In Pace Christi

Díaz Pérez Carlos

Díaz Pérez Carlos
Data di nascita : 13/01/1958
Luogo di nascita : Pesoz Argul/E
Voti temporanei : 03/06/1079
Voti perpetui : 01/05/1987
Data decesso : 17/04/2002
Luogo decesso : Carapira/MO

El Hno. Carlos Díaz Pérez nació el 13 de enero de 1958 en la aldea de Pesoz Argul, provincia de Asturias.

Muy chiquito, con apenas 11 años, entra en el seminario menor de Palencia. Tras varios años de formación en la Escuela de Hermanos “San Alfonso Rodríguez”, en 1977 ingresa en el noviciado de Moncada. El 3 de junio de 1979 tiene lugar su primera profesión religiosa.

Después de una breve estancia en Pordenone (Italia), ese mismo año de 1979 vuelve a España para continuar su formación profesional en carpintería. En 1985 se incorpora al Centro Internacional de Hermanos (CIF) de Nairobi. Concluidos los tres últimos años de su formación de base, Carlos emite los votos perpetuos el 1 de mayo de 1987. A finales de ese mismo año es destinado a Mozambique. Viaja a Portugal para el aprendizaje de la lengua antes de incorporarse a la escuela técnica de Carapira, donde permanecerá hasta 1997.

En 1997 vuelve a España, siendo destinado a la comunidad de Palencia.

Tras concluir su rotación en España y ante la insistencia de la provincia comboniana de Mozambique, en noviembre 2001 Carlos regresa a la escuela de Carapira.

La tarde del 17 de abril de 2002, un desgraciado accidente de tráfico termina con la vida de nuestro Hermano.

Testimonio del Hno. Giovanni Grazian

“Murió la tarde del 17 de abril de 2002, por accidente de tráfico al volver de Nampula a su misión de Carapira. Había estado en Nampula para firmar su contrato con el Ministerio de Educación. No se conocen bien las causas del accidente, viajaba solo y una familia que vive cerca de la carretera dice que vio el coche salir de la carretera y volcarse. Ningún otro vehículo o persona ha estado involucrado en el accidente, la carretera está bastante desarreglaba y con muchos socavones. El cuerpo se encontró cerca del coche, después de haber sido despedido fuera. Se piensa que un trauma craneal haya sido la causa inmediata de la muerte.

El Hno. Carlos entra en el Instituto Comboniano, rama alemana, en muy tierna edad e inicia su formación profesional. Después de la reunificación, pasa bajo la jurisdicción de la única provincia de España. Hace el noviciado en los años 1977-79 en Moncada. Después de una breve presencia en Pordenone, continúa, en el período 1979-85 su formación profesional en carpintería en las escuelas salesianas de España, obteniendo el diploma. Del 1985 a 1987 está en el CIF de Nairobi y, hacia finales del 1987 es destinado a Mozambique, pasando antes por Portugal para estudiar la lengua. En Mozambique fue destinado a la escuela técnica de Carapira, donde permanecerá hasta 1997.

En la escuela de Carapira trabaja en equipo con otros dos Hermanos, se encarga primero de la dirección de la carpintería y serrería, más tarde es propuesto por el director de la escuela y nombrado por el ministerio de instrucción como administrador del complejo escuela y unidad productiva de la misma.

Me considero afortunado por haber tenido durante diez años a mi lado al Hno. Carlos en la gestión de la escuela. Han sido años muy duros, transcurridos en su mayoría en el tremendo período de la guerra civil. Juntos hemos dividido el gran dolor de ir a recoger al Hno. Alfredo Fiorini a donde lo habían asesinado. Pero han sido también los años más hermosos de la historia de la escuela, porque fue éste el período de su reconstrucción desde sus escombros y de su gran desarrollo. El Hno. Carlos estuvo siempre en primera fila, siempre fue el entusiasta sostenedor de todo, en particular de la carpintería, de la agricultura y de la cría de animales. Tenía un gran deseo: iniciar en la escuela el curso de carpintería. Consiguió realizarlo en 1993, si bien, por diversos motivos, el curso se quedó a nivel elemental.

En 1997 los superiores le pidieron la rotación y volvió a España. Después de cuatro años, preocupados por las necesidades de la escuela y con mucha insistencia, los superiores de Mozambique consiguen que se le conceda al Hno. Carlos volver a la escuela de Carapira donde vuelve a emprender su actividad a principio de noviembre de 2001.

Tengo un estupendo recuerdo del Hno. Carlos. Un queridísimo amigo, un óptimo colaborador. Estaba siempre de buen humor, siempre sonriente con todos. Los estudiantes y los obreros le querían y lo estimaban mucho. También a su vuelta a Carapira fue acogido por todos con los brazos abiertos y como el “sanalotodo” para la solución de todo problema. Creo que una de sus más hermosas virtudes era la de desdramatizar las cosas, con una gran carcajada, un chiste sabía evitar o resolver situaciones de tensión o de tropiezo. Era también de una extraordinaria generosidad y capacidad de acogida.

Hno. Carlos, no comprendemos porqué el Señor te ha pedido volver tan pronto a El, el vacío que dejas nos entristece profundamente y si no desesperamos es porque creemos que todos somos instrumentos útiles, pero provisionales en sus manos paternales y que el cómo usar y dónde usar tales instrumentos es solamente El quien lo decide. Queridísimo Carlos, estamos seguros de que ahora intercederás ante el Padre por todos nosotros. Te pedimos sólo un poco de tu alegría, de tu prudencia, de tu saber vivir sereno y feliz. Te agradecemos mucho lo que has sido para todos nosotros aquí en la tierra, continúa siéndolo también allí en el cielo.

Entrevista: P. Antonio López

Cuando ocurrió el lamentable accidente que costó la vida al Hno. Carlos, el provincial de Mozambique, P. Giorgio Giboli, se encontraba en Italia de vacaciones. En su lugar fue el P. Antonio López García, vice-provincial, quien se hizo cargo de todos los trámites necesarios para repatriar el cuerpo de Carlos a España. El P. Antonio es mexicano y actualmente trabaja en el prepostulantado de Nampula. Hemos querido aprovechar su estancia en España, donde vino acompañando el cuerpo de Carlos, para que nos relate cómo se vivió en Mozambique la trágica desaparición de nuestro Hermano.

¿Qué nos puedes comentar acerca de estos últimos meses que Carlos pasó en Mozambique?

El Hno. Carlos llegó en noviembre con mucha ilusión a Mozambique y enseguida se incorporó a su misión de Carapira. Era el administrador de la escuela industrial y no le faltaba el trabajo: se encargaba de las relaciones con los proveedores de madera y otros materiales, de pagar a los trabajadores y al personal docente, del correcto funcionamiento del internado, del mantenimiento de las muchas máquinas de la escuela... también echaba una mano en la huerta y en la pequeña explotación de cerdos.

¿Qué ocurrió aquel 17 de abril?

Carlos había viajado a Nampula, que se encuentra a unos 100 kilómetros de Carapira. En Nampula, Carlos compró algunos materiales que necesitaba para la escuela: comida, cerraduras de puertas y otras cosas. También visitó la delegación provincial de educación porque estaba en trámites para recibir un salario del Gobierno por su trabajo de administrador de la escuela.

Aquel día no pasó por la casa del prepostulantado donde yo resido y no tuve oportunidad de verle. Sobre las 16:30 decidió regresar. Se paró un momento en la misión comboniana de Anchilo situada a unos 16 kilómetros de Nampula en la misma carretera que conduce a Carapira. En Anchilo visitó a los combonianos y a las combonianas de la misión. Estuvo tomando alguna cosa con ellos y charlando y bromeando un poco. Carlos decía que cuando cobrara su primer salario del Gobierno pensaba invitarles a comer en algún sitio de la ciudad de Nampula.

Tras despedirse de todos montó de nuevo en su Toyota, uno de estos vehículos con cabina doble y zona de carga, y tomó la carretera de Carapira. Hno. Carlos viajaba solo. A unos 20 kilómetros de Anchilo hay una pequeña bajada no muy pronunciada donde tuvo lugar el accidente. Llama la atención que en aquel sitio, la carretera de alquitrán, aun siendo vieja, está en buen estado y no tiene ni baches ni socavones.

Por las huellas dejadas por el vehículo y por los comentarios de los compañeros creemos que la causa del accidente fue el reventón de la rueda trasera izquierda que no debía estar en óptimas condiciones. Nadie vio el accidente, solamente algunas familias que viven cerca de la carretera escucharon un fuerte ruido. El vehículo dio varias vueltas de campana y Carlos, que no llevaba puesto el cinturón de seguridad, salió despedido de la cabina muriendo prácticamente en el acto.

La carga quedó desparramada a causa del accidente, pero nadie robó nada porque la gente de los alrededores estuvo atenta para que se respetaran las cosas.

Un camionero que viajaba hacia Nampula, informó del accidente a un enfermero de Anchilo, quien a su vez, informó a los Combonianos. Sin podérselo creer del todo uno de los padres de Anchilo (no sé si era el padre Gino o Gianluca) y Laura, una Hermana Comboniana italiana, fueron hacia el lugar del accidente para corroborar que desgraciadamente se trataba del Hno. Carlos .

Los compañeros tuvieron que esperar mucho tiempo hasta que llegó la policía que no dispone de medios propios de transporte. Una vez que la policía autorizó el levantamiento del cadáver, lo trasladaron hasta Anchilo ya entrada la noche. La Hna. Laura se encargó de limpiar y de preparar el cuerpo. Al día siguiente lo depositamos en la cámara frigorífica del hospital de Nampula, a la espera de noticias de España, para saber cuál era la decisión de su familia respecto al funeral: si el cuerpo podía quedarse en Mozambique como nosotros queríamos o si era necesario repatriarlo.

¿Se organizó alguna ceremonia religiosa por el eterno descanso del Hno. Carlos?

Por supuesto. En primer lugar, cada comunidad de la provincia ofreció la Eucaristía por Carlos. Además hubo varias celebraciones significativas.

El sábado día 20 de abril celebramos una Eucaristía, presidida por mí, en la parroquia de Santa Cruz de Nampula a la que acudieron todos los Combonianos y Combonianas de la zona además de un gran número de religiosos y religiosas de otras congregaciones.

Al día siguiente, domingo día 21 de abril, tuvo lugar en Carapira otra celebración eucarística presidida por Mons. Germano Grachane, obispo de Nacala, diócesis a la que pertenece la comunidad de Carapira. Fue una ceremonia muy participada a la que acudieron muchísimas personas que conocían al Hno. Carlos, entre ellas los alumnos, trabajadores y profesores de la escuela. Al final del acto, estos últimos leyeron una carta muy sentida dirigida a la familia de Carlos (la reproducimos más adelante). Después, todos los que participamos compartimos una comida de fraternidad.

Finalmente, el miércoles 24 de abril tuvimos una última celebración en la catedral de Nampula, en esta ocasión con la presencia del cuerpo de Carlos. El arzobispo de Nampula, Mons. Tomé, presidió la Eucaristía que fue concelebrada por Mons. Germano y por más de 30 sacerdotes. Yo agradecí mucho la presencia de numerosos sacerdotes diocesanos que nos han mostrado un enorme cariño y apoyo desde el primer momento. La catedral, que es bastante grande, estaba llena y pudimos disfrutar de una celebración sencilla pero conmovedora, donde se dejó sentir esa solidaridad de todas las comunidades religiosas y de la Iglesia de Mozambique hacia los misioneros.

Terminada la ceremonia salimos directamente hacia el aeropuerto. Numerosos vehículos llenos de gente cantando acompañaron el cuerpo de Carlos desde la catedral hasta el aeropuerto.

¿Hubo algún problema en la repatriación del cuerpo?

No, no hubo ninguna dificultad. Afortunadamente, en Nampula hay una funeraria que funciona bastante bien y nos ayudó enormemente en toda la cuestión de papeleos con el Gobierno. Además, la embajada de España se interesó mucho en todo lo referente al traslado del cadáver.

Por cierto, hubo un detalle que me llamó muchísimo la atención. Cuando llegamos con el cuerpo de Carlos al aeropuerto de Nampula para coger el avión hacia Maputo había un grupo de personas que no se querían ir porque querían acompañar al cuerpo de Carlos hasta el avión. Recuerdo en particular un grupo de mamás que no sólo lo pedían sino que lo exigían: cómo podemos dejar de esta manera el cuerpo de un misionero que vino a dar la vida por nosotros, por este pueblo, y que murió aquí? ¿Lo vamos a dejar partir así, como si fuera una caja de mercancías? No, ¡queremos acompañarlo!, no podemos entrar en el avión pero queremos acercarnos lo máximo posible. Fue un detalle que agradecí muchísimo. Se trataba de unas personas que probablemente no conocían a Carlos, pero que evidenciaban con su gesto la importancia dada al misionero, percibido como alguien que vino a servir al pueblo.

El Señor de la funeraria tuvo que pedir los permisos necesarios para poder entrar en la pista del aeropuerto. Las autoridades del aeropuerto accedieron y finalmente aquellas mamás y un buen grupo de personas pudieron acompañar el cuerpo de Carlos hasta unos 30 metros del avión. Después esperaron al despegue del avión antes de regresar a sus casas.

Salimos de Nampula a las 17:00 h. y llegamos a Maputo sobre las 19:00 h. Yo había avisado de nuestra llegada al P. Juan Sánchez Arenas y éste había movilizado al resto de los combonianos de la capital para que acudieran a recibir el cuerpo. En el aeropuerto, todos los combonianos e combonianas de Maputo, reitores del Seminario de Teología e de Filosofía con un grupo de seminaristas, representantes de la Embajada Española y algunos amigos formamos un medio círculo alrededor del cadáver de Carlos. El P. Juan dirigió la oración, animada con cánticos entonados por los postulantes que vinieron con él. Tuvimos palabras de agradecimiento por el don que fue la vida de Carlos para nuestra provincia de Mozambique. Después regresamos a casa, porque el avión para Lisboa no salía hasta las 2 de la mañana.

Llegada del cuerpo de Carlos a España

En España recibimos la noticia del fallecimiento de Carlos aquel fatídico miércoles 17 de abril a las 22:30. Enseguida avisamos a las diferentes comunidades y al Padre Provincial que se encontraba en Santarém visitando el noviciado.

El jueves por la tarde el Padre Provincial, el P. Lorenzo Díez Maeso y el Hno. Miguel Caballero Gómez se trasladaron hasta Oviedo, donde reside la familia de Carlos. Como os podéis imaginar todos ellos estaban muy afectados como también lo estamos nosotros. La mamá de Carlos había fallecido a finales del año 2000 y esta nueva pérdida fue un golpe muy duro para el anciano papá. El único hermano de Carlos y su hija, que estaba muy unida a su tío Carlos, también estaban sumidos en el dolor. Nuestros compañeros trataron de llevarles el consuelo y la esperanza que nos viene del Señor.

El cuerpo de Carlos llegó a España procedente de Lisboa el viernes 26 de abril por la mañana. En el aeropuerto de Barajas, el P. Felipe Andrés Castrejana Fernández se encargó de los trámites necesarios para recuperar el cuerpo de Carlos que partió inmediatamente a Oviedo, donde fue acogido por la familia de Carlos. Desde Oviedo se trasladaron a la aldea de Pesoz, donde tuvo lugar el funeral a las 4:30. En una capilla abarrotada, la celebración fue presidida por el P. Laureano Rojo Buxonat quien leyó durante la homilía una preciosa carta del P. Graziano Castellari. Al final de la celebración el P. Antonio López García, en nombre de la provincia de Mozambique, tomó la palabra para agradecer a la familia de Carlos el don precioso que habían hecho al entregar a su ser querido para la misión. A continuación todos los presentes nos trasladamos en procesión hasta el cementerio para dar sepultura al cuerpo de Carlos junto al de su madre.

El P. Antonio López y el P. Alejandro Lafuente regresaron con la familia hasta Oviedo donde se quedaron todo el fin de semana. El P. Antonio tuvo ocasión de charlar sosegadamente con la familia para contarles detalles de la vida de Carlos en Mozambique y la manera como las gentes de Carapira habían sentido el fallecimiento de Carlos. También les entregó algunos objetos personales de Carlos que había traído desde Mozambique. El sábado, en la parroquia de la familia de Carlos en Oviedo, el P. Alejandro presidió una Eucaristía de acción de gracias por la vida del Hno. Carlos. Muchos amigos de la familia que no habían podido trasladarse el viernes hasta Pesoz participaron en esta Eucaristía.

Que Dios tenga en su gloria a nuestro querido Hno. Carlos.                          Hno. Giovanni Grazian, mccj

 

Bro. Carlos Díaz Pérez was born on 13 January 1958 in Pesoz Argul, diocese of Oviedo, Spain. He died the evening of 17 April 2002, in a car accident while returning from Nampula to his mission of Carapira. He had gone to Nampula to sign a contract with the ministry of education. Little is known about the accident, because he was travelling alone. Members of a family that lives near the road said that they saw the car go off the road and flip over. No other vehicle or person was involved in the accident. The road is in a state of disrepair and has many potholes. The body was found near the car, where it had been ejected during the accident. We think that he died of massive head injuries.

Bro. Carlos joined the German branch of the Comboni Missionaries at a very young age and soon began his professional training. After the reunion, he became a member of the unified province of Spain. He attended the novitiate in Moncada in 1977-1979. After a short stay in Pordenone, for the period 1979-1985 he continued his professional training as a carpenter in the Salesian schools in Spain, where he earned his diploma. From 1985 to 1987 he was at the CIF of Nairobi and, towards the end of 1987, he was assigned to Mozambique, but first he went to Portugal to learn the language. In Mozambique he was assigned to Carapira, where he remained until 1997.

In the school of Carapira he worked in a team with other two brothers, at first running the carpentry department and the sawmill. Later he was nominated by the director of the school and appointed by the ministry of education as administrator of the entire school and of its products division.

I feel blessed for having had Bro. Carlos next to me in running the school for ten years. These were hard years, spent in the uncertainty of the civil war. Together we shared the sorrow of collecting the body of Bro. Alfredo Fiorini from the spot where he had been killed. These were also the most beautiful years in the history of the school, because this was the time of rebuilding it from its ruins and of its greatest development. Bro. Carlos was always in the forefront, always enthusiastic and supportive of everything, particularly the carpentry shop, the farm and the animal husbandry. He had one great wish: to start a carpentry school. He succeeded in 1993 even though, for a variety of reasons, it remained at a primary level.

In 1997 he was placed on rotation and returned to Spain. After four years, worried by the needs of the school and after repeated requests, the superiors in Mozambique were able to get Bro. Carlos back in the school at Carapira, where he resumed his previous duties in November 2001.

I have marvellous memories of Bro. Carlos. He was a dear friend and a great co-worker. He was always of good cheer, with a smile for everyone. The students and the teachers loved him and had him in high esteem. Even his return to Carapira was greeted by everyone with open arms as the solution to many problems. I believe that one of his greatest virtues was his ability to play things down. With his hearty laughter and a joke he was able to avoid and defuse situations of tensions and conflict. He was extremely generous and hospitable.

Dear Bro. Carlos, we do not understand why the good Lord has asked you to return to Him so soon. The void you are leaving behind is a source of great pain to all of us, even though we do not despair, knowing that we are all useful, but not essential instruments in His fatherly hands. It is He who decides how and where to use us. Dear Bro. Carlos, we are certain that you will be our intercessor before the Father. We ask of you some of your good cheer, your wisdom, your knowing how to live serenely and happily. We thank you for all that you have been for us here on earth, and we hope you will continue to assist us from heaven.

Da Mccj Bulletin n. 216 suppl. In Memoriam, ottobre 2002, pp  95-103