Comboni, en este día

Proyecta (1878) la fundación de una misión en Uganda.
A la Sociedad de Colonia, 1871
El misionero cristiano debe trabajar, con intenso espíritu de fe y de caridad, por la salvación de las almas. Y a tal fin es necesario que, aparte de una fidelísima entrega al deber y de un celo ardiente, tenga un gran amor y temor de Dios.

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Nº Escrito
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Remitente
Fecha
131
Don Francisco Bricolo
0
Paris
22. 1.1865

N. 131 (126) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/9

París, 22 de enero de 1865

Querido Rector:


 

[979]
Mientras transmito a Scarabello un importante documento sobre los estudios científicos de los que él es ilustre abanderado, le pongo dos líneas a Ud. para comunicarle que estoy bien y que en París encuentro mejor terreno que en Lyón. Escríbame.


[980]
Una sola anécdota por ahora, y basta. Fui a ver a Aug. Nicolas para hablar con él sobre mi Plan y rogarle que me diera alguna idea, como experto en las grandes Instituciones. «Yo –le dije–, antes de entrevistarme con los miembros del Consejo de París, deseo que usted me asesore y vea qué artículos me podrían perjudicar y desagradar al Consejo, y luego iré a presentarme».

Me recibió muy bien, y gentilmente se prestó a ayudarme. Ya he ido dos veces, y me está siendo muy útil. ¿Adivina cómo?... Hoy, en una comida a la que fui invitado, en la que había ocho Obispos, entre ellos Massaia, el Arzpo. de Esmirna, dos de China, uno de Australia, etc., oí que Nicolas es uno de los ocho miembros del Consejo de París; y esta noche ha afirmado lo mismo el Provincial de los Capuchinos. Yo hago como que no estoy enterado y sigo yendo a su casa.


[981]
Todas las mañanas digo Misa con el cáliz del P. Ventura. No puedo describir mi felicidad al encontrarme ahora en París para tratar las cosas de Africa: aquí estoy en contacto continuo con los más grandes hombres del catolicismo que conocen las Misiones o han trabajado en ellas. También el Gobierno, al que fui presentado por Mons. Massaia, me acoge bien. En conjunto, mi posición en París es interesante: todos me miran con entusiasmo, y observo que la Misión de Africa Central es la más interesante del mundo. Por eso trato de no hacer mal papel. Grandes y ricos me agasajan.


[982]
Si supiesen que soy miembro del Instituto más pobre del mundo (no se cree en la extrema pobreza de nuestro Insto.), que en Verona me sustento de polenta, que nací en el Teseul, y que en el momento en que le escribo desde París sólo poseo 37 francos con 45 céntimos, más un billete de un florín, y ¡ay como la Providencia no me socorra!; si supiesen, digo, todo esto, yo no despertaría tanto entusiasmo, hasta el punto de ser visitado por Obispos, Embajadores y Contraalmirantes. Mis saludos al Superior, a nuestros queridos hermanos los Sacerdotes y Clérigos, a los jóvenes, a Hans, a las protestantes. Y escríbame por extenso.



D. Comboni






132
Conde Guido de Carpegna
0
Paris
25. 1.1865

N. 132 (127) - AL CONDE GUIDO DE CARPEGNA

AFC, Pesaro

París, 25 de enero de 1865

13 Rue de la Santé



Mi queridísimo Guido:


 

[983]
Aunque con el corazón angustiado por la incertidumbre en que me encuentro por el estado de salud de María, siento un dulce consuelo al escribirte también a ti, querido Guido, ahora que hace tanto que no te escribo ni te veo. Vivo con la ilusión de encontrarte a mi llegada a Roma, que será hacia Pascua, con un estado de ánimo muy distinto de aquel que tenías la última vez; es decir, espero que una plácida serenidad brille en tu frente, por los benéficos efectos que el haber ganado el pleito Falconieri ciertamente producirá en la economía doméstica y en la paz familiar. Nadie desea más tu felicidad, querido Guido, que tu amigo africano.


[984]
Arreglado lo esencial de las cosas familiares, debes pensar en buscarte una guapa muchacha que haga tu felicidad y la de la familia. Eso sí, tu fiel africano te aconseja y te ruega que esa joven demoiselle tenga todas las buenas cualidades del mundo, las cuales se compendian en cuatro bes, como dicen en Venecia; o sea, debes buscarte una señorita buona, bella, brava, bezzi [buena, bella, capaz, rica]. Las tres primeras condiciones no necesitan explicación; la cuarta, haz que te la explique nuestro querido y veneradísimo Conde. Beppi, Príncipe Giovanelli, porque es palabra veneciana. Estas cuatro cualidades suscitan, aumentan y perfeccionan el amor, que es lo importante de la vida matrimonial. Cuando hayas puesto los ojos en alguna, acuérdate de hacérmelo saber, para que sin haberla visto empiece yo también a amarla como si fuese mi esposa, porque va a ser esposa tuya. Mientras, rogaré al Señor que te guíe en todo momento y te permita hacer una buena elección. Esto debe colmar tu felicidad y acarrear una benéfica influencia sobre la familia Carpegna.


[985]
Dios os ha probado con mucho rigor en el pasado, casi haciéndoos pagar il-kathaia abuk; es hora de que os dé grandes alegrías. A la tempestad sigue la calma, a la noche el día: tales son los designios de Dios. Lo ansío de corazón.


[986]
Te diré, querido Guido, que estoy contento de haber conocido a la tía Anita. Su persona me resulta edificante; es una mujer santa y de valía, como pocas, y siempre tendré hacia ella una estima y veneración especial. Pero debo confesarte que me llega más al corazón Pélagie, y mucho más aún Maman. Estas dos mujeres singulares las siento más cercanas y, en fin, son más de mi gusto. Sí, bien puede ser que la natural reverencia a la edad me impida tener la misma confianza con la tía Anita; pero el caso es que las otras dos me agradan más.


[987]
Hace diecisiete días que estoy en París o, mejor, en París y Versalles. Aquí consulto y estudio, para equilibrar la obra que he ideado para Africa. Como ves, la obra es ardua y grandiosa; pero si Dios echa una mano, sale adelante. Y si Dios no echa una mano, entonces ni Napoleón III, ni los más poderosos monarcas, ni los más sabios filósofos de la tierra podrán hacer nunca nada. Así que, a dejar que Dios haga, y entonces yo, el último de los hijos de los hombres, tendré éxito. Entre tú y yo somos ricos, entre S. Francisco Javier y yo somos santos, entre Napoleón III y yo somos poderosos, y entre el Señor-Dios y yo somos todo.

¡Conque tranquilos! Te diré que en Lyón, donde estuve veinte días, encontré grandes obstáculos en un personaje de enorme influencia, valía, y poder, de los Confessorum Pontificum, el cual puede muy bien faire écouler l’Oeuvre. Yo me apresuré a improvisar ante él un diferente aspecto para mi viaje a Francia. y me trasladé a París, donde encuentro mejor terreno para preparar la obra. Esta es de una tremenda envergadura, y difícil. Pero yo no me asusto; ya me parece ser dueño de Africa.


[988]
El Plan ha sido ya impreso en Turín, y he mandado varios ejemplares de él a Maman, para que a su vez dé un ejemplar al Prof. Giovanelli y a Monseñor Nardi. A estas horas ya lo habrá leído, y habrá exclamado que Daniel Comboni está loco de atar. ¡Pues oye esto, Guido!: yo tengo una confianza extraordinaria en Dios, y pongo en práctica el sapientísimo audaces fortuna iuvat, que en lenguaje cristiano es la Providencia. Te ruego que presentes mis respetos al Príncipe Beppi y a María Giovanelli, a D. Mario y a su esposa la Princesa, y a aquellos de tus amigos que conozco. Reza por mí y dedícame siempre un pensamiento afectuoso, como hace por ti



Tuyo afmo. Daniel



Por favor, da de mi parte el más respetuoso saludo a Papá, y dile el gran afecto que le tengo. También a él le escribiré unas líneas.






133
Don Francisco Bricolo
0
Paris
5. 2.1865

N. 133 (128) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/10

París, 5 de febrero de 1865

Mi muy querido Rector:
 

[989]
He recibido ya su estimadísima del 20 pdo., por la que entiendo que los sentimientos del Superior hacia mí no han mejorado. Veo que lo que sufro y he sufrido hasta ahora por esto no es sino el preludio de más fuerte tormenta, de más terrible aflicción. El meterme a luchar abiertamente con un santo Viejo no haría más que multiplicar los rencores y provocar mayores males, porque yo, cantidad negativa al lado de un D. Mazza, saldría perdiendo siempre. Por otro lado, si bien examino mi conciencia, aunque lleno de defectos y debilidades, veo que no hay ningún motivo por el que yo merezca ser apartado del Insto. Comprendo que el haber desempeñado cometidos graves y delicados, aunque en edad no avanzada; el haber viajado mucho; el haber vivido a menudo a mi total libre albedrío en países extranjeros, con el solo testimonio de Dios, puede suministrar a quien me quiere mal argumentos o sospechas de haber merecido del Superior tan grave castigo, sin que yo pueda exponer alegatos en mi defensa. Veo, en suma, mi posición con respecto a nuestro buen viejo.


[990]
Pues bien, ese Dios que es testigo de mis actos, de mis sentimientos, de mi corazón, ese amado y amable Jesús, se encargará de defenderme o de darme fuerzas para soportar el peso de mi aflicción.


[991]
Sigo, pues, su consejo y el de nuestro querido y venerado amigo D. Calza, modelo de grande y verdadera amistad, y me callo. Me arrojo en brazos de la Providencia, que me llevará siempre por sus adorables caminos.; me entrego a Jesucristo y a la Reina de los Mártires, y en estos dos Corazones Sacratísimos pongo mi esperanza y mi consuelo.


[992]
Que el buen viejo vaya diciendo que ya no pertenezco al Insto., abajo de la cuesta, y en la plaza, y en Canterane, y al Obispo, y al Papa; que Fulano, Mengano y Zutano piensen y digan lo que quieran de mí: nada me importa. Jesús y María, que sufrieron por los justos y por los pecadores, tendrán piedad y cuidado de mí; y si el buen viejo me ha abandonado, seguro que no me abandonarán Jesús y María. Guardaré siempre el más vivo agradecimiento hacia el Superior y el Instituto, y también hacia los que me persiguen, y rogaré siempre al Señor por todos.


[993]
Ya es buena señal que Dios golpee de este modo: cuanto más se sufre aquí, menos se sufrirá allí. Las tempestades son necesarias a fin de fortalecer el corazón para las batallas.


[994]
Quizá el Señor desea que sufra en mis cosas de Africa, para mejor aguerrirme contra las dificultades que se presentan a la ejecución de mis proyectos. Y si nada de eso quisiera de mí el Señor, sabré abrazar con su ayuda el dolor y la humillación, porque los tomaré como pago de mis culpas, y porque Jesús sufrió, María sufrió, San Pablo sufrió, San Francisco Javier sufrió, y los pecadores convertidos han sufrido. Venga todo lo que Dios quiera: nunca dejaré de bendecir al Señor, y exclamaré siempre con San Agustín: hic ur, hic seca, …… etc. (Ud. me entiende, no me acuerdo)...


[995]
Nada le voy a decir de mis asuntos. La Propagación de la Fe, la Santa Infancia, la Obra de las Escuelas de Oriente, cuando vayan viendo que se hace realidad una obra en Africa, en la medida de sus fuerzas acudirán en ayuda de cada una de las obras emprendan en las diferentes Misiones. Propaganda nunca toma la iniciativa de una obra, dado que siempre declina toda responsabilidad. Mi viaje a Francia es utilísimo, porque despertará gran interés en favor de Africa, y a su tiempo rendirá frutos.


[996]
Entre otras cosas, he pensado solicitar del Papa que dirija una alocución al Consistorio de los Cardenales, para instar a todos los católicos del mundo en favor de Africa; ya he escrito al Cardenal sobre esto. Espero persuadir a Monseñor Massaia, y a los Padres del Espíritu Santo, que tienen Senegambia, Sierra Leona, las Guineas, Senegal y Zanzíbar, a que hagan lo mismo. Para dar un empujón al plan general que trato de poner en marcha, lo difícil es convencer a los diferentes Jefes de todas las Misiones Africanas de que nombren un representante en Roma, para comunicarse mutuamente las enseñanzas de una experiencia práctica. Poco a poco impulsaré la formación de un Comité, y trataré con el Papa de la creación de una Congregación especial para Africa, presidida por un Cardenal, y dependiente del Prefecto General –en la actualidad, Barnabò–, como ahora está constituida la Congregación de Ritos Orientales.


[997]
Me parece necesario y utilísimo para concentrar en Roma un mayor interés en favor de Africa. Esta se puede definir –así lo escribí desde París a Roma–, como la raza negra invadida o amenazada de invasión por el Islamismo, condición harto deplorable, en la que ninguna otra parte del mundo se encuentra. Por lo tanto me parece útil, y casi diría necesario, encaminar poco a poco mis esfuerzos a esto; y se necesitarán muchos años. Mientras, me dedicaré a emprender y promover lo poco, desplazando sobre todo el centro de actuación hacia la mitad oriental de Africa. De momento, nada se puede hacer por el Centro desde la parte occidental, del Ecuador a Gibraltar, porque las fechorías de las Naciones Católicas en el siglo pasado, cuando con toda clase de violencia se llevaron de aquellos lugares más de catorce millones de esclavos para trabajar en las minas americanas, han dejado tal poso de odio contra los blancos, que no sólo los blancos, sino también los negros de Senegambia, Sierra Leona, Dahomey y las Guineas que se adentren cincuenta leguas en el interior, son muertos en el acto. Las colonias portuguesas del oeste y del este de Africa carecen de obreros evangélicos a causa del antagonismo existente entre Roma y Portugal por la elección de Obispos; y el Nuncio Aplico. de Lisboa, encargado de la reconciliación, nada ha conseguido, y acaso nunca consiga nada, porque la Sociedad se encuentra ya invadida por la masonería.


[998]
Así pues, mis esfuerzos se concentrarán en promover operaciones en la parte oriental, donde espero que el Instituto habrá de desempeñar un gran papel, si Dios quiere.

El día de S. Juan Crisóstomo, Protector de la Obra de las Escuelas de Oriente, fuimos a una gran Fiesta a Notre Dame des Victoires. Monseñor Massaia era el Celebrante; yo, el Ayudante; el Arzpo. de Esmirna, el Predicador. La iglesia, donde fue fundada la Archicofradía del Corazón de María, se hallaba atestada de gente, en su mayoría de la alta sociedad. Después de la predicación del Arzobispo, se levantó Mons. Soubiranne, Director de la Obra, y señalando al Apóstol de los Gallas y al misionero de Africa Central, pronunció una conmovedora alocución de tres cuartos de hora, que dejó a los asistentes al acto sobrecogidos, sobre todo por los desastres de Africa Central. Por la tarde recibimos visitas de todas partes, y quedamos convencidos del gran interés que se tiene por Africa. Ese día dije misa por el Marqués Octavio de Canossa.


[999]
He hecho una gran amistad con Aug. Nicolas, y con sus nueve hijos y su esposa. Es un catolicazo, con un cariño por la religión y por la Iglesia como nunca vi igual. Me ha regalado su última obra escrita contra Renan, y quiere que vaya a verle a menudo. Estudió mi Plan y me dio su opinión: que para conseguir óptimos resultados debería ir unido a la fundación de una Congregación a este efecto. «La Iglesia –me decía el jueves, todo conmovido– siempre ha tenido quien dévouement complet s’immole et se sacrifice por difundir su fe: usted ha preparado este Plan que revela su dévouement à l’Eglise, y conseguirá ganar para ella muchos hijos entre los africanos. Pero aunque todos sus esfuerzos resultaran vanos, el mero hecho de proponer tal Plan le hace benemérito ante la Iglesia y ante la sociedad.»


[1000]
Esto me consuela mucho, a pesar de que mi corazón no estaría nada satisfecho si el resultado fuera nulo. Ciertamente, la opinión de este insigne católico y apologista me sirve de gran estímulo para continuar la obra emprendida. Nicolas me enseñó la fotografía del Párroco de los Santos Apóstoles, D. Caprara, y me dijo: «Aprecio mucho a este Sacerdote: aunque sea mediante nuestra correspondencia, y él me escriba en italiano y yo a él en francés, veo que debe de tener un alma muy bella, y debe de estar tout dévoué à son ministère». Le digo a Ud. que la amistad de Nicolas me es muy grata y me llega a lo hondo. Y sus hijos tienen el mismo corazón que él. El que lleva cinco años de abad, es dominico. Es una buena conquista de Lacordaire, me dice Nicolas.

Versalles, 5 de febrero de 1865




[1001]
Tanto los Capuchinos de París como los de Versalles, me quieren mucho. Yo sigo siendo el compañero inseparable de Mons. Massaia; hace veinticinco días que estoy con él, y veo y comprendo que es un santo varón. Su apostolado entre los Gallas es uno de los más interesantes de la Iglesia. Ha estado ocho veces encarcelado, dos veces condenado a muerte, dos veces exiliado: en suma, para mí es un portento de celo y sabiduría. Le he convencido de que vaya a Verona, e irá a ver al Superior y a la gente Insto. El dará al Sup. y a D. Beltrame muchas ideas para la misión de Africa. Estoy seguro de que nuestro buen viejo, D. Beltrame y todos los del Insto. se alegrarán de su visita. Tiene en gran estima a nuestro Insto., y lo va a apoyar mucho en Propaganda: después de haber hablado con el Superior podrá, donde éste lo crea necesario, sacar a relucir el Plan del Superior. He acordado con él que, una vez que se haya despedido de Roma, haré que lo llame el Cardenal.


[1002]
Le ruego que promueva en Verona la Obra de las Escuelas de Oriente. Su Director se ha tomado Africa muy en serio, y se ha encargado de suscitar un gran interés por ella en los anales de su obra. Ha escrito a su corresponsal ordenándole que le envíe fascículos; léalos, y verá que es una obra eminentemente católica. Quisiera que Ud. hiciese un centenar de Socios entre Verona y la Diócesis. Yo me ocuparé de difundirla por todo el Véneto. Es obra que con el tiempo alcanzará las mismas proporciones que la Obra de Lyón y París. Yo me he incorporado a ella. El Director, que es para mí como un hermano, me dijo: «De ahora en adelante, Africa será la meta de mis esfuerzos». Ya comprenderá que, a su debido tiempo, en la Oeuvre des Ecoles d’Oriente, Africa tendrá un gran apoyo material.


[1003]
Estoy contento de haber hecho también amistad con Teodoro Ratisbonne, el autor de la vida de S. Bernardo. Me viene a ver a menudo. A finales de este mes llegará de Jerusalén también Alfonso, y seré feliz de volver a abrazarlo, después de catorce meses sin verlo. Lo encontré el año pasado en Francfort. Callo las muchas consolaciones que Dios me da en París. Estoy muy relacionado con el P. General del Espíritu Santo, y con Mons. Etienne, General de los Lazaristas. He ido dos veces, con Mons. Massaia, a ver al Arzobispo de París; pero es un galicano a machamartillo.

Me ha sido muy grato recibir una cartita de la buena De la Pièrre. Veo que conserva buenos sentimientos, y está llena de gratitud. No así la alemana, que desde mi marcha de Verona no me ha escrito nunca, y que ni siquiera ha dado a nadie saludos para mí.


[1004]
El bien siempre es preciso hacerlo sólo por la gloria de Dios y por el bien de las almas, y luego esperarse palos de los beneficiados. Pero no importa. El Obispo de Ginebra todavía no me ha enviado el informe sobre la hermana de De La Pièrre; pero me escribe que se ha tomado el asunto con interés.


[1005]
Saludos al Sr. Obispo, y dígale que el Obispo de Bayeux tuvo un ataque de apoplejía; pero ya está fuera de peligro, y curándose. El Canónigo Dò va a ayudarme a conseguir documentos de su venerable Antepasado.


[1006]
Siento gran pesar por la desgracia ocurrida a nuestro querido D. Beltrame. Cuánto siento no estar en Verona para aliviarle por un instante el dolor. Recuerdo con cariño y agradecimiento el piadoso oficio de consolador que ejerció conmigo en Africa Central, cuando me llegó la noticia de la muerte de mi madre. En aquellos días, D. Juan fue mi consuelo. Salúdele de mi parte de todo corazón, y dígale que celebraré una misa, y dos, en Notre Dame des Victoires. Saludos también a mi querido D. Jerónimo, a quien aprecio tanto.


[1007]
Respecto a Farinato, yo que creo que con decir que arreglaremos cuentas no lo he ofendido. Dígale que tenga paciencia; que a mi vuelta a Verona, no perderá nada: él sacará sus anotaciones, yo las mías, y, llegados a un acuerdo, se le abonará todo. Lamento este disgusto sobre todo por su mujer, que tan buena es con nosotros, y que tan buena fue conmigo.


[1008]
Me duele que las cosas del Insto. vayan mal, y, de estar en condiciones, yo acudiría en su ayuda. Pero, ¿qué voy a hacer, si no tengo un céntimo en el bolsillo? ¡La Providencia intervendrá! Confiemos en Dios.



Su afmo. Daniel




[1009]
[Al margen:] No estoy dispuesto a irme del Insto. Los cuatro de S. Jorge no han hecho un digno papel. Que el Señor disponga: fiat.






134
Card. Alejandro Barnabò
0
Paris
25. 2.1865

N. 134 (129) - AL CARD. ALEJANDRO BARNABO

AP SC Afr. C., v. 7, ff. 707-710v

París, 25 de febrero de 1865

Eminentísimo Príncipe:


 

[1010]
La venerada carta que V. Em.a dignóse enviarme a Lyón, se refiere a tres puntos: 1.o, mi Plan para la Regeneración de la Nigricia presenta muchas dificultades para su ejecución; 2.o, es preciso que los Superiores de las diferentes Misiones de las costas africanas se concierten y hagan el Plan para el Centro de Africa; 3.o, no se ve la necesidad o utilidad de un nuevo Comité.

Dejando bien sentado que yo acojo con sincera veneración y con total sumisión el juicio de V. Em.a Rma., me apoyo en su eximia bondad, que inspira ánimo y verdadera confianza, y me permito exponerle alguna pequeña observación.


[1011]
En primer lugar, yo estoy convencido de que el Plan presenta muchas dificultades. El problema, que yo oso abordar, es de por sí sumamente difícil: dieciocho siglos todavía no lo han resuelto. Pero dado que este gran problema es de la mayor importancia y digno de todo el dévouement del Sacerdote católico, y precisamente también por sus dificultades, yo me siento incitado a redoblar los esfuerzos para meditar sobre él, procurar que los más grandes hombres lo hagan suyo, despertar el máximo interés hacia él, y conseguir que los buenos eleven sus más fervientes plegarias para obtener de Dios la gracia de ver alguna luz y encontrar alguna vía de solución. La deplorable miseria de los pobres negros pesa inmensamente en mi corazón, y no hay sacrificio que yo no me sienta dispuesto a aceptar por su bien. Si V. Em.a no aprueba un Plan, haré otro; si tampoco acepta éste, prepararé un tercero, y así hasta la muerte.


[1012]
El corazón de V. Em.a , que más que cualquier otro en el mundo está inflamado de amor por las Misiones y especialmente por Africa (lo prueban elocuentemente las misiones africanas fundadas por V. Em.a en el último decenio), será tan bueno de excusar mi insistencia. Quizá logre yo abandonar alguna vez la etérea esfera de las ideas para bajar a lo concreto de una experiencia práctica. No espero ver nunca un Plan para la Conversión de Africa Central que no ofrezca grandes dificultades. Si todo Proyecto de grandes Obras, como demuestra la Historia, siempre va acompañado de alguna utopía, ¿he de esperar ver un proyecto sobre Africa, problema dificilísimo, libre de ellas? Me parece que para una Obra de tanta envergadura no es inoportuno intentar algo, incluso a través de grandes dificultades.


[1013]
Para lograr este objetivo yo proponía, entre otras cosas, la cooperación más o menos activa de los Vicariatos y Prefecturas aplicas. ya existentes en las costas de Africa también habitadas por gente de raza negra, porque, aparte de otras mil ventajas, se podrían encontrar puntos limítrofes con el interior que resultasen adecuados para establecer nuevas Misiones, en las que concentrar más energías para formar allí sólidas Cristiandades. Comprendo que para obtener esta cooperación tan eficaz V. Em.a , en su sabiduría, opine que, tratándose de negros, obra a la que deben concurrir todas las Misiones de las costas de Africa confiadas a diversas Corporaciones religiosas, y con la cooperación de Sacerdotes de diversas naciones, es conveniente que los Superiores se pongan de acuerdo entre ellos y elaboren el Plan.


[1014]
Si los Superiores de las Misiones Africanas pudieran concertarse y unirse espontáneamente, e hiciesen un Plan, no habría nada mejor en el mundo. Pero me temo que esos Superiores, los cuales tienen bastantes problemas ya con sus propias Misiones, en cuya gestión concentran sus más generosos pensamientos, no se unirán nunca espontáneamente sin ser invitados a ello por V. Em.a Rma y por Propaganda. Si una persona particular les instara a elaborar un Plan y a ponerse de acuerdo entre ellos en beneficio de una Obra tan ardua para las misiones del interior, sobre las cuales no tienen jurisdicción, esos Superiores, con toda razón, se negarían. Sólo V. Em.a puede inspirar ese acuerdo y esa unión o confederación, condición absolutamente necesaria para realizar algo positivo por la Nigricia Central; en este caso, creo que prestarían su valiosa cooperación.


[1015]
Según mi corto alcance sería lo más oportuno, estoy convencido, que quien sudó durante algunos años en Africa Central, y tiene mejor conocimiento de las condiciones de aquellos remotos países, presentase un Plan para la Regeneración de la Nigricia. En tal caso, antes de que Propaganda decidiese nada, creo que no estaría fuera de lugar que invitase a examinar el Plan para la regeneración de los pueblos negros del interior a los diferentes Superiores de las Misiones de las costas africanas, quienes intercambiando ideas y observaciones, fruto de una larga experiencia con la raza negra, podrían dilucidar grandemente un problema tan arduo, y acaso proponer el medio más seguro para una útil realización. Tengo la certeza de que V. Em.a sabrá, en su benevolencia, perdonar que yo le exprese esta opinión mía.


[1016]
Por otra parte, mientras le manifiesto mi impresión de que la salvación de la Nigricia depende del auge de la Fe en las costas de Africa, y de la unidad de método empleado en todos los puntos adecuados para organizar las obras preparatorias para las Misiones del interior, me atrevo a recordar que V. Em.a Rma. me hizo concebir en Roma la esperanza de que con tal fin iba a mandar una Circular a los Jefes de las Misiones de Africa (y en tal caso mejor sería enviar la Circular sólo a las Misiones del continente africano, y no también a los de las islas, como las Seychelles, Madagascar, Mayotte y Fernando Poo), y esto después de asegurarse V. Em.a de contar con los medios pecuniarios y materiales. A mí me parece que V. Em.a podría ya hacer la mencionada Circular. Estoy seguro de que actualmente se podrían prestar a la gran Obra bienes materiales para la fundación de muchos Instos. en las Misiones, porque es grande y admirable el interés que se está despertando hacia toda Africa, y que afecta de modo especial a la Obra de la Propagación de la Fe de Lyón y París. De esto tengo pruebas incontrovertibles. Además, tengo la esperanza de que concurra la Santa Infancia, que ya socorre a bastantes Misiones de Africa. La Obra de las Escuelas de Oriente me ha asegurado su especial cooperación.


[1017]
La Sociedad de Colonia, obra aprobada por la Iglesia para la educación de los negros, con carta del 6 del cte., sin haberla yo pedido, apenas conocidos mis proyectos por medio de otros, me ha ofrecido especialmente su total asistencia. La Sociedad de María de Viena, que siempre tiene el prurito de ayudar a los austríacos, y las obras católicas austro-africanas, se mostraría bastante favorable, y promoviendo mayor movimiento en el Imperio Austríaco y en el Véneto, resultaría muy útil para el plan. Si bien aseguro a V. Em.a todo esto, no me atrevo, ni me parece conveniente, que yo induzca a estas Pías Obras a darle documentos especiales. A Ud. le corresponde decidir en qué caso interesa su colaboración. Sólo yo puedo presentar a V. Em.a el documento de la Sociedad de Colonia.


[1018]
Mientras, estoy convencido de que nunca se podrá organizar ninguna Obra estable y duradera para la conversión del Centro de Africa, sin enfocar de una manera general y total la raza negra, formando una especie de confederación entre las distintas Misiones de las costas Africanas para que se presten recíproca ayuda, y estableciendo una unidad de método aplicable en los diversos puntos, que inspire la obra de las Misiones del interior; unidad que sólo Propaganda puede suscitar y promover. Creo que la deplorable situación moral de Africa en general se puede definir así: «La raza negra encorvada bajo el yugo del fetichismo, la cual en parte está invadida, y en parte amenazada de invasión, por el Islamismo». Propaganda conoce por experiencia lo difícil que es ganar a un negro ya hecho víctima de la infame ley del Corán. Además debo añadir que la propaganda musulmana extiende continuamente su imperio en el centro de Africa, y todo lo que pierde en Europa lo gana entre los negros. Por eso, cuanto más se demore la propagación de la verdadera fe en Africa Central, tanto mayores e insuperables se harán las dificultades en el futuro para implantar allí el Catolicismo.


[1019]
Por eso, reflexionando sobre esta especial y crítica situación de Africa, la más infeliz parte el mundo, y sin duda la más abandonada –como también la más difícil de evangelizar por las particulares circunstancias que se oponen a su conversión–, me parece que es necesario hacer en lo concerniente a ella las más serias y especiales consideraciones, y llamar al respecto la atención del mundo católico: creo que para Africa debe hacerse una Obra especial.


[1020]
Pues bien, un nuevo Comité, compuesto por miembros entusiastas y activos, que, respetando la integridad de la jurisdicción de cada una de las Misiones y la total y exclusiva influencia de las pías Obras ya existentes que socorren a aquéllas, concentre su actividad en preparar Obras para coadyuvar de mil maneras a la propagación de la Fe en la vasta extensión de Africa Central, promueva allí los intereses y el espíritu de Europa y tienda a crear nuevos medios y nuevas fuerzas para el mismo fin bajo una sola inspiración, me parece no sólo oportuno, sino también utilísimo.

Quizá la Sagrada Congregación podría tener un medio más seguro de obtener mejores resultados que un Comité extra urbem: sería temerario que un pobre e inepto sacerdote como yo pretendiese hacer sugerencias a una autoridad tan elevada e iluminada, que está guiada por sobrenatural sabiduría y caridad. Yo sólo puedo hablar del Comité que osé proponer, el cual, además de promover entre los católicos el interés por Africa, buscar ayudas suplementarias para las misiones de la misma y formar buenos misioneros y artesanos en Europa para aquellos lugares, desplegaría una gran energía en los sitios más oportunos, y sobre todo en la parte oriental de los países del interior situados entre Nubia y Zanguebar, que por la considerable elevación del terreno sobre el nivel del mar tienen puntos importantísimos con un clima templado, donde se podrían cultivar buenas semillas y formar apóstoles para el Centro.


[1021]
Cierto es que, por razones justas, veo la necesidad de modificar las atribuciones del Comité, y sobre todo:

1) El Artículo 3.o, donde el Comité debe limitarse a proveer los medios pecuniarios y materiales para las Obras preparatorias de Europa, como sería la fundación de pequeños Seminarios y pequeñas escuelas de oficios, para proveer a las misiones y a los Institutos de Africa de misioneros y buenos artesanos, dejando a las Pías Obras para la propagación de la Fe (las cuales por eso tendría mayor desarrollo en el mundo católico) el socorrer a las misiones que se fundarían en Africa y a los Institutos que se fundarían en las misiones ya existentes (teniendo datos seguros de que la Obra de la Propagación de la Fe y las otras obras concederían ayudas especiales ad hoc).

2) El Artículo 5.o, que no es necesario.

3) El Artículo 7.o, que es inútil, ya que ahora se está tratando aquí en París de instituir una Sociedad encargada de publicar una Revue des Missiones Etrangères, para suplir la escasez de noticias de los Anales de la Prop. de la Fe (Sociedad que ahora es mejor vista por el Consejo central de Lyón y de París, con el que está en tratos).


[1022]
Por otra parte, doy las gracias a V. Em.a Rma., que sabiamente me sugirió venir a Francia, donde los estudios que he llevado a cabo, y las observaciones que estoy realizando sobre varias obras africanas e instituciones católicas, me ayudan a ver más claro lo que se podrá hacer para lograr algo positivo en favor de la Nigricia.


[1023]
Perdóneme V. Em.a si me atrevo también yo a hacerle la súplica que le elevó días atrás Mons. Massaia, sobre la idea de proponer al Santo Padre que pronuncie una alocución en el Consistorio en favor de Africa. ¡Cuán admirable espectáculo, el que nos impresionó recientemente! ¡El sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, por todas partes amenazado y acosado por sus feroces enemigos, en el momento más crucial, cuando parece que el furor de las fuerzas del abismo ha logrado arrollarle y vencerle, entonces, tranquilo e impertérrito, casi riéndose de las amenazas de los seguidores de Satanás, incluso, diría, casi compadeciéndolos, alza su voz apostólica que es oída en todo el orbe, y con su famosa Encíclica confirma a sus hermanos en la fe, instruye a sus hijos en la pureza de la perfecta doctrina, y condena los errores de la moderna sociedad de los impíos, que con sacrílego intento procuran romper la inconsútil vestidura de esa majestuosa Reina, vencedora de los Reyes y de las naciones, que ve pasar maravillados los siglos ante ella, cuya voz resuena del orto al ocaso, y cuyo manto cubre a los pueblos, como el dosel del cielo cubre al mundo!...


[1024]
¿Qué impresión se produciría en el corazón de todos los fieles si la misma voz con la que el inmortal Pontífice ha fortalecido e instruido a sus hijos hiciera oír una palabra de compasión y de paz en referencia a tantos millones de otros míseros hijos suyos que yacen sepultados en las tinieblas y sombras de muerte, pronunciando una conmovedora alocución en favor de Africa? Seguro que se provocaría un gran interés por los pobres negros, se encenderían nuevas luces, se suscitarían nuevas ideas, se emprenderían nuevas empresas, y al mismo tiempo el mundo católico, asombrado, tendría un nuevo motivo para persuadirse que de al timón de la gran nave de Pedro, sacudida por los soplos malignos de los espíritus infernales, y zarandeada por el oleaje del tormentoso océano de las humanas pasiones, vigila el más experto piloto, que trata de llevar directamente al puerto de la salvación la preciosa herencia de la Iglesia de Cristo, todas las naciones del mundo: dabo tibi gentes ereditatem.

Lleno de respeto, y en el absoluto acatamiento de sus ideas, beso la sagrada Púrpura y me declaro



De V. Em.a Rma.

hum. e indignmo. hijo

Daniel Comboni




[1025]
El Santo Padre, que ha hablado en favor de Polonia y para otros fines de menor importancia, sin duda acogería la súplica de V. Em.a Rma., que aboga por sus hijos de Africa.






135
Don Francisco Bricolo
0
Paris
7. 3.1865

N. 135 (130) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/11

París, 7 de marzo de 1865

Querido Rector:


 

[1026]
Por ahora, sólo un saludo. Le incluyo una carta en lengua galla, escrita por Mons. Massaia a los cuatro jóvenes negros, en la que les envía su bendición como Padre de los Gallas. Haga que la lean tanto el de Zevio como el del Hospital y los dos de Venecia, y que escriban una cartita en galla a Monseñor.

Ya he empezado a aplicar las Misas que, con gran placer por mi parte, Ud. me encargó. Hasta ahora decía misa por el Papa. Llévelo apuntado todo, que en Verona ya arreglaremos cuentas.


[1027]
Tengo muchas cosas que escribir, pero me falta tiempo. Yo estoy muy bien. He trabajado mucho y predicado aquí en París, y veo un agitado pero hermoso futuro para Africa.

Encomiéndeme a las oraciones de nuestros Sacerdotes y Clérigos y a las de los jóvenes del Insto. Le agradezco las muchas noticias que me dio en su última carta. Escríbame ampliamente.

Mande a mi portero que me compre en Piazza Navona dos paraguas de tela de algodón de tres esváncicas cada uno. El día 15 de febrero, al volver de las Tullerías, donde estuve presente en la apertura de las Cámaras y oí al emperador pronunciar su discurso, perdí mi paraguas de seda. ¡¡Nunca más paraguas de seda!! Ruegue a S. José por



Su afmo.

Daniel Com.






136
Don Francisco Bricolo
0
Paris
22. 3.1865

N. 136 (131) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/12

París, 22 de marzo de 1865

Querido Sr. Rector:


 

[1028]
El Señor me ha sometido a una pequeña prueba. Agarré un fortísimo gripazo, que aún no se me ha pasado, y en la cara llevo las huellas de la fiebre terrible que tuve y me atormentó la semana pasada: fiat! Cuando Dios quiera, pasará todo. Tengo el consuelo de estar aquí con un santo varón, que me quiere como a un hijo, me rodea de mil atenciones, y hasta me hace de enfermero. Cuanto más estudio y trato a este hombre santo, más admirable me parece. Si desde el principio hubiese apuntado lo que él me dice (ya que todas nuestras conversaciones giran sobre Africa y sobre todo lo que con Africa se relaciona), ahora tendría un pequeño tesoro, y podría escribir cosas interesantes y edificantes. El fue bastantes veces encarcelado, muchas puesto en cadenas, ocho veces desterrado, y otras tantas condenado a muerte.


[1029]
En Abisinia, Abba Selama predicó en nombre del emperador la cruzada contra él, como primer obispo que entró en Abisinia y en la tribu de los Gallas. Y en 1863 compareció encadenado ante el emperador Teodoro, que estaba dispuesto a condenarlo a muerte, después de haberlo buscado inútilmente durante ocho años; sin embargo, después de una larga conferencia, el emperador tembló y lo colmó de honores. En aquellas circunstancias estuvo dos meses encadenado, siempre al raso, día y noche, y a menudo pasó la noche bajo la lluvia y en el barro. El Obispo, mirabile dictu, estuvo quince años descalzo, sin llevar nunca ni zapatos, ni calcetines, ni sandalias, ni nada.


[1030]
A mí, que conozco Africa, donde no hay caminos y sólo espinas y abrojos, esto me impresiona enormemente. Este hombre, de extraordinaria sencillez, pero muy culto, llevó la vida más santa, de la que conozco muchos datos. Conservo las toscas sandalias que llevó en sus primeros tres años en Abisinia, cuando fue allí para consagrar Obispo a Mons. de Jacobis: se las he robado, y ahora las guardo como una reliquia. Tiene una impresión muy buena de mis ideas. No se atreve a emitir un juicio sobre el plan en general; pero dice que es el plan que él presentó a Roma en 1850. En cualquier caso, Mons. Massaia es un hombre que me puede favorecer. Por eso, habiéndome pedido que le ayudase en la publicación de su catecismo y gramática galla, de cuya impresión se ocupa la Imprenta imperial sin que Monseñor gaste un céntimo, me quedo en París con él por algún tiempo.


[1031]
En cuanto a mis asuntos con la Propagación de la Fe y otras Sociedades, lo tengo ya todo sabido y tratado. La cuestión del dinero es de menor importancia. A medida que se establezcan los Instos. allí, habrá los necesarios recursos pecuniarios para Africa. Lo difícil es ponerse de acuerdo con los regulares, tanto en lo concerniente a las fundaciones de Europa como, sobre todo, en lo relativo a las jurisdicciones. Esto me tendrá muy ocupado en el futuro. Lo cierto es que he conseguido despertar gran interés en Francia en favor de Africa. Ya está dado el primer paso: espere ahora a que el Papa hable en el Consistorio cuando lo crea oportuno, y verá el efecto que produce la palabra del Vicario de Cristo. Estoy seguro de que en unos años habrá una gran actividad en pro de Africa. He ofrecido mi empresa a los pies de María en Notre Dame des Victoires, que tiene veinte millones de socios. Allí haré una predicación sobre Africa en una de las fiestas de reunión de los socios. El Sagrado Corazón de María arreglará lo que nosotros no sabemos más que estropear.


[1032]
Le ruego que vaya a S. Peretto a hablar con el Vicario o con D. Francisco Zamboni, para anotar el número exacto de socios de la Cofradía de Verona (creo que son 200.000), y que luego me mande ese número a París: es un encargo que me ha hecho el Director de Notre Dame. Por mi parte, en los Anales de allí, que salen dos veces al mes, he escrito un artículo sobre D. Zecchini, promotor de la obra en Verona.


[1033]
Tuve algunas conversaciones con Montelambert, a quien encontré en casa del Barón du Havelt; me agrada mucho más mi querido Nicolas, con el que he estrechado una gran amistad. Tengo una carta del Vic. del Card. Wiseman, quien me aseguraba que el Card. iba a promover en Inglaterra la Obra de Africa. Pero el Cardenal ha muerto: requiescat in pace.


[1034]
He escrito al superior el 10 de marzo, el día de su cumpleaños, y además le he transcrito una carta que Mons. Massaia escribió sobre mí al Cardenal Barnabò. Cuando me escriba, hágalo por extenso y sobre muchas cosas. Yo siempre estoy alegre, y ya consagrado a Dios, dispuesto a todo lo que El quiera de mí. Ciertamente, la Obra de Africa encontrará dificultades de todo género. Ayudado por la gracia, trataré siempre de actuar según la inspiración de Dios, para hacer en todo su divina voluntad y cooperar, si Dios lo quiere, en los designios de su misericordia para los pobres negros.


[1035]
Encomiéndeme a las oraciones de los buenos. Mis saludos al Superior y a todos los sacerdotes. Vuelva a escribirme sobre cómo van los asuntos de los Bettanini con las Hermann, y salude a D. Tilino. También a Hans, y dígale que su tío se acuerda siempre de él. Le mando un retrato de Monseñor Massaia con un autógrafo suyo; desearía mandar uno similar al Superior, haciendo que el Obispo pusiera una inscripción análoga, como p. ej.: viribus unitis, trabajamos por Africa, etc., pero temo que me la rechace desdeñosamente. En todo caso, dígame su opinión; y si el Superior aceptase ésta, a Ud., mi querido Rector, le mandaría otra enseguida. Haec inter nos.


[1036]
Recuerdos a Tregnaghi, a quien escribiré dentro de pocos días; a D. Brighenti, D. Fochesato, D. Tomba, y a todos los Sacerdotes, Clérigos y jóvenes; así como a Farinato y su mujer, a mi portero, a mis protestantes, etc., etc. ¡¡Cuántas cosas interesantes podría escribirle sobre París y su posición de cara a la Iglesia!! Pero no tengo tiempo, ni fuerza, etc. Déme noticias de mi chavalote, Víctor, y a él saludos.



Suyo afmo.

Daniel.






137
Don Francisco Bricolo
0
Paris
5. 4.1865

N. 137 (132) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/13

París, 5 de abril de 1865

Mi querido Rector:


 

[1037]
Esperaba con ansia una carta suya, pero mis esperanzas se han visto defraudadas: bendito sea siempre el Señor. Tengo la certeza de que este silencio no está motivado por nada que indique disminución de afecto hacia mí. Estoy seguro de vivir en su recuerdo, como Ud., nuestro santo viejo el Superior, y todos los miembros del Insto. (sin excluir a mi portero) viven y reinan en mi corazón. Tendría mucho que escribirle de cosas muy interesantes; pero habiendo un asunto importante para mí, dejo todo y me centro sobre éste.


[1038]
Entre paréntesis: Habrá recibido una nota de las Obras impresas por el célebre abate Migne. En lo que a tratados sagrados y eclesiásticos se refiere, la imprenta Migne es la primera del mundo. Habiendo yo acordado con el abate Migne un contrato para el Capítulo de la Catedral de Turín, al visitar sus inmensos talleres, donde hay doce millones de francos solamente en planchas de caracteres, me vinieron ganas de proveer a nuestro Insto. de todas las obras eclesiásticas. Después de pensar y estudiar el modo de llevar a cabo esta idea, hable con el Ab. Migne, y me pareció que sin problemas podremos tener una hermosa y utilísima Biblioteca mediante las correspondientes aplicaciones de Misas. El Ab. Migne aceptaría estas aplicaciones, ya fuesen incluso cincuenta mil, y daría toda su biblioteca; simplemente con dos mil aplicaciones da ya toda la Patrología, que son todos los Padres griegos, latinos, etc.


[1039]
Ahora, el Superior tiene treinta aplicaciones cada día, las cuales, por falta de limosnas, van siempre para el Papa. ¿No podía Ud. hablar con el Viejo? No le diga que se ha enterado de esto por mí, porque con las pocas simpatías de que ahora gozo ante él, podría dar un no rotundo; haga como si hubiera recibido esta noticia de otras fuentes. Piense, hable y escríbame.


[1040]
Ahora paso al asunto sobre el que me quiero extender en esta carta, y que le parecerá extraño, como me lo pareció a mí. Adoro en esto los designios de la Providencia, y bendigo a Jesús, que sufrió siendo inocente, mientras que al fin y al cabo yo soy un pobre pecador. Su Eminencia el Cardenal Barnabò, escribiendo a mi querido Mons. Massaia, Obispo de Cassia, declaró que Comboni no pertenece ya al Insto. del Canónigo Mazza de Verona. Monseñor se quedó estupefacto, y yo también; porque no creía que las cosas se hubieran puesto de tal modo como para llegar hasta Roma, con la cual ahora tengo que tratar asuntos muy delicados e importantes, con peligro de que haya al respecto repercusiones poco gratas. Mi querido Rector, esto es así: el buen viejo, por razones y fines sin duda buenos, que yo siempre respetaré, ha hecho saber a Roma, directamente o por medio de otros, que yo no soy ya del Insto. Mazza.


[1041]
Aunque siempre dispuesto a reconocer y confesar mi indignidad de pertenecer al Insto. Mazza, estoy muy sorprendido de este acontecimiento. Según lo que Ud., mi querido Rector, me dijo (ya que nuestro venerable viejo nunca me ha hablado de ello ni de palabra ni por escrito), la primera vez que fui informado de que el Superior estaba disgustado conmigo fue el verano pasado, cuando me encontraba en Turín. En esta ausencia mía hubo entre el Rector y el Superior muchas conversaciones. Yo, siguiendo su sabio consejo, escribí al buen viejo; de manera que cuando regresé a Verona a primeros de septiembre y me entrevisté con el Superior, se guardó un perfecto silencio, y no se vio esta encarnizada hostilidad contra mí.


[1042]
A primeros de septiembre fui a Roma, y estuve allí dos meses. En este intervalo volvió la acritud, el pobre viejo se disgustó, hubo conversaciones entre el Rector y el Superior, yo renové los actos de obediencia y de humillación, y se restableció la calma. Todo parecía olvidado. Cuando luego regresé a Verona, antes de venir a Francia hablé muchas veces con el Superior, estando a solas con él, y no me manifestó ninguna señal de contrariedad; antes bien, me animó en la empresa africana, y me prometió rezar y hacer rezar por esto. Me marcho de Verona y vengo a Francia, y de nuevo se enciende la llama de la discordia. Así, sin avisarme de nada, sin darme tiempo a defenderme, mientras estoy lejos, cuando tengo con Roma asuntos importantes, sin legal discusión ni proceso, se escribe a Roma diciendo que yo no pertenezco ya al Insto. Mazza. No sé qué manera de proceder es ésta. ¡Fulminar una sentencia decisiva sin comunicar nada al condenado! Bendito sea mil veces el Señor.


[1043]
He observado que a mí se me hace la guerra cuando estoy lejos y me encuentro en la imposibilidad de defenderme. Cuando estoy cerca, todo sonríe paz a mi alrededor. Habiendo llegado el asunto a Roma, me doy cuenta de muchas cosas, querido Rector. He aquí, más o menos, algo de lo que me viene a la mente: 1.o En los momentos más importantes, cuando necesito mucha confianza por parte de Roma, con la que estoy tratando asuntos del mayor relieve, se escribe a Roma diciendo que ya no pertenezco al Insto., con riesgo de echar definitivamente por tierra mis proyectos, haciendo que todo se malogre, ¡¡¡y de comprometer para siempre mi persona y mi futuro!!!


[1044]
2.o En Roma, en Francia, en Viena, en el Véneto, en Bressanone, en Prusia, en Turín, en Inglaterra, donde tengo íntimas conexiones, y adonde ha llegado el Plan de Africa, en el que figura impreso que yo soy del Instituto Mazza, y por tanto se me cree con toda razón perteneciente al mismo. Pero viendo ahora el Card. Barnabò, el Papa (que leyó íntegramente mi Plan) y todos los demás que se declara en Roma, por otros y no por mí, que no soy del Insto., mientras mi silencio les debe hacer suponer que en efecto no pertenezco a él, todos estos distinguidos personajes, de los que dependen las cosas que estoy gestionando para Africa, tienen derecho a pensar que yo soy un embustero, un impostor, un farsante....


[1045]
De hecho, mi amigo Mons. Massaia se quedó de piedra al leer la carta del Cardenal; y cada cual tiene derecho a desconfiar de mí. 3.o ¿Cuáles serán las consecuencias de este hecho para los proyectos que en mi insignificancia estoy haciendo y tratando por el bien de Africa, y cuáles los perjuicios para mí y para mi porvenir? Yo me reconozco completamente inepto para tratar los intereses de la gloria de Dios; pero tenía un gran ánimo porque la sombra de un venerable Insto. me protegía en mi debilidad. 4.o En Roma tendré que justificarme: mi conciencia, los intereses de la gloria de Dios según mis proyectos para los pobres negros, incluso el amor propio, porque soy miserable y cobarde, me obligan a ello. ¿Y qué ganará el Insto. si para justificarme me veo obligado a descubrir a Propaganda, y quizá al Papa, y aquellos a los que el asunto sea referido, los fallos del Insto., que todos conocemos, y ciertas cosas menos admirables de nuestro querido Superior?


[1046]
Pero esto no me causa gran preocupación, porque espero que Dios me dé la gracia de triunfar de mí mismo, y de ser tan fuerte como para no perjudicar nunca al Insto.; sino que lo pondré por las nubes, como he hecho siempre, sobre todo en Roma. 5.o Un corazón no frío, como es el mío, ligado al Insto. con vínculos del más cálido afecto y gratitud. ¿qué tremenda conmoción no sufrirá al separarse?... Someto a su consideración, querido Rector, estas primeras cinco reflexiones, para que Ud. sopese sus consecuencias. Más adelante le expondré otras.


[1047]
Inmerso en tales zozobras, le confieso francamente que me entrego a serias meditaciones. Y debo confesar también que jamás mi corazón se sintió tan unido a Jesús y María como ahora: en esta terrible incertidumbre sobre el futuro de mis proyectos, y sobre el mío propio, encuentro una inmensa felicidad en ser católico y sacerdote, y me resulta palpable que Dios es infinitamente bueno y que nunca abandona a los que esperan en él. No sé si es imbecilidad o fuerza recibida de Dios, pero no siento mi triste situación, y me encuentro seguro y contento en lo más íntimo. ¡Oh, qué buenos son Jesús y María!


[1048]
Me preocupa, sin embargo, el hecho de que entre el Superior y los miembros del Insto. fundamental no veo un nexo que una e interrelacione los deberes y los derechos de dichos miembros con el Superior, mientras se me ofrece el espectáculo de un miembro del Insto. fundamental, ligado a la casa desde hace veintitrés años, que sin ser oído ni una vez, y sin ser juzgado como dispone el reglamento, contra la opinión del Rector inmediato y de casi todos los miembros, mientras está lejos y no puede defenderse, sin darle ningún aviso ni alegar el más mínimo motivo, y en los momentos más delicados e importantes de los que depende el éxito de todo lo que puede hacer por la gloria de Dios, y cuando con un reciente opúsculo ha declarado que es del Insto. Mazza, ¡¡¡en esas circunstancias se le declara excluido del Insto., y se hace llegar hasta Roma la noticia!!! ¡Lo que hoy me pasa a mí, mañana le pasará a Ud. y a los otros, querido Rector! Armémonos todos de valor; que si antes mi vínculo con los demás consistía en ser todos hijos de un mismo Padre, lo que nos va a unir en el futuro será el ser hijos de un mismo destino.


[1049]
Confieso que no entiendo nada. Pero la tranquilidad de mi conciencia, y el saber que Dios realiza en el hombre los designios de su misericordia, me dan la fuerza de bendecir de todo corazón a la Providencia por este acontecimiento. Aunque mi mente sea incapaz de ver a través de la niebla del futuro, me aventuro en él con serenidad y confianza, sin preocuparme por las conclusiones que de ello pueda sacar el mundo. Doy gracias con toda el alma a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que me han concedido el honor y la gracia de ser admitido a beber un amargo cáliz, firme en la esperanza de que ayudará a mi salvación. Bendigo mil veces a los que hayan contribuido a hacerme sufrir esta tribulación, y siempre rezaré por ellos. Venero y respeto a ese santo viejo, que me ha hecho tanto bien por espacio de veintitrés años; y le querré hasta la muerte, aunque por su parte ha tratado de hundirme sin piedad, y hundido estaría si Dios misericordioso no me hubiese ayudado: pater meus... dereliq... Dominus autem assumsit me. Me arrojo lleno de confianza en brazos de la Providencia, dispuesto a todo, y siempre impávido y confiado, pase lo que pase; pero siempre firme en la decisión de no declararme separado del Insto. mientras no vea más claro, y no sea más seguro, que tal es la voluntad de Dios.


[1050]
Examine bien este asunto, mi querido Rector, y conserve siempre para mí su precioso afecto. Siento un vivo dolor en el alma al pensar que quizá nuestro Superior habrá sufrido, y sufrirá, mucho por mí. Por esto he juzgado oportuno presentarle en una carta mi acto de sumisión, que yo le ruego a Ud. considere si es de su aprobación; y en caso de que así sea, selle la carta y llévesela al Superior. En suma, haga todo lo que Dios le inspire para consolar al buen viejo, al que quizá yo he causado tanto dolor. Por lo demás, en todo, fiat! fiat!


[1051]
Estoy muy apesadumbrado por haber silenciado hasta ahora, a nuestro amado Obispo de Verona, un asunto tan relevante para mí. Verdaderamente soy ingrato, después de tanta bondad como me ha demostrado. No debiera ocultarle un caso de esta naturaleza: el deber y la gratitud me obligan a ponerlo al corriente de todo. Pero ¿qué quiere? He creído que daría un disgusto al Superior si descubriese a nuestro amado Pastor lo que sucede. Sin embargo, quiero esperar aún la opinión y el consejo de mi muy querido Rector. Por ahora, no voy a escribir ni a Roma, ni a Mons. Canossa. Y en caso de que me decidiera a hacerlo, lo primera manifestación que haga será que quiero que la misericordia sea dejada a un lado, y que sólo la justicia dirija este asunto. Bendito sea siempre el Señor.


[1052]
Mil respetuosos saludos a nuestro querido Superior y al Sr. Obispo. Otros mil saludos y recuerdos a D. Tomba, D. Beltrame, D. Fochesato, D. Brighenti, Lonardoni, etc., así como a todos los Sacerdotes y Clérigos, a los jóvenes. a las Maestras, a las protestantes y a Hans. También a Tregnaghi, a M. P[…], etc. Encomiéndeme a las oraciones de todos, y especialmente a las de las Urbani, dándoles recuerdos de mi parte. Sobre todo encomiendo a sus oraciones dos importantes asuntos: uno tengo que tratarlo dentro la quincena pascual, y el otro después de la octava de Pascua, en Amiens, adonde iré con Mons. Massaia, que me ayuda con su autoridad, y con su ascendiente ante aquel venerable Obispo, a quien el Cardenal Barnabò ha escrito que la obra de los Esclavos debe unirse a Comboni para obtener más fácilmente el fin que ambos se han propuesto.


[1053]
Presente mi homenaje de afecto al santo Viejo, que me ha apartado de sí, pero a quien querré siempre hasta la muerte. Dígale que haga lo que le parezca, pero yo lo llamaré y consideraré siempre como Padre hasta la muerte. Tenga a raya a mi portero, y dígale que el príncipe tiene grandes proyectos para él, pues corre el peligro de que le entregue para siempre el castillo. Saludos a D. Dalbosco, y mande la adjunta a D. Luciano y a D. Beltrame. He sufrido una fuerte gripe que me ha tenido fastidiado todo el mes de marzo; ahora estoy mejor. Bendito sea el Señor y los Sagrados Corazones de J. y de M., en cuyo nombre me declaro pour à jamais



Suyo afmo.

Daniel






138
Don Francisco Bricolo
0
Paris
9. 4.1865

N. 138 (133) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, C. 14/14

París, 9 de abril de 1865

Mi querido Rector:


 

[1054]
Ayer recibí su apreciada carta del 30/3. Ocupadísimo, esta vez he tardado en ir al correo. Si al Rector, que se ha dejado hasta la piel por el Insto., nuestro buen Viejo le hace tantos reproches y lo tiene por uno que recibe y utiliza las limosnas indebidamente, ¿qué no hará conmigo, que, en el pasado, en lejanos países y mediante mis servicios particulares, he pedido ayudas para los negros? No espero que poco: fiat. El Señor hará lo mejor para mí y para el Insto., al que liberará de un peso inútil.


[1055]
Mi venerado Mons. Massaia manda al Superior la adjunta fotografía. Piense que no por casualidad nos retratamos juntos, sino indicar la perfecta unanimidad que reina entre nosotros en cuanto a las operaciones conjuntas en Africa entre el Insto. y los Vicarios Apostólicos. Por ahora callamos; no es el momento oportuno. Pero cuando Monseñor vaya a Verona, el Superior y este gran Apóstol de Africa se comprenderán hasta la médula. Desee unas felices fiestas en nombre de Mons. Massaia y en el mío al Superior; igualmente al Sr. Obispo, a todos los del Insto., a la noble familia Pompei, y a todos los que yo conozco. Salude a Tregnagni, a D. Donato, a M.a Elena, a D. César, y ruégueles que recen por mí. Saludos también a Garbini... Felices y santas fiestas pascuales a D. Aldegheri, a Angeleri, a Bianchi y a Ronconi. Mis saludos y felicitaciones igualmente a Balconi, a quien mandará la tarjeta de visita.

Esta vez me ha dado muchas noticias interesantes. Hace tres días, le escribí una larga carta: espero que la haya recibido. Entregue la fotografía con la incluida inscripción al Superior.


[1056]
Ruegue por mí, querido Rector. Le llevaré unas obritas sobre educación. Como en esto no soy experto, pediré orientación y consejo a Mons. Dupanloup, Obispo de Orleans, con quien mantengo excelentes relaciones, para escoger las mejores. He estado dos veces fuera de París: una en Orleans y la otra en Bretaña. No dude del afecto, gratitud y dévouement de



Su afmo. Daniel



[En el dorso del sobre se lee la siguiente apostilla:]



Deseo que los negros contesten a la carta en galla de Mons. Massaia, o al menos que Ud., Rector, me escriba algo. Parece como si no se tuviera en cuenta a un Obispo que se digna ser el primero en escribir.






139
P. Ludovico de Casoria
0
Colonia
15. 4.1865

N. 139 (134) - AL P. LUDOVICO DE CASORIA

AFBR

Colonia, 15 de abril de 1865

Rmo. y amabilísimo Padre:


 

[1057]
Por venir esta carta de Colonia, le extrañará que sea yo quien le escriba. Pero así son las cosas. Ya le tenía que haber escrito desde París, donde estuve tres meses, y adonde volveré otra vez la próxima semana para tratar de hacer algo por Africa negra; pero me he retrasado porque el asunto es largo y aún está sin concluir. Ahora que nuestra Sociedad bienhechora me encarga escribirle algo en su nombre, a lo que ella quiere que le diga añado lo que yo deseo comunicarle.


[1058]
En nombre de esta Sociedad, que ama y socorre sobre todo a la santa obra del P. Ludovico para la Conversión de Africa (que ciertamente es hasta ahora la más segura esperanza de la Iglesia, y también mi esperanza para la regeneración de Africa), le manifiesto que el Señor llamó a su lado a la hermosa alma del Sr.. Kratz, miembro de este Comité, quien trabajaba con gran dedicación por el desarrollo de esta Sociedad. Requiescat in pace. El Sr. Vosen, del que soy huésped, le recuerda la promesa que hizo Ud. de celebrar Misa por los difuntos de la Obra, y se complace en expresarle el agradecimiento de esta Sociedad por esa santa decisión suya. El Comité ha nombrado para ocupar el puesto del difunto al Sr. Closset, farmacéutico, a quien Ud. conoció en Nápoles el año pasado cuando él fue a visitar a los negritos: hombre de cerebro y corazón, que contribuirá mucho al bien de la Obra.


[1059]
El Comité se conduele de la muerte de aquel excelente negro, y lamenta que en Nápoles, aun siendo el jardín de Italia, el clima no se revele como el más adecuado (pese a ser el mejor de Europa); por eso recibió con sumo agrado su determinación de abrir dos casas en Egipto. Todos los miembros junto con su Presidente, el Sr. Noecker, le envían sus saludos, ruegan por Ud. y harán un gran esfuerzo por dar un gran auge a la Sociedad, para ser más largos con sus limosnas. Y ésta es una de mis esperanzas en cuanto a los medios materiales para Africa: a medida que se hagan progresos en Africa, crecerán las limosnas; y no me extrañaría que al cabo de veinte años está Sociedad se volviese más floreciente que la de Viena y que la Obra de las Escuelas de Oriente, de París. Roguemos al Señor por ese objetivo.


[1060]
En París, me alojo en el convento de los Padres Capuchinose , 13 Ru de la Santé, en compañía Mons. Massaia, Obispo de Cassia y Vicario Apostólico de los Gallas, el cual, aprobando sobremanera lo fundamental de mi Plan sólo en lo que concierne a la parte Oriental, me ayuda con su autoridad y experiencia a emprender la realización. Mi Plan fue impreso en Turín, desde donde le envié a Ud. un ejemplar. Después de haber visto en Francia todas las Obras de ese tipo, y de haber estudiado el espíritu de los que deben colaborar en ella, encuentro que me va a ser muy difícil su realización.


[1061]
El Card. Barnabò me escribió a París diciéndome que actuase de manera que, antes de nada, los Superiores de las Misiones de las costas de Africa, confiadas a diversas Ordenes religiosas, y asistidas por Sacerdotes de diferentes naciones, se reúnan, tanto para decidir si quieren cooperar en la obra como para dar su autorización para la creación de los pequeños Institutos ideados. Además me dio a entender que era necesario consultar a la Pía Obra de la Propagación de la Fe de Lyón y París para ver si quiere contribuir a este fin especial. Encuentro difícil de realizar una y otra cosa. En todas estas Sociedades francesas se da verdaderamente el espíritu de Dios, pero también el espíritu nacionalista. Si los corazones de la mayor parte de los Superiores fueran como el del P. Ludovico, y reinase lo que se dice el amor y la caridad de Cristo en grado eminente, podrían asociarse en breve formando una falange invencible –sin perjuicio de la jurisdicción y los derechos de cada Vicariato Apostólico–, de modo que en pocos años se verían los frutos para la raza negra. Pero Dios no lo quiere todavía: hágase su voluntad.


[1062]
Si el Plan propuesto no se lleva a efecto, haré otro; luego un tercero, y un cuarto, y así hasta la muerte. Es claro que al no tener demasiada experiencia, encontraré dificultades que otro podría superar fácilmente. Le ruego, mi querido Padre, que estudie mi Plan y lo simplifique. Quisiera hacer que todo el mundo echase una mano a Africa, y reunir todos los elementos adecuados al fin no sólo entre el clero regular, sino también entre el secular. Me parece que se podría reunir una gran falange en las vastas tribus de los Gallas, donde el clima es mejor que en Nápoles, y en poco tiempo sería posible pasar al Africa interior por la parte oriental.


[1063]
Entretanto Ud. prosiga (es la voluntad de Dios) el Plan comenzado: verá cómo pronto la Sociedad de Viena acudirá en su ayuda, y podrá extenderse por el Nilo y entre los negros. Espero que una vez llegado a Roma con Mons. Massaia, iremos juntos a Nápoles para hablar con Ud. de infinidad de cosas. Este santo Obispo y mártir franciscano fue muchas veces desterrado, condenado a muerte, puesto en cadenas, conducido ante el Emperador Teodoro, etc. Y (¡cosa asombrosa!) estuvo trece años en Africa con los pies descalzos. Allí, en países donde no hay caminos y sí muchas espinas y abrojos, el Obispo anduvo siempre a pie, comió siempre de vigilia, etc.


[1064]
He recogido de sus labios más cosas, que, sin que él lo sepa, he escrito en mi diario, y que a su tiempo serán publicadas. Por lo que me parece, ha hecho cosas prodigiosas; en una palabra, admirables. Perseguido por Abba Selama, trató de penetrar en territorio de los Gallas (donde sólo en 1863 se enteró de la definición de la Inmaculada Concepción), y fue a Jartum en calidad de viajero secular. Unicamente el P. Pedemonte, con el que se confesaba en Jartum, sabía el secreto. Monseñor Massaia me rogó que le escribiera a Ud. para averiguar si está en Nápoles el P. Pedemonte de la C. de J., y que me lo comunicase a París. Por tanto, querido Padre, en París, donde estaré de regreso dentro de pocos días, espero carta suya.


[1065]
He contado a Monseñor muchas cosas de Ud., y sobre todo de sus santas instituciones para Africa; por eso le entró el deseo de ir a Nápoles. Será necesario que lo haga, porque este santo Obispo tiene muchas cosas que hablar con Ud. Yo, que las conozco en gran parte, sé que le agradarán, y en otra carta le voy a hablar especialmente de ellas. Propaganda comunicó al Obispo de Amiens que no se opone a que el Sacerdote español enviado funde la Obra de los Esclavos. Después de la octava [de Pascua] iré con Monseñor a Amiens para ponernos de acuerdo, como Barnabò escribió a ese Obispo. También de allí el P. Ludovico y yo obtendremos muchos recursos para Africa. La obra ha encontrado dificultades desde el principio por culpa de Lyón; pero nos las arreglaremos para que arraigue en España, donde no existe ninguna obra. Mas también sobre esto hablaremos en otra ocasión.

¡Mi Director me escribe sobre los tres negritos que irán a Nápoles! Hace dos años que rogué a mi Superior llevarlos allí, cuando estaban sanos y podían ser muy útiles. Mi santo viejo se decide sólo en último extremo: fiat!


[1066]
En fin, ruegue al Señor por mí, y que Dios bendiga mis esfuerzos. Sin una especie de confederación de todas las misiones entre los negros, para comunicarse recíprocamente las ideas, y las enseñanzas obtenidas de una experiencia práctica, nunca, a mi parecer, se podrá establecer el catolicismo en todo el centro de Africa. Lo creo así, entre otras muchas razones, por los estragos y los progresos que hace en todas partes la propaganda musulmana.. Si la caridad de Cristo consigue unir todos los corazones, aumentará la constancia, el valor, el conocimiento de los lugares y las personas, y se hará más. En Nápoles sonríe la más hermosa esperanza para Africa. Le diré, además, que Barnabò se mostraba muy favorable a mis ideas en Roma, pero en sus escritos lo veo más duro. Admiro la prudencia y constancia de la Propaganda de Barnabò.

Salude de mi parte a todos los negritos, a nuestro querido D. Francisco, y a los queridos hermanos, llenos del espíritu de Dios, y mande su bendición a



Su indig. servidor

Daniel Comboni






140
Don Francisco Bricolo
0
Londres
23. 4.1865

N. 140 (135) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/15

Londres, 23 de abril de 1865

Mi querido Rector:


 

[1067]
En mi última carta le rogaba que me encomendase al Señor y a María por dos cosas importantes: la primera debía realizarse dentro de la quincena pascual; la segunda, después de la octava de Pascua, y era un acuerdo con el Obispo de Amiens, según la orden del Card. Barnabò. Pues sepa, querido Rector, que sus plegarias por la primera cosa han sido escuchadas. El Domingo de Ramos por la ruta de Reims y del Rin fui a Prusia, donde los miembros del Comité Central y bastantes importantes personajes me hicieron pasar diez días de delicias: viajes en vapor por el Rin –que sin duda es el río más hermoso del mundo–, alegre compañía, buenos vinos, excelente cerveza, ambiente cordialísimo, etc. Y he arreglado en favor de Africa lo que expongo a continuación.


[1068]
¿Qué le parece? Es poca cosa, pero consistente y buen presagio para la iniciación de mi Plan. Se trata de la renta de 100.000 francos, puestos bien a cubierto de lluvias, nieves y tempestades, y que no se vuelven porosos por los impuestos de gobiernos voraces. Pues bien, si lo requiriese la mayor gloria de Dios y el mayor bien de los negros, consideratis considerandis, yo estaría dispuesto a ceder en perpetuidad los cinco mil francos anuales a nuestro buen viejo y Padre, el Sr. Superior, como leve tributo de afecto y devoción hacia quien me ha hecho tanto bien; tributo muy pequeño y no último, y que de todas formas es nada en comparación con lo que mi corazón desearía. Cinco mil francos al año seguros, en manos de nuestro querido D. Beltrame, rinden más que entre las uñas del solícito y venerable Knoblecher: no sería una bofetada. Comunique esto al Viejo, y hágame saber de manera confidencial si en verdad está escrito en los decretos de la Providencia que de un viejo al que tanto quiero tenga que recibir tantos rechazos.


[1069]
En todo caso, hágase siempre la divina voluntad. En el consideratis considerandis entraría también el piadoso deseo de que la fundación del Insto. fuese iniciada este año, y mejor dentro del otoño.


[1070]
Desde Prusia, por la ruta de Aquisgrán, Lieja, Lovaina, Malinas, Bruselas, Amberes, Gante y Ostende pasé a Inglaterra, a Dover, y ya estoy en Londres. He decidido modificar las atribuciones del Comité, así como esclarecer mi Plan, porque en la edición turinesa me doy cuenta de que no está expuesto claramente. Por eso voy a hacer una edición francesa en París. Pero antes quiero oír el consejo de Mons. Massaia y de muchos otros. No puedo describir los obstáculos que encontré en Francia. Mi estancia en Alemania me ha tonificado, y ahora me siento tan fuerte que ya no me rindo más.


[1071]
Si el Papa, Propaganda y todos los Obispos del mundo me fuesen contrarios, agacharía la cabeza por un año, y luego presentaría un nuevo plan; pero desistir de pensar en Africa, jamás, jamás. A mí no me desaniman ni el cum quibus, ni el santo amor propio de las Congregaciones a que son confiadas las 21 misiones de Africa. Sobre todo porque a su debido tiempo sin duda conseguiré el dinero: querite primum, etc., y porque nuestro viejo, con la elocuencia de su ejemplo, repite el haec omnia adiicentur vobis. Jesucristo dice en el Evangelio: petite et accipietis.


[1072]
Las cualidades de un buen emprendedor y mendicante son tres: prudencia, paciencia e impudencia. La primera me falta; pero vaya si la compenso de sobra con las otras dos, y en especial con la tercera. Esperemos.


[1073]
El viernes estaré en París de regreso de Londres, para salir el sábado con Monseñor hacia Amiens, donde espero arreglarlo todo en una semana, y luego me quedaré en París de modo permanente hasta nueva decisión. Nada sé de definitivo hasta ahora en cuanto a mis relaciones con el Superior. Espero que Ud. y el Viejo me hayan escrito en respuesta a mis últimas cartas. Así que el viernes por la tarde, en París, leeré mi sentencia: o de vida, o de muerte.


[1074]
Si es sentencia de vida, y no hay más escenas como las pasadas, será el complemento de mi felicidad incluso sobre esta tierra; si es sentencia de muerte, fiat, pero tengan por seguro que no moriré, ni caeré, como Dios me sostenga en la tremenda sacudida. Tengo los nervios demasiado duros, y más alma que todo el purgatorio. Diré siempre con el corazón: bendito sea el Señor: sicut placuit Dno. ita factum est. La Providencia guiará mis pasos por el arduo sendero en el que me ha colocado.


[1075]
His positis, lamento no encontrarme en el festival de Dante: fiat! Exprese mi agradecimiento a las Urbani por sus oraciones por mí, y a todos los que por mí han rezado: espero que lo sigan haciendo.


[1076]
Con ocasión del festival, presente mis respetos al Sr. Obispo, y dígale que a mi regreso de Amiens iré a Bayeux, como escribí a Sa Grandeur de Bayeux. Saludos al Marqués Octavio; al Conde Pompei Miniscalchi; a Martinatti, De Betta, Parisi, Tregnaghi y Tiolo; a D. Vertua y al viejo Farina; a Faccioli, Burri, y al Párroco de S. Esteban, D. Guella; muchos a D. Toffaloni y hermano; a Morelli, al Dr. Recchia, Festa, Cavazzoca, etc., y a todos mis Profesores, Salvaterra y amigos. Al Superior, in primis, mil recuerdos, y a D. Beltrame, y a los sacerdotes y clérigos, y a los niños y niñas, y a las protestantes y a Hans. En los Sdos. Corazones de J. y de M. me declaro



Suyo afmo., Daniel



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