Martes, 1 de octubre 2024
La Animación Misionera (AM) en Europa anda de capa caída. Sin embargo, muchos intentan hacer algo. Este desafío lo hay en todas las diócesis, incluso en África. Lo que ha sido iniciado en la diócesis de Butembo-Beni (República Democrática del Congo) puede ser inspirador. [En la foto, P. Marcelo Fonseca Oliveira, misionero comboniano portugués en la República Democrática del Congo]
Hace unos 20 años, Mons. Sikuli Melquisedec, obispo titular de la diócesis de Butembo-Beni (República Democrática del Congo) pidió a los misioneros combonianos que se hicieran cargo de la Animación Misionera (AM) en su diócesis. La idea le había llegado de “Afriquespoir” –Esperanza en África–, la revista publicada por los misioneros combonianos en el Congo y destinada a los lectores de habla francesa del continente (República Centroafricana, Togo, Benín, y Chad).
Fue el comboniano padre Gaspar (P. Di Vincenzo Trasparano) a iniciar a este servicio con un matiz ya novedoso: no creó Grupos Misioneros, sino Grupos de Animación Misionera (GAM). Inspirados en la Carta encíclica Redemptoris Missio, del Sumo Pontífice Juan Paulo II, sobre la permanente validez del mandato misionero, los GAM se organizaron en subgrupos para alcanzar las distintas realidades de la Iglesia, de manera especial los jóvenes, las familias, los religiosos.
Hace tres años, este servicio fue confiado a otro comboniano, el padre Gian Paolo Pezzi, de la diócesis de Brescia (Nord Italia), quien en sus 82 años està aún lleno de vigor y volvía a Congo. En su vida misionera ha vagabundeado en Burundi, Ecuador, Colombia, una primera vez en Congo, luego Roma y Estados Unidos. Misionero evangelizador en sus actividades de pastoral y divulgador misionero en la edición de revistas y en la radiofonía. Experiencia no le faltaba pues, pero para quien empezar una iniciativa de animación misionera a nivel diocesano y parroquial era novedoso.
Él sabía que toda Iglesia local tiene que ser misionera, cómo serlo es harina de otro costal. Organizar la AM en el África es un desafío comprometedor, aún más en una zona muy católica, con parroquias bien estructuradas, con gente de una cultura fuerte, y por ende también bastante cerrada, y en una región como el Nord-Kivu castigada por conflictos fomentados por intereses extranjeros que se aprovechan de la extracción a bajo coste de minerales estratégicos, oro y diamantes.
Siguiendo las huellas de su predecesor e impulsando el trabajo ya hecho, llegó muy pronto a una conclusión: si la Iglesia es de su naturaleza misionera, la Iglesia misma –diócesis y parroquias– es el sujeto de la AM. Un servicio pues que no puede ser confiado a un grupo que haría algo proprio como cualquier otro grupo devocional (adoración al santísimo, Legio Mariae, devoción a los santos, etc.), de pastoral (juvenil, vocacional, de la salud, de las familias) o de oración (rosario, divina misericordia, etc.).
Para que el aliento evangelizador del Espíritu de Dios penetre la comunidad parroquial y diocesana y estas lleguen a decir como San Pablo “ahí de mí si no evangelizara”, se hace necesario algo distinto, innovador de modo que toda la diócesis y toda parroquia se perciban misioneras.
En pos de evitar el protagonismo, pensó en una comisión, idea que junto con una hermana comboniana y el director de las OMP, presentó al obispo. Fue como que el Obispo no esperara otra cosa. Apoyó en seguida la idea y pidió que la comisión de AM integrara todas las fuerzas vivas de la diócesis. De allí a la idea de tener también “comisiones parroquiales de AM” el paso fue breve.
La idea parecía original y por lo tanto algo difícil de comprender al principio; pero a su vez transmitía dinamismo ya que una comisión es “una organización con facultades ejecutivas” que por ende puede influenciar a toda una diócesis y a cada parroquia.
¿Quiénes integran estas comisiones de Animación Misionera?
La comisión diocesana de AM la integran los representantes de los grupos católicos, fuesen de oración, de pastoral, o devocional. Estas personas participan en las reflexiones y reciben la información que luego transmite a su grupo de pertenencia. De este modo cada grupo se empapa, bajo su propia perspectiva, de los temas tratados, de las fechas misioneras a celebrar y de las iniciativas que la comisión propone. Los grupos no pierden su originalidad pero sí se van llenando de espíritu misionero. Lo mismo pasa con la Comisión Parroquial de AM.
¿Cuáles son los aportes de esta comisión de Animación Misionera?
La evangelización es tarea de la Iglesia local que la realiza a través de la liturgia, la catequesis, las comisiones de pastoral y la formación en los grupos. Sin embargo, siendo la Iglesia misionera por naturaleza, cumplir el mandato misionero encomendado por el Señor en su Ascensión, tiene que estar en el corazón de esta labor, con atención particular a quienes desconocen a Jesús o no son aparte entera y consciente participes de su salvación.
Eso es la tarea de las comisiones de AM: informar y compartir lo que ocurre en las fronteras donde se extiende el evangelio, llamar la atención sobre la dimensión católica y universal del Evangelio y poner el aflato misionero allá donde pasa desapercibido en la labor evangelizadora de la diócesis y de la parroquia. Las fronteras de la evangelización no son sólo ni geográficas o etnográficas, ni culturales: nuestro mundo está siempre más globalizado, será siempre más interconectado, pero esto no quiere decir que sea más evangelizado. Estas fronteras pueden estar cerca, en los barrios de su propia parroquia o en los de la parroquia vecina, como lejos y conocidas en la televisión o en las páginas de internet. Son las fronteras de una humanidad que no conoce a Jesus, donde la Iglesia està llamada a darlo a conocer: allí, parroquias y diócesis se hacen “misión”.
¿Qué son en su trabajo estas comisiones de Animación Misionera?
Son “ventanas” para mirar a las fronteras de la evangelización y a la interioridad de labor eclesial; son “puertas” para recibir quienes compartiendo su fe en Jesucristo quieren alimentar del espíritu misionero el contexto socio-cultural en el que viven; son “salones” donde las personas de buena voluntad, vecinos o lejanos por su origen, cultura o sistema de creencias viven el desafío de construir la comunidad parroquial y la comunidad humana.
Son ventana. En las comisiones se comparte información sobre las situaciones socio-políticas y religiosas de las comunidades parroquiales vecinas y lejanas, de otras diócesis y hasta de otros países, incluso sobre situaciones que son noticia del mundo globalizado. Esta información trasmitida por órganos oficiales o en grupos virtuales está sesgada de acuerdo a la mentalidad o interés del grupo, y tiene caducidad; por lo tanto, a menudo no permite conocer la verdad.
En las comisiones se busca la información en publicaciones misioneras, en páginas de internet, en videos, en podcasts, selectos y fidedignos. Los miembros de la comisión la pasan luego a los grupos a los que pertenecen y a la parroquia toda, para que cada cristiano la incorpore según el espíritu de su grupo en su vida cristiana. Esto puede hacerse por medio del dialogo, de mensajes, de cartelones, de videos, etc. Siempre con creatividad y sin ser pesados ni insistentes. El objetivo de la comisión es mostrar verdades que se desconocen, incluso cuando estas verdades molestan: la verdad nos hace libres. Desviar la mirada sobre las realidades del mundo, nos mantiene en la ignorancia y esclavos de la mentira, venga de donde venga. Por eso esta mirada va también hacia la realidad parroquial y la comisión se vuelve el ojo despierto del párroco para que cada actividad de la comunidad sea evangélica y llena de espíritu misionero.
Son puerta. La comisión da la bienvenida a quienes se incorporan a la comunidad parroquial, con atención especial a los que no han nacido en su contexto geográfico y cultural, que tienen una vivencia de fe cristiana que puede diferir en sus manifestaciones exteriores y espiritualidad con la vivencia cristiana de la parroquia. Con estas personas se comparten las experiencias de vida, lo que enriquecen la fe cristiana de la parroquia y le traen un aire fresco de novedad. Pueden ser nuevos llegados de otras diócesis o hasta de otras Iglesias. Es así que la comisión de AM pone la parroquia en camino sinodal, con los que encuentra a lado del camino, invitándoles a ponerse de pie y caminar juntos. Todo esto se da, como es obvio, con más facilidad en las grandes ciudades y, en las metrópolis donde están ocurriendo grandes migraciones, resultan muy cautivadoras. La comunidad parroquial acogiendo experiencias de fe que proviene de otro lugar, enriquece su propia fe. Y cuando el extraño es escuchado y valorado, se siente acogido y querido.
Son salón. La comisión de AM siente propia la preocupación por que los inmigrantes sean bien recibidos y se interesa en que se integren en la comunidad civil y eclesial local. Ellos pueden ser de cualquier credo, sin embargo todos somos criaturas de Dios, todos somos beneficiarios de la misma tierra y de la bendición de paz que los ángeles anunciaron. La comisión de AM, no sustituye a la Caritas parroquial, pero se interesa en que los beneficiarios de la asistencia se integren en la comunidad humana y cristiana donde han sido acogidos y que esta comunidad los acoja con respeto, que no surjan guetos, ni que crezcan actitudes y prácticas xenófobas. La integración de personas de diferentes culturas elimina el racismo, el tribalismo, el fanatismo, la jactancia de supremacía. El cristianismo se opone a estas actitudes porque todos somos iguales ante Dios y en la comunidad humana. Estas situaciones no se dan todavía a menudo en la diócesis de Butembo-Beni donde los “extranjeros” casi no existen. El padre Pezzi es de hecho el único europeo que se ha quedado, hasta los comerciantes que no son baNande se cuentan con los dedos de una mano, y los congoleses de otros lugares son muy pocos, espantados como son del idioma kinande. Todavía el mundo camina y tarde o temprano la Iglesia de Butembo-Beni tendrá que encarar este fenómeno mundial. Correspondería a la Comisión de Animación Misionera preparar la comunidad cristiana para un futuro que avanza sin pedir permiso.
Conclusión
El hecho que la diócesis de Butembo-Beni no necesite ser salón y tenga poca necesidad de ser puerta no quiere decir que deje de ser ventana… porque el interés por la extensión del Evangelio y de la salvación en Jesucristo es parte de la fe de todo cristiano. Sin embargo, la experiencia y la iniciativa del padre Pezzi aportan inspiraciones muy válidas para las iglesias donde llegan gentes que no han nacido ni crecido en el lugar, con diferentes experiencias cristianas, con distintas religiones, con diversas culturas. Son iglesias de vieja cristiandad donde hay mucha información, tanta que resulta confusa y donde se necesita conocer la verdad de lo que ocurre en otras partes del mundo, entre poblaciones que sufren. Poblaciones que también necesitan del apoyo de la caridad y de la promoción de la justicia.
Las Comisiones de Animación Misionera tienen la posibilidad de desarrollar métodos que permitan a las parroquias se vuelvan “universales de verdad”, esto es católicas. Si las parroquias disponen de consejo de pastoral y consejo de economía… ¿por qué no podrían tener también “la comisión de animación (o acción) misionera”?
P. Herreros Baroja Tomás, misionero comboniano, superior de la comunidad de la Curia general en Roma
P. Pezzi Trebeschi Gian Paolo, misionero comboniano en Butembo/República Democrática del Congo