Viernes, 5 de enero 2024
Quiero compartir la experiencia vivida desde el 30 de septiembre hasta el 29 de octubre 2023, como delegada invitada al Sínodo de la Sinodalidad. Una experiencia que considero un tiempo de esperanza, de conversión. [En la foto: Hna. María de los Dolores Palencia (Synod.va). Texto: Esquila Misional]

1. La preparación previa al Sínodo: Tiempo de oración, de aportes, de búsqueda

El papa Francisco, dijo al inicio de la preparación del Sínodo de la Sinodalidad y lo repitió varias veces: “Sin oración no habrá Sínodo” y esta convicción marcó en verdad el camino de construir sinodalidad, fraternidad, comunión, diálogo y escucha.

Todos fuimos convocados a orar por el Sínodo y a implicarnos en la preparación de los temas prioritarios para esta Asamblea, desde nuestra oración, reflexión y participación, en nuestros lugares, grupos, iglesias, desde nuestra vocación específica, y sobre todo desde nuestra conciencia de bautizados y bautizadas que nos hace responsables de participar en igualdad y activamente en el caminar eclesial.

En los diversos continentes, en grupos locales, diocesanos, nacionales, se compartieron encuestas, preguntas y se recogieron los frutos y el compartir de todos los niveles; a través de las conferencias episcopales se hicieron las síntesis que se enviaron a los organismos eclesiales como el CELAM y desde allí a la Secretaría del Sínodo. La secretaría del Sínodo sintetizó estos primeros aportes y reenvió el Documento de la Etapa Continental. Nuevamente se devolvió de diversas maneras al pueblo de Dios y en el caso de América Latina y el Caribe se hicieron cuatro asambleas regionales: CAMEX, CARIBE, BOLIVARIANOS Y CONO SUR, en dónde en grupos internacionales, delegados enviados por cada país, siguiendo el método de la conversación espiritual, buscamos consensos y disensos de prioridades, puntos a profundizar y propuestas o intuiciones. El CELAM recogió la síntesis del continente junto con varios aportes de teólogos, de pastoralistas y sobre todo de participantes, que se unió a las otras síntesis: África y Madagascar, Asia, Europa, América del Norte, Oceanía, Oriente Medio - Iglesias Orientales y el aporte del Sínodo Digital. Toda esta consulta y participación dio origen al Documento de Trabajo (Instrumentum Laboris), que fue publicado en la página del Sínodo para que estuviera al alcance de toda persona que quisiera leerlo. La sinodalidad, el hacer juntos el camino, empezó desde la preparación, invitando a la mayor participación posible del pueblo santo de Dios.

Foto: Synod.va

2. La preparación espiritual – oración ecuménica y retiro de tres días

Los participantes sentimos fuertemente este llamado a orar y la responsabilidad de poner nuestra vida personal, capacidades, límites y todo lo que vivimos cada día, delante de Dios nuestro Padre-Madre, en seguimiento de Jesús y pidiendo la luz, la fortaleza, la guía de su Espíritu en servicio de su Reino como iglesia.

La cita era el 30 de septiembre en la Plaza de la Basílica de San Pedro para una velada ecuménica en la que participaron varios representantes de las diferentes confesiones cristianas, de las iglesias orientales, de otras religiones y el Papa. En la oración participaron también muchos peregrinos venidos a Roma para confirmar y acompañar con su oración esta Asamblea que desde el principio fue intuida por varias personas como un “Kairos”, un tiempo de gracia para todo el pueblo santo fiel de Dios.

Había en la plaza varios grupos de jóvenes con camisetas alusivas y con frases significativas: “una iglesia de todos, todos, todos…” Un deseo profundo y una urgencia porque sea posible ese camino de un yo, a un tú, a un nosotros inclusivo, ampliando el espacio de nuestra tienda, de nuestros corazones, sin prejuicios, sin juicios de valor, con amor y reconciliación.

Esta vigilia orante fue el primer momento de encuentro con los diferentes participantes: cardenales, obispos, miembros de dicasterios o de comisiones, delegados elegidos, invitados, delegados fraternos, (representantes de otras confesiones cristianas); oramos juntos por el Sínodo y también por la paz, por la unidad de los cristianos. Pedimos para todos la presencia y la guía del Espíritu y también la apertura y disponibilidad de cada uno y cada una de los participantes para dejarnos llevar, desinstalar, e impulsar, salir de nuestro confort e ir al encuentro del otro y en especial de quienes están en las periferias existenciales.

Terminada la vigilia, no había que perder tiempo, esa misma noche salíamos a un lugar a las afueras de Roma para comenzar el Retiro espiritual de tres días. Los responsables de animar este retiro y de acompañar espiritualmente durante todo el mes a la asamblea, fueron el P. Timothy Radcliffe OP y la Hermana María Ignacia G Angelini OSB. Sus aportes cada mañana nos daban una orientación para la oración personal, entrando ya en las temáticas propias del Sínodo que el documento de trabajo nos había presentado. Las comidas nos permitían socializar, conocernos, acercarnos unos a otros esforzándonos en los idiomas para darnos a entender, para hacer sentir a los demás nuestro deseo de comprensión y de escucha.

Durante las tardes empezamos con ayuda de las y los facilitadores a practicar el método de la “conversación espiritual” en grupos pequeños. Un primer momento para conocernos, saber nuestros orígenes, de dónde veníamos, nuestra vocación y ministerio, cómo deseamos que nos nombren. Situar a cada persona y poder nombrarla con respeto y cercanía, fue un primer paso fundamental, un camino sencillo de empatía, romper el hielo, acercarnos.

En grupos pequeños, compartíamos lo central de nuestra oración a partir de una pregunta sencilla, no era importante dar ideas, teorías, clases, sino compartir el paso de Dios que reconocíamos en los sentimientos, los movimientos, las intuiciones, las inquietudes que nos habitaban… se fue dando la escucha atenta, respetuosa a cada persona, con un cierto límite de tiempo para permitir que todos se expresaran en el grupo y al terminar de escuchar a todos, un tiempo de silencio, para acoger y sentir cómo Dios desde la palabra de los otros ha tocado mi vida, o mis puntos de vista, o ha suscitado inquietud, preguntas. En un segundo momento, -no en debate para convencer a otros-, compartimos más bien aquello que aparece como nuevo, lo que se transforma, lo que nos confirma y nos enriquece; lo que me inquieta o me es difícil comprender o aceptar. Al terminar esta ronda, nuevamente hacemos silencio, recogemos lo que el Espíritu mueve en cada persona. Finalmente tratamos de hacer entre todos con la ayuda de un secretario y del facilitador o facilitadora, una pequeña síntesis de lo que entre todo el grupo reconocemos como consensos, como puntos divergentes, o diferencias, como inquietudes.

Cerramos cada día con la Eucaristía, tuvimos también la oportunidad en esos tres días de vivir, si lo deseábamos, el sacramento de la Reconciliación. Deseábamos ser vasijas nuevas, para vino nuevo.

Esta metodología de la “conversación espiritual”, que estuvo presente desde las asambleas regionales en América Latina y el Caribe, fue la manera de trabajar los temas del Sínodo; es un camino de discernimiento,  un camino de conversión personal que implica salir de sí mismo, libertad interior, pasar del Yo de mis posiciones y puntos de vista, salir y ser capaz de soltar lo propio para encontrarme con un Tú, con  el pensamiento y la visión del otro, con su experiencia de Dios y caminar juntos guiados por el Espíritu hacia un Nosotros.

Foto: Synod.va

3. La primera etapa del Sínodo de la Sinodalidad: Comunión – participación – Misión octubre 2023

El día 3 de octubre por la noche regresamos a Roma y nos preparamos para vivir el día 4 la Eucaristía inaugural del Sínodo en la Plaza de San Pedro, presidida por el papa Francisco. Una experiencia marcada por la celebración de San Francisco de Asís. La plaza estaba adornada con flores y plantas, recordando nuestra responsabilidad y convivencia en la Casa Común con toda la creación, la urgencia de defenderla y cuidarla. El anuncio de Laudate Deum, la continuidad de Laudato Si'. Un hermoso día para poner en manos de Dios nuestro camino eclesial. El Sínodo de la Sinodalidad, tiene tres temas importantes: Comunión – participación – Misión.

La experiencia diaria de la Asamblea estuvo marcada siempre por la oración, al inicio del día y del trabajo algunos Salmos del oficio acompañados por tres hermanos de Taizé que habían hecho la propuesta; al término de la mañana casi siempre el Ángelus a María. Al inicio de la tarde, brevemente en ocasiones, la oración compuesta especialmente para el Sínodo, ADSUMUS SANCTE SPIRITUS, o alguna otra y dependiendo del ritmo o del tipo de trabajo también al final de la tarde. En ocasiones cada grupo terminaba a su ritmo y a su manera; algunos días, todos nos desplazamos juntos para participar en el rezo del rosario por la paz, o para la oración por los migrantes frente al monumento que los hace presentes, o para acompañar a los peregrinos de la Plaza. El Papa también nos invitó en dos ocasiones a vivir junto con todos los cristianos el ayuno por la paz.

Desde el día 4 octubre con la presencia del Papa en el Aula Paulo VI, comenzamos a trabajar en grupos, los temas recogidos a través de las síntesis de Asambleas continentales en el Instrumentum Laboris o Documento de trabajo; treinta y cinco mesas redondas con doce personas cada una, en cada mesa había una persona que era facilitadora, así que once éramos delegados, algunos invitados y otros con voz y voto. Estos grupos cambiaban cada vez que empezaba un nuevo tema, así participamos en cuatro mesas diferentes. El arreglo de esta aula conocida por muchos obispos y cardenales fue la primera sorpresa y un símbolo de un cambio importante. No había lugares en jerarquía, todos nos sentamos alrededor de la mesa, con los mismos materiales, Tablet, micrófono, audífonos de traducción, libro para las oraciones, cuatro pantallas centrales para seguir de cerca a las personas que tomaban la palabra y una gran pantalla al fondo en la que podía verse todo lo que sucedía. Alrededor, las mesas de los expertos teólogos o canonistas, ayudantes de secretaría, técnicos de la tecnología o de los aparatos de traducción. Las mesas tenían número y había mesas de italiano, de inglés, de español, de francés y de portugués. Las personas que necesitaban traducción al alemán podían recibirlo, aunque estuvieran en otro grupo de idioma. El cardenal Czerny diría al final de Sínodo en una entrevista que las mesas redondas eran el ícono del Sínodo de la fraternidad.

Todo preparado de la mejor manera posible para dialogar, para escucharnos, para poder facilitar una comunicación profunda y verdadera, escuchar juntos lo que el Espíritu quería decir al pueblo santo fiel de Dios, a su iglesia.

Al inicio de cada tema recibíamos una orientación espiritual muy valiosa por parte del P. Timothy Radcliffe op y de la Hna. María Ignacia G Angelini, los aportes de algún experto o experta, en teología o en otro campo y los testimonios de personas que por su compromiso y claridad iluminaron nuestra reflexión desde su experiencia.

Cada tema se trabajó en los círculos menores (los grupos de cada mesa). Al terminar los tres momentos de la conversación espiritual, se entregaba a la secretaría general el aporte votado por el grupo, con los consensos o no consensos y las propuestas. Cada persona quedaba en libertad de presentar su propio aporte y entregarlo firmado a la secretaría. Los aportes de los círculos se leían en lo que llamábamos Congregación General, de manera que con la traducción simultánea todos los participantes pudimos seguir el aporte de todas las mesas. Al término de esta relatoría, se abría un espacio para compartir con libertad un aporte individual a toda la asamblea, inscribiéndonos para pedir la palabra, que se iba dando por turno, dando siempre preferencia a las personas que no habían hablado antes. (Todo esto se pudo organizar gracias a una tecnología muy avanzada)

El Papa no estaba todos los días presente, tenía otros asuntos y encuentros, pero casi siempre estaba al inicio del tema y al final cuando se presentaban en Congregación General todos los aportes. Llegaba temprano para poder saludar a los más posibles, permanecía como todos en una mesa redonda, junto a quienes conducían la asamblea. Alguna vez hizo una aportación que de acuerdo al tema le pareció pertinente.

Finalmente se llevó todo a la comisión de redacción, cuyos miembros fueron propuestos previamente por cada asamblea continental y a la que el Papa Francisco añadió tres personas más entre ellos una mujer.

Se presentó a la asamblea sinodal el texto de la Carta al Pueblo de Dios y se recibieron todas las propuestas de correcciones y modificaciones, que produjeron un nuevo texto hermoso, que podemos orar y reflexionar como un envío. (El texto está a disposición en el sitio del sínodo: www.synod.va)

La redacción de la síntesis de todos los temas y propuestas que surgieron requirió mucho más trabajo y más tiempo. Pero el día 28 de octubre se pudo votar párrafo por párrafo de manera individual y secreta la síntesis del trabajo de esta asamblea, que presenta una Introducción, tres partes, en total veinte números y en todos los números el mismo formato: Convergencias, Cuestiones que afrontar y Propuestas. (El texto se encuentra ya en varios idiomas en el sitio del Sínodo)

4. El camino que se abre a partir de ahora para todos los bautizados y bautizadas

Leer, profundizar, dialogar sobre estos temas de la Síntesis, que tocan varios temas muy importantes: el rostro sinodal de la Iglesia, hacia una iglesia que escucha y acompaña la iglesia es misión: ser Discípulos Misioneros, la centralidad de los pobres, las iglesias orientales y latinas, el rol de la mujer en la iglesia, vida consagrada y movimientos laicales, el rol del obispo y del obispo de Roma, la misión digital, el clericalismo, renovación en formación en seminarios y primeras etapas de vida consagrada, estructuras de participación y varios más.

Ahora corresponde compartir ampliamente, hacer llegar estos textos al pueblo de Dios, vivir en salida y al encuentro. Acercar la experiencia sinodal a las periferias para que su voz se escuche directamente, a quienes se han alejado de la iglesia, a los jóvenes, favorecer que las voces no escuchadas y sus grandes cuestionamientos lleguen a la segunda etapa del sínodo y nuevamente aportar desde la oración, desde la conversión personal, pastoral, ecológica, desde el discernimiento. 

Toca también practicar la conversación espiritual, o del espíritu, como un medio para profundizar los temas, para dialogar las diferencias y diversidades, para la toma de decisiones; ampliar el espacio de nuestras tiendas, desde la escucha y el acompañamiento mutuo y recoger sobre todo en las Cuestiones a Afrontar nuestros aportes y reflexiones; en las Propuestas, ver si hay algo que puede ya empezarse a vivir y a intentar. No importa que nos equivoquemos, o nos ensuciemos, dice el Papa Francisco, hay que intentarlo con audacia y discernimiento, con compromiso y pasión por el Reino.

Durante toda esta etapa del Sínodo, el Concilio Vaticano II fue muy recordado, citado, se volvió a él en sus textos, en su manantial, como un llamado todavía vigente en muchos aspectos, pero no para hacer una memoria del pasado, sino para iluminar el presente, que nos impulse a vivir el futuro con confianza del amor, (Texto del Papa sobre Sta. Teresa del Niños Jesús: “C’est la Confiance”, Es la Confianza, su camino espiritual), Jesús nos acompaña siempre, sea en el camino de la oscuridad y confusión como a los discípulos de Emaús y sea como a las mujeres del alba en la resurrección.

A todos nos corresponde escudriñar la aurora y, con audacia, pasión y valentía, salir al encuentro, anunciar la esperanza y participar activamente en el camino sinodal de la iglesia, para que el Reino de Dios, la vida en abundancia, vaya siendo una realidad para toda la Humanidad y la Casa Común.

Hna. María de los Dolores Palencia

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* La hna. María de los Dolores Palencia es religiosa mexicana de la congregación de las Hermanas de San José de Lyon. Es la responsable del Albergue Decanal Guadalupano, para migrantes en paso, ubicado en Tierra Blanca, Veracruz. Fue una de las presidentas delegadas del Sínodo de la Sinodalidad que tuvo lugar en Roma el pasado mes de octubre.

Esquila Misional