confesiones y celebraba la Misa, terminando a veces en tardas horas de la noche. Y no descansaba antes de terminar sus oraciones.
Era un hombre exigente consigo mismo y también con las personas. Muchos lo recuerdan por su fe y su apasionado amor por la gente. Por todo eso padre Ferri tiene fama de santidad.
Luego de padecer por mucho tiempo de cáncer de páncreas, falleció en Italia, en su pueblo natal, el 16 de octubre de 2009. Según su deseo y por insistencia de la gente sus restos mortales fueron trasladados a Ecuador y fueron sepultados en la iglesia parroquial de Honorato Vásquez (donde había prestado su servicio misionero durante mucho tiempo) al pie de la imagen de la Virgen de los Ángeles, a la que siempre veneró. Padre Alberto experimento en su vida el fuego de la Misión y lo supo transmitir y compartir con tanta gente que le conoció y supo confiar en él.
Padre Ottorino Poletto, mccj