Comboni, en este día

En Cairo (1872), Comboni prepara la expedición misionera al Africa Central.
Al card. Barnabò, 1869
Me arrojé enteramente entre los brazos amorosos de la Providencia, dispuesto a hacer y sufrir lo que más fuera del agrado del Señor.

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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
51
Firmas de Misas
1
Verona
1860
N. 51 (50) - FIRMAS DE LAS MISAS CELEBRADAS

EN S. JUAN BAUTISTA DE SACCO, VERONA

AMV





52
Don Francisco Bricolo
0
Alejandría
2. 1.1861

N. 52 (50) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/4

Alejandría, 2 de enero de 1861

Muy Revdo y amadmo. Sr. Rector:


 

[496]
Yo me hacía la ilusión de que, a mi llegada a Alejandría, iba a encontrar cartas de Verona que me contasen algo del Insto. y de nuestro venerable y viejo Padre, que tiene gran corazón y piensa mucho, pero escribe bastante poco. Mas vanas fueron mis esperanzas. Por lo cual, ayuno como estoy de noticias de Verona, quiero apartarme un poco de mi estilo lacónico, que hasta ahora he mantenido con Ud. en las tres cartas que le escribí desde Nápoles, Palermo y Roma, y explicarle de algún modo las circunstancias que acompañaron mi viaje de Verona a Egipto, asegurándole que si anteriormente no se lo conté todo de manera detallada, fue porque siempre estuve muy ocupado en arreglar del mejor modo y llevar a buen fin el importantísimo asunto que la Providencia me había confiado.


[497]
Usted conoce de sobra el resultado incierto y no demasiado feliz de la expedición que hicimos a Africa Central, cuando en número de cinco Misioneros y un laico partimos de Verona en 1857; y sabe también las siniestras peripecias de las varias expediciones organizadas por Propaganda y por la Sociedad Mariana de Viena, deseosas de fundar en las Regiones Incógnitas de Africa una Misión Católica para hacer brillar la luz de la Fe de Cristo en aquellas vastas regiones todavía envueltas en las tinieblas y sombras de muerte.


[498]
Pues bien, por todos estos desenlaces se ve claramente lo sublime y sabio que resulta cada vez más el gran proyecto imaginado por nuestro venerable y querido Superior, quien ya en febrero de 1849 decretó la creación de un clero indígena, y la educación de chicos y chicas africanos impartida en nuestros Colegios de Europa, para que estos indígenas formados en el seno del Catolicismo en el espíritu de nuestra Santa Fe, e instruidos en la religión y en los conocimientos de la civilización, volviesen luego a sus tierras de origen y allí cada uno, según su vocación y profesión, pudiesen comunicar y enseñar a su gente los bienes y conocimientos, tanto religiosos como civiles, que adquirieron en Europa, y para que fuera posible así, poco, a poco, hacer de las tribus de los africanos otras tantas naciones civilizadas y cristianas.


[499]
Actuando según este plan sublime y sapientísimo, el más oportuno y adecuado que hasta ahora se conoce para la conversión de Africa, y que fue concebido según el espíritu de la Iglesia –la cual no con otro objeto fundó en la capital del Cristianismo el Colegio Urbano de Propaganda Fide, en el cual ingresan jóvenes selectos de todas partes del mundo que, después de recibir su educación eclesiástica, son devueltos a su tierra natal a fin de que implanten y promuevan allí la civilización y la religión–; actuando, decía, según este gran plan de nuestro querido superior, por los informes de un Misionero de Malabar que volvía de la India, supe a mediados del pasado noviembre que en las costas de Abisinia había sido apresado un barco con jóvenes esclavos y esclavas africanos, a los que se quería llevar a través del mar Rojo a las costas desiertas de Arabia. Los ingleses, autores de la captura, llevaron ese cargamento de negros a sus posesiones de Oriente para emplearlos en los trabajos del café y de las especias, entregando parte de ellos a los Misioneros Católicos de Adén.


[500]
Esta operación de los ingleses ha sido conforme al tratado de 1856 firmado en el Congreso de París, donde, reunidas las grandes potencias de Europa con objeto de arreglar los asuntos de Oriente, se proclamó la abolición de la esclavitud y de la trata de negros. Determinación sabia, caritativa y cristiana, que prohíbe el infame tráfico de carne humana: una actividad indigna que envilece y degrada a la humanidad, y que reduce a la vil condición de brutos a criaturas humanas provistas, como nosotros, de la luz de la inteligencia, que es un rayo mismo de la divinidad y una forma émula de la Augustísima Trinidad.


[501]
Sería algo que haría horripilar si me pusiera a contar la manera indigna y despiadada con que arrebatan a los pobres negros del seno de sus familias y los ponen a la venta en los mercados del Kordofán y de Nubia; pero no es tal mi intención. Sólo diré que la circunstancia accidental de que un navío inglés apresara en el mar Rojo un cargamento de estos pobres negros y los llevara a las posesiones británicas, pareció al gran Siervo de Dios, nuestro venerable superior, una favorable disposición de la Providencia, con la que Dios nos ofrecía un medio y nos abría un camino para llevar a nuestros Institutos de Verona chicos y chicas negros, cosa sumamente difícil desde la abolición de la esclavitud. Por eso él, como quien siempre se abandona en los brazos amorosos de la Providencia divina, sin desanimarse en absoluto por las graves dificultades que hoy se encuentran para obtener generosas e importantes limosnas, decidió enviarme a Adén para que hiciese una buena selección de estas criaturas africanas, desperdigadas por las varias posesiones inglesas.


[502]
Dándose además la circunstancia –dentro de las providentes medidas de quien cuida solícito y con piadosa dedicación y regla nuestro Insto. masculino– de que convenía trasladar a Nápoles cuatro jóvenes africanos que no podían soportar el riguroso clima de Verona, era el momento oportuno de llevar a cabo el citado proyecto.


[503]
Para lo cual, habiendo tenido éxito mi ida a Venecia, donde obtuve de Su Excelencia el lugarteniente de las provincias Vénetas, el Barón Togenburg, un pasaporte para los cuatro negros, la mañana del 26 del pdo. noviembre dejaba yo el Colegio y Verona, y después de cruzar la frontera de los Estados Austríacos, y la parte que marca el confín del lago Garda, enviando un ferviente suspiro a las orillas de Limone, donde respiré los primeros hálitos de vida, me detuve en Brescia con la ilusión de abrazar y despedirme de mi viejo y buen padre, al que deseaba ver y confortar, dado que emprendía un viajecito un poco más largo que el que hay entre Verona y Avesa.

Pero, ¡ay!, mis esperanzas resultaron fallidas: habiéndose levantado el día anterior una furiosa borrasca en el lago Garda, no fue posible de ningún modo efectuar el trayecto entre Limone y Gargnano. El Señor sea siempre bendito


[504]
A las las cinco de la tarde, tras presentar mis respetos al Obispo de Brescia, a Mons. Tiboni y a mi gran amigo el Dr. Pelizzari, partí para Milán, donde esa misma noche fui acogido cordialmente con los cuatro jóvenes y D. Luciano en el Seminario de las Misiones Extranjeras de San Calocero. Allí mi corazón se embriagó de la más dulce alegría al conversar con aquella alma santa que es el Rector del Seminario, y al encontrarme entre tantos queridos hermanos, sacerdotes alumnos de aquel floreciente jardín de caridad evangélica, donde se forman en el celo y en las virtudes de los apóstoles y de los mártires tantas almas desprendidas, que, rotos los vínculos de naturaleza y de sangre, pisoteando con pie generoso el fasto de la humana prosperidad y grandeza que una desahogada posición y una mente dotada les hubieran podido ofrecer, y abandonando las alegrías de sus lugares de origen, se desparramarán por la faz de la tierra para enarbolar la bandera de la Cruz en tantos reinos aherrojados bajo el imperio de Satanás; para sacudir del profundo letargo en que gimen sumidas tantas míseras gentes sobre las que nunca refulgió el luminosísimo astro de la Fe, y conducirlas a la adoración de la Cruz.


[505]
Gran consuelo me produjo, además, entre estos jóvenes Misioneros, uno al que le tocó, como a mí, abandonar el campo abierto a sus apostólicas fatigas en Oceanía, y que ahora, totalmente resignado a las adorables disposiciones del cielo, se dedica con celo incansable a la predicación en forma de Misiones, y al ejercicio del Ministerio Sacerdotal. Al amanecer del día siguiente yo me encontraba ya en Monza, en el Colegio de los PP. Barnabitas, donde saludé a algunos de ellos, que me entregaron una pequeña muestra de su amistad y de su interés por la Obra a que estoy consagrado.


[506]
A las diez estaba en amistosa charla con nuestro dilecto amigo el P. Calcagni, Barnabita Vicerrector del R. Colegio Longoni, el cual me gastó una broma que no me hizo mucha gracia: me pidió la carta que Mons. Ratisbonne, milagrosamente convertido del judaísmo a la Fe, me había escrito el pasado agosto desde Jerusalén, y yo se la dejé a condición de que a la una de la tarde me la enviase al Seminario de Misiones Extranjeras; pero, con gran consternación mía, me mandó no el original de la carta, sino una copia, acompañada de una pieza de 20 francos y una nota en la que me deseaba feliz viaje.


[507]
Yo ya le he perdonado, pero con la promesa de gastarle una mucho más gorda. A las tres de la tarde, después de haberme despedido de los Misioneros, partía en tren; y tras ver pasar rápidamente los campos de Magenta y el puente del Ticino, y de dejar atrás Novara y Alessandria, a las 10 estaba ya cenando con mis africanos en el hotel Cristoforo Colombo, en Génova.


[508]
A la mañana del 28, celebrado el Divino Sacrificio en la iglesia de la Anunciación, la más bella y magnífica de la capital de Liguria, y dejados los jóvenes al cuidado de D. Luciano, me puse a recorrer las agencias con vapores directos hacia las Dos Sicilias, para ver si encontraba algo que me pudiese convenir. Ya estaba en tratos sobre un ventajoso contrato con la compañía marsellesa Fraissenet et Frères, de la que obtenía una rebaja de casi la mitad del importe del viaje; pero, ante la inseguridad de cuándo llegaría a Génova el barco que debía llevarnos a Nápoles, me decidí por contratar con la compañía Zuccòli, que esa misma noche enviaba a Nápoles un vapor-correo, y conseguí para los seis la rebaja de un tercio del precio de cada pasaje. De este modo, a las nueve de la noche montamos en el Stella d’Italia, excelente vapor italiano, a bordo de cual, a la clara luz de la luna, contemplamos el delicioso espectáculo que ofrece la capital de Liguria vista desde el mar.


[509]
Defendida por tierra y por mar con grandes fortificaciones construidas por la naturaleza y el hombre, espléndida por su admirable situación y por sus hermosos edificios, la ciudad está embellecida por un puerto de forma semicircular, bastante extenso, y provisto de dos grandes muelles, más allá de los cuales se yergue un faro gigantesco que sirve de estrella a los pilotos. Este puerto franco, frecuentadísimo, constituye un almacén muy considerable de toda clase de mercancías, y es uno de los grandes centros de comercio de Europa. Nos despedimos de estas amenas orillas de Liguria, y al cabo de tres horas dejamos a la izquierda las risueñas playas del magnífico golfo de La Spèzia. A la mañana siguiente nos encontrábamos en el puerto de Livorno. Yo bajé a tierra y, después de celebrar Misa en la sucia catedral, busqué la Virgen del clásico P. Giravia (como me dijeron los Padres, sus compañeros); pero a él no lo vi, porque el Gobierno de Italia lo había desterrado a Pisa hacía unos meses.


[510]
A mediodía, el Stella d’Italia zarpaba del puerto de Livorno. Apenas habíamos llegado a altamar cuando se desató contra nosotros un viento que duró más de 25 horas; de modo que los cuatro jóvenes negros no pudieron probar bocado, e incluso tuvieron que arrojar al mar el ordinario tributo. No fue ése mi caso, pues, estando yo acostumbrado a los viajes de Oriente y a pasar meses enteros sobre las aguas, me entró tal apetito que me comí las raciones de mis indispuestos compañeros de viaje. Vimos surgir en el horizonte las hermosas islas de Capraia y Gorgona, y pasamos cerca de Porto Ferraio, en la árida, siniestra isla de Elba, que ofreció sórdido y triste hospedaje al gran Napoleón.


[511]
A unas dos millas de la sombría morada del ilustre prisionero encontramos al Zuavo di Palestro, vapor sardo en el que viajaban mil doscientos voluntarios de Garibaldi, los cuales iban a reunirse con sus familias en Piamonte y en Lombardía para recuperarse de las fatigas pasadas en Calatafimi, en Palermo y Milazzo y en Capua. A un oficial de Garibaldi, el Duque Salvador Mungo, que se encontraba a bordo con nosotros, y que era uno de los que habían quedado de los mil que desembarcaron en Marsala, le pedí noticias de Prina, ex alumno de nuestro Insto., y me hizo grandes elogios de él, como de un valeroso oficial. Me dijo que no era coronel, pero que se había distinguido en Milazzo. Este hombre regresaba (!!??) de la isla de Caprera, donde había estado con su Duque, y me aseguraba que era intención de Garibaldi ir antes a Hungría que a Venecia, la cual sólo se sacudiría su yugo al cabo de varios años.


[512]
Con esta y otras muchas conversaciones que mantuve con el garibaldino, llegamos al estrecho que separa la famosa isla de Procida de la de Ischia, más allá de las cuales se abre en forma de maravilloso anfiteatro el espléndido golfo de Nápoles. Nosotros, a las 5 de la tarde, teníamos hechas las gestiones en la comandancia marítima de la capital partenopea; y ya con los pasaportes revisados, fuimos recibidos con bastante cordialidad en el Insto. de La Palma por el P. Ludovico de Casoria, Fundador del Colegio Africano. Aunque ya conocía a este hombre de Dios desde el año pasado, cuando desembarqué en Nápoles, en los varios días que estuve aquí pude admirar más de cerca y apreciar a este buen Padre, y persuadirme de que es uno de esos hombres extraordinarios que de cuando en cuando suscita la Providencia en beneficio de la humanidad y para la difusión e incremento de la gloria de Dios.


[513]
Según lo que me contó algún Padre de La Palma, el P. Ludovico, aunque pertenecía a la Orden franciscana, no era un perfecto observador de sus reglas, porque procuraba rodearse de muchas de las comodidades de su holgada casa paterna, era bastante reacio a esa subordinación que debe tener un religioso, y mantenía amistades mundanas con muchos de elevada condición, que veían con malos ojos a uno de los suyos rebajado al humilde estado de oscuro franciscano. Además, no era nada inclinado al esfuerzo y dedicación de la vida franciscana, y sólo se deleitaba con los estudios filosóficos y con las matemáticas, en las que había hecho grandes progresos, y de las que durante muchos años había sido profesor.

Cayó gravemente enfermo, y su guardián aprovechó esta ocasión para reprocharle su pasada conducta, no demasiado conforme al espíritu del Seráfico Instituto, sugiriéndole que abominase de su anterior manera de vivir en Religión y que prometiese a María reformar sus costumbres y conducta según el espíritu del Instituto al que por vocación se había incorporado, en caso de que Dios quisiera devolverle la salud. Recapacitó entonces el P. Ludovico; y en la humildad de su corazón se ofreció a Dios, dispuesto a cualquier ardua empresa a la que el Señor le llamase. Entonces la gracia divina derrámese abundantemente en el alma del buen Siervo de Dios; y vaciándose del que había sido, y apartándose de todo lo que fuese del siglo y no conforme a su religión, pasó unos años en perfecto retiro. Luego, entre muchas otras obras, llevó a cabo las siguientes:


[514]
1.oInstituyó una Reforma de la Provincia de Nápoles, algo deteriorada, más o menos como hizo el B. Leonardo de Porto Maurizio, cuando creó el Retiro de S. Buenaventura en Roma.

2.oFundó el Insto. de los Misioneros indígenas, que acoge a Sacerdotes de todas partes de Italia, los cuales se forman en la Escuela de Misiones y Ejercicios Espirituales, y luego se esparcen por toda Italia para dar las Misiones gratuitamente, dependiendo en todo del Insto., en nombre del cual sólo pueden ejercer el ministerio apostólico.

3.oCreó un gran Refugio para los pobres en Nápoles; luego, otro para instruir a los ignorantes.

4.oCreó una gran Enfermería para todos los Franciscanos de Nápoles.

5.oFinalmente, ha fundado y puesto ya en marcha dos Institutos africanos: uno masculino, dirigido por los Franciscanos, y el otro femenino, al cuidado de las Hermanas Estigmatinas exclusivamente consagradas a la educación de las negras.


[515]
El gasto de estas cinco grandes obras corre a cargo del P. Ludovico, que es tan limpio en todas sus actuaciones como nuestro Superior, y que con lo que saca pidiendo limosna a diario, como él, consigue mantenerlas. Una palabra sobre los Colegios africanos:


[516]
Instituido bajo la protección del difunto Rey Fernando II, y con especial autorización de la Dirección general de la Orden Seráfica, el Colegio de los negros, con sede en La Palma, donde reside el Prefecto de la Reforma, tiene por objeto rescatar de la esclavitud y miseria en que yacen y educar e instruir en la Fe, en la ciencia católica y en las diversas artes civiles a los jóvenes negros que se recojan de los países de Africa, a fin de que bien educados, instruidos y formados en el espíritu católico, regresen ya adultos a sus países para propagar allí, cada uno según su profesión, la Fe de J. C. y la Civilización Cristiana.


[517]
Los jóvenes negros, que serán instruidos en la Fe Cristiana, y bautizados según vayan viniendo de Africa, vestirán todos el hábito franciscano, como jóvenes alumnos, y en cuanto tales observarán comportamiento y disciplina de jóvenes religiosos, y se aplicarán, con discreta dirección, a los usos de la religión Seráfica, a los estudios y a las artes. Correrá a cargo del P. Prefecto de La Palma, previo examen y conocimiento de la índole y capacidad de los jóvenes negros, la tarea de clasificarlos en los estudios elementales, que hasta los 18 años todos deberán seguir bajo la dirección de maestros idóneos que el Prefecto les asigne, ya sean Religiosos de la Orden, o bien seglares de probada ciencia y bondad, aunque estos últimos deberán haber sido habilitados por la Provincia o por el Ministro General.


[518]
Completada la instrucción elemental a los 18 años, los jóvenes negros se distribuirán en tres clases, según su capacidad y vocación, a saber: clérigos para el sacerdocio; laicos profesos, pero artesanos; y seglares de la Orden Tercera (como Tacuso) de S. Francisco, también artesanos, y libres de abrazar el estado conyugal. Las dos primeras clases profesarán servatis servandis la Regla de la Orden de los Menores. Estos realizarán el Noviciado regular, previa autorización de la S. Sede Apostólica, en lugar apartado dentro del mismo Colegio, bajo la dirección y criterio de la Comunidad Religiosa de La Palma, y se habilitarán dependencias adecuadas como lugar de Noviciado, donde recibirán la oportuna educación religiosa según las reglas de la Orden.

En cuanto a los de la primera clase en edad de ordenarse, serán presentados al correspondiente Ordinario con las dimisorias del Provincial. Eso es así, dado que los jóvenes negros empiezan como hijos de la orden de los Menores destinados especialmente a las Misiones de Africa, respecto a los cuales dispondrá lo necesario el General de la Orden. Finalmente, los de la tercera clase que se queden en Europa vestidos y profesos de Terciarios de S. Francisco, ayudarán en las actividades del Colegio y se perfeccionarán en las artes.


[519]
Recibidas luego las necesarias instrucciones e instituciones, Sacerdotes negros Menores, Laicos negros Menores, y Terciarios de S. Francisco negros –con conocimiento e información tanto del Provincial como del Prefecto, y en obediencia al Ministro General de la Orden–, a medida que sea necesario, marcharán a las Misiones de Africa. Los Sacerdotes, como verdaderos Misioneros de Cristo, propagadores de la Fe Cristiana; los Laicos profesos, al servicio de los Sacerdotes, y también ellos como catequistas e instructores de los infieles que se conviertan a Cristo; y los Terciarios, esparciéndose más libremente entre aquellos pueblos, bajo la guía de los Misioneros sus hermanos, y ejerciendo las artes y oficios que hayan aprendido en el Colegio para utilizarlos a la luz de la Fe.


[520]
Siempre marcharán y permanecerán en todas partes de dos en dos, e incluso en grupos de tres, pero nunca solos; y será según este orden: un Sacerdote y un Laico, o un Sacerdote, un Laico y un Terciario. En la profesión religiosa harán todos promesa jurada de ir a Africa; pero en cuanto al traslado efectivo, se exceptuarán los elegidos y hábiles como maestros del Colegio de La Palma, los oficiales destinados a prestar servicio en dicho Colegio, y los que no puedan ir por motivos razonables y graves reconocidos como tales por los Superiores. El P. Prefecto cuidará, poniendo todo su empeño, para que poco a poco los jóvenes negros de cualquier clase realicen buenos progresos en el conocimiento de las ciencias o de las artes, y sean capaces de hacer ellos mismos de Maestros en el Colegio, donde se los asignará a la escuela que convenga a su habilidad.


[521]
Y lo mismo debe procurarse con los Oficiales, como celadores, cocineros, ayudantes, porteros, despenseros, pinches, etc., para que poco a poco el Colegio Seráfico de La Palma se convierta en un Coro uniforme de negritos. Habiendo ido los negros a las Misiones de Africa, y cuando después de largos años de fatigas soportadas por J. C., ya sean Sacerdotes, Laicos o Terciarios, no puedan seguir prestando allí servicio a las Misiones por vejez, enfermedad o por otra gravísima razón, puestos al corriente de ello los Superiores de la Provincia y del Colegio, tendrán asilo y descanso en el mismo Colegio de La Palma.


[522]
Este es, en esbozo, el plan del Insto. de los negritos de La Palma. Ahora hay ya 52 de éstos, incluidos los cuatro que he llevado yo. Me quedé muy satisfecho al ver diez o doce talleres de carpintería, sastrería, zapatería, tejeduría, cerrajería, etc., etc., y una hermosa botica con dos maestros en medicina y farmacia. Además hay junto a La Palma un amplio huerto, que está dividido en múltiples parcelas, destinadas a cultivar diferentes productos del país y coloniales, y aquí vienen a diario los negritos, divididos en varias clases para, reunidos en torno al correspondiente experto, aprender a trabajar en cada sector de la agricultura.

Con reglas adecuadas son educadas para las Misiones de Africa las negritas, cuyo número llega ya a 22. Me maravillaron sus progresos en los estudios y en las labores femeninas. El año pasado, muchos trabajos de las negritas fueron admitidos en la Exposición Urbana de Nápoles, y premiados. Pero de este Insto. escribiré en otra ocasión.


[523]
Me quedé muy satisfecho de la instrucción de los negritos de La Palma. Hay seis de ellos que estudian Humanidades y Retórica (menos griego), cuatro Filosofía, y el resto Secundaria elemental. Pero lo que más me impresionó fue el orden, el silencio en los debidos momentos, la total disciplina, y la inclinación a los ejercicios de piedad y al deseo de hacerse santos y de sacrificar su vida en beneficio de sus hermanos infieles por los caminos a que los lleve la obediencia y la vocación. «¿Es posible –le preguntaba un día al P. Ludovico– que los negritos de La Palma sean todos buenos? No lo creo, porque, por lo que pude ver en la breve experiencia que tuve con los negros, muchos son buenos, pero algunos no parecen dados a la piedad ni a la perfecta observancia de nuestra Sma. Religión.»


[524]
«¡Oh! Escuche, querido hermano –me contestó el Padre–. Yo he fundado mi colegio para hacer del infierno un Paraíso, para que los jóvenes de malos se vuelvan buenos. Cuando los africanos entraron en La Palma eran diablos, y yo casi desesperaba de conducirlos al bien; pero con paciencia, con la continua vigilancia diurna y nocturna, y con el incansable esfuerzo de mis educadores, son todos buenos. Y tengo que agradecer a Dios que no haya uno malo, ni siquiera uno.


[525]
»Pero no debemos asustarnos si al principio los vemos malos: con la gracia de Dios, y con una incansable y paterna solicitud, todo se vence Y de hecho, en cada dormitorio hay dos prefectos, uno de los cuales vigila toda la noche. Cuando hay un joven que muestra una mala inclinación, contra ella se dirigen todas las armas de la prudencia cristiana, y no se ceja hasta ver completamente erradicado ese defecto; de modo que por fas o por nefas, por las buenas o por las malas, de grado o por fuerza, tiene que abandonar ese vicio». Mas dejemos este tema. Fueron muchas las cosas que observé sobre la dirección de ese Insto.; pero Ud. estará cansado de leer, como yo lo estoy de escribir, así que khalás.


[526]
Hablemos ahora un poco de cosas profanas. Y por decirle algo de Nápoles, creo que es imposible imaginarse su singular y espléndido emplazamiento y el soberbio panorama que ofrece desde cualquier parte que se contemple. La ciudad está situada al sudeste en la pendiente de una larga fila de colinas, y alrededor de un golfo de más de cinco leguas de ancho y otras tantas de largo, teniendo a los lados dos promontorios cubiertos de verdeante vegetación. La isla de Capri a un extremo y la de Procida a otro parecen cerrar el golfo, si bien entre estas islas y los dos promontorios se puede divisar una inmensa vista del mar.


[527]
La ciudad es como la corona de este majestuoso golfo. Una parte de ella, hacia occidente, se yergue a modo de anfiteatro sobre las colinas de Polisippo y de Antignano; la otra se extiende a oriente sobre un terreno más llano, cubierto de hermosas villas y hotelitos hasta el monte Vesubio, que de noche es como un sol vivísimo, cuya luz está concentrada en siete bocas que expulsan continuamente lava y betún. En medio de estos magníficos montes roqueños totalmente recubiertos de naranjos y limoneros y de toda clase de verdura, se encuentra, cerca de La Palma, Capodimonte, donde se alza el palacio de verano del rey. A juicio de los grandes viajeros, ésta es la más hermosa vista del mundo, y no hay nada que se pueda comparar con la belleza de tal panorama.


[528]
Si a todo esto se añade la suavidad del clima, la fertilidad de los campos, la belleza de los alrededores, la grandiosidad de los edificios y la magnificencia de sus calles todas cubiertas de grandes losas de piedra, como nuestra Piazza dei Signori, se convencerá de que Nápoles es uno de los más espléndidos y agradables lugares del mundo. La calle de Toledo, que avanza a lo largo de milla y media en perfecta línea recta; la de la Chiaia, la cual bordea durante largo trecho la Villa Real –que se extiende sobre la playa, donde ofrece una magnífica vista, y está flanqueada por la parte de tierra de una elegante verja interrumpida de cuando en cuando por altas y variopintas pilastras, la cual forma al noroeste una gran semielipse y encierra centenares de estatuas de mármol hechas a imitación de los mejores modelos antiguos– figuran entre las más hermosas de Europa.


[529]
Las iglesias son, en general, bellísimas y sorprendentes, y muestran al ojo atento la ferviente piedad del pueblo napolitano que las frecuenta y de aquellos que las construyeron. La de S. Francisco de Paula, de moderna arquitectura, en la parte exterior, de cara al palacio real, abunda en obras de los más famosos artistas modernos. Está flanqueada por dos pórticos sostenidos por 44 grandes columnas, y embellecida con estatuas colosales de la Religión, S. Francisco y S. Luis, las cuales se hallan en el vestíbulo formado por diez grandes columnas y otras tantas pilastras. El interior, perfectamente redondo, es una imitación del Panteón de Roma.


[530]
Magníficos templos son también el de S. Martín, en el cerro de San Telmo, al pie del castillo que domina la ciudad, en estupendo emplazamiento; el de Jesús Nuevo, todo incrustado de mármol, que guarda el sepulcro de S. Francisco de Jerónimo, sobre cuyo cuerpo yo celebré misa, el cual está encerrado en una urna de plata y bordado de perlas y piedras preciosas; y el de S. Cayetano, en cuya cripta se conserva el cuerpo del Santo, sobre el que también celebré misa.


[531]
Pero S. Jenaro, o sea, la catedral, es la iglesia más hermosa de Nápoles. El interior consta de tres naves, las cuales están sostenidas (entre otras) por 18 pilastras con columnas que pertenecieron a ídolos del paganismo. Dejando aparte las innumerables obras de arte, me limitaré a mencionar la capilla del Santo Patrón de la ciudad, llamada el tesoro, que tiene en la parte exterior dos grandes estatuas de S. Pedro y S. Pablo y una hermosa rejería de bronce. El interior es en forma de cruz griega, con las paredes incrustadas de mármoles finísimos y con 42 columnas de brocatel y 19 de bronce; todos los frescos son de Domenichino. Detrás del altar mayor, de pórfido, se guardan en dos capillitas forradas de láminas de plata y con portezuelas del mismo metal la Cabeza de S. Jenaro y dos ampollas que contienen parte de su sangre, la cual suele licuar al menos de dos a cuatro veces al año, cuando es acercada a la cabeza del Santo, es decir, en las tres fiestas de mayo, septiembre y diciembre que se celebran en honor del Santo con las correspondientes octavas.


[532]
Este milagro, que es observado por innumerables protestantes e infieles, fue causa, y lo sigue siendo hasta el día de hoy, de gran número de conversiones a la fe de Cristo. (Según oí a mi paso por Nápoles, la última vez que se hizo el milagro –quince días antes–, como al parecer se adelantó una media hora sobre lo acostumbrado, se oyeron bastantes gritos en el templo: «Mira, mira a San Jenaro, rey Víctor Manuel: le va la República y no te puede ver») Aquí, a propósito de S. Jenaro, quiero contarle a Ud. la extravagante escena que tiene lugar el día en que ocurre el milagro. Basándose principalmente en una vaga e incierta tradición, los napolitanos pretenden saber que tales y tales familias pobres son descendientes de la estirpe del Santo Protector; por eso es creencia entre la plebe que el milagro no se realiza sin la presencia de uno o más individuos de estos descendientes de S. Jenaro.


[533]
Los golfos son los primeros que hacen acto de presencia en la capilla del Santo, diciendo cantidad de improperios y villanías como preludio al milagro. Se oyen, entre otras, las siguientes expresiones: «San Jenaro, ¿es que no quieres hacer el milagro? Claro, como has robado el título de Santo, que no merecías... ¿Y por qué te pitorreas de los que tanto te honran? Vaya un inútil. Menuda pachorra tienes; no vales un pimiento. ¿Cómo puedes engañar así a la pobre gente? Qué cacho impostorazo, cómo te burlas de nosotros... Mira, mira qué muecas hace... y se guasea, y se cachondea... Para santos nosotros, que te tenemos que aguantar... Y todavía se chulea y se chunguea... ¿A que no eres capaz de hacer el milagro? Anda, calamidad, baja de ese pedestal (dirigiéndose a la estatua). ¿Qué haces ahí, liante, impostor? Tú ni eres santo, ni estás en el cielo, ni vales para nada. Baja, baja, y deja de comer de gorra...» Y así sucesivamente.


[534]
Esos granujas profieren otras frases más extrañas, cuya enumeración sería demasiado larga, y que yo he olvidado. En verdad, si a mí me contasen tales cosas, no las creería; pero a quien ha visitado Nápoles, y ha visto lo atrasado que está todavía ese reino, y su inclinación a la piedad, pero un poco supersticiosa, no le cuesta darlas por verídicas. Estas y otras cosas similares las supe de personas dignas de crédito.


[535]
En Nápoles, con D. Luciano, visitamos las cosas más notables, entre ellas las Catacumbas, más amplias y menos largas que las de Roma; también el Museo Nacional, el segundo del mundo después del Vaticano, a juicio de los expertos, y en cuanto a que ofrece una perfecta representación material de las costumbres de los antiguos, el primero del mundo. Pero se necesitaría todo un cuadernillo [para describirlo]. Estuvimos en la cueva de Posillipo, un impresionante subterráneo, donde se halla la tumba de Virgilio con las luces encendidas, etc.; en Pompeya y Herculano, etc. Pero ya hablaré de esto en otra mía, si dispongo de espacio; como también contaré detalladamente mi viaje de Palermo y de Roma. Ahora no tengo tiempo, porque acaban de anunciarme que ha llegado a Suez procedente de Calcuta el vapor de la Compañía de las Indias, y saldrá dentro de esta semana. Yo parto mañana para El Cairo y para Suez. Escribiré desde Adén, pero a condición de no permanecer ayuno de sus cartas.


[536]
Mando un afectuoso saludo a todos los jóvenes, prefectos, y clérigos de nuestro querido Insto., y me encomiendo a sus oraciones, pues dura será mi lucha con los ingleses. Porque, por no mencionar lo demás, delante de la aduana turca, de los divanes [cancillerías turcas] y de los consulados europeos hay fijado un aviso en el que se prohíbe a los Cónsules y al Gobernador de Alejandría permitir el paso de esclavos o negros sin indagar o conocer su procedencia, y sin que sea legalizada. Quiero transcribirlo esta tarde antes de partir de Alejandría. Así que necesito ayuda de arriba. Pero no hay que tener miedo: los cuernos de Xto. son más duros que los de Satanás; y si Dios quiere la obra, no hay ingleses, ni turcos, ni diablo que se puedan oponer.


[537]
Presente mis respetos a D. Tomba, D. Fochesato, D. Fukesneker, D. Donato, D. Clerici, D. Urbani, D. Lonardoni; a Toffaloni e hijo, y a todos los Sacerdotes del Insto; a los Marqueses Carlotti; a los Condes Cavvazzoca, Parisi, Morelli; igualmente al Sr. Obispo, etc, etc. Y eleve siempre una oración a los Smos. Corazones de J. y de M.a por



Su afmo. amigo, Daniel




[538]
Especiales saludos a mi ahijado Víctor, sobre el cual deseo noticias. Mis saludos a la fam. Patucchi y a Biadego, Fontana, etc. Reciba Ud. los saludos de J. Scaùi, que está bien, y por lo que me dicen los PP. Misioneros se porta bastante bien. Tres furiosas borrascas me quebrantaron un poco la salud, pero ya me encuentro muy bien.






53
Don Nicolás Mazza
0
Alejandría
2. 1.1861

N. 53 (51) - A DON NICOLAS MAZZA

AMV, Cart. «Missione Africana»

Alejandría, 2 de enero de 1861

Muy Rvdo. y Amadmo. Sr. Superior:


 

[539]
He llegado felizmente a Egipto. Pero antes que nada: en Roma me olvidé de escribirle que S. Em.a el Cardenal Barnabò me dijo que el mes pasado recibió una carta del Provicario de Africa Central, en la que no directamente, sino en substancia, Kirchner se expresaba de modo que parecía estar dispuesto, a una indicación del Cardenal, a volver a Europa y abandonar la Misión; y luego me dijo Barnabò que el Provicario se encuentra extremadamente abatido. Después, ya en Egipto, he sabido que uno de los dos Franciscanos destinados a la Misión se cansó, y retrocedió hasta Negade, en el Alto Egipto, donde se asoció a la Misión de los Reformados, diciendo que no quería volver a saber de Africa Central. El P. Juan (no sé si el nuestro o el Franciscano que ha quedado) se ha ido por el Nilo Blanco.


[540]
El P. Ludovico me dijo en Nápoles que ha decidido hacer un recorrido por toda Europa con el fin de recoger a todos los negros y llevarlos a su convento de La Palma; y una vez aquietados los asuntos políticos, quiere ir a París y presentarse a Napoleón para suplicarle la gracia de que no sólo favorezca el rescate de los negros, sino que se dirija a todas las potencias de Europa a fin de que determinen y ordenen a los respectivos Consulados de Egipto tutelar, favorecer y ayudar a todos los que van a Africa y Oriente a buscar negros para trasladarlos a Europa con objeto de educarlos para la Misión africana. El Rey Francisco II aprobaba y favorecía esta idea, y prometió poner en juego toda su autoridad real para recomendar el proyecto al Emperador de los franceses y a las potencias de Europa.


[541]
En Egipto hay agentes encargados ex profeso por el Gobierno del Bajá y por los Consulados de vigilar si se lleva a algún negro a Europa. Yo leí un aviso oficial fijado en el Diván de Alejandría y en las Cancillerías de todos los Consulados europeos, en el que se prohíbe absolutamente tanto a las autoridades turcas como consulares favorecer la salida de los negros. Tres negras del P. Olivieri, cuando iban desde el Convento de las Hijas de la Caridad a la estación de ferrocarril para El Cairo, fueron detenidas y encarceladas. Ni siquiera pueden ir de Alejandría a El Cairo, o viceversa.


[542]
El Provicario Apostólico de Egipto, que reside en Alejandría, me dice que es absolutamente imposible llevar negros a Europa. Pero nosotros no debemos desanimarnos. Con la ayuda de Dios, y con la protección de Russel obtenida en Roma gracias a lord Pope Hennesy, espero, después de grandes dificultades, alcanzar la meta deseada. Nadie sabe en Alejandría el objeto de mi viaje. Todos creen que voy a la nueva estación de Asuán. He considerado oportuno confiar el asunto sólo al Provicario de Egipto, hombre prudentísimo, conocedor de todos los manejos y secretos del P. Olivieri, y que sabe guardar un secreto (cosa rara entre los frailes, de los que de ninguno me fío). El, que me acoge en su convento, que me ve ir y venir por Alejandría, y que me quiere bien, es bueno que lo sepa; y no puede más que darme ideas, y favorecerme, e indicarme las maneras más convenientes de eludir a los enemigos de la Obra.


[543]
La persona que he designado como corresponsal nuestro en Alejandría para el envío de dinero es el señor Angel Albengo, hombre muy formal, prudente, buen cristiano y que disfruta de la absoluta confianza también de D. Beltrame. Usted, Sr. Superior, enviará el dinero al Cab. Napoli de Trieste; y éste, por medio del Lloyd austríaco, sin depender del Consulado de Austria, lo expedirá directamente al Sr. Angel Albengo, el cual, sirviéndose de los vapores de la Compañía de Indias, me lo hará llegar a Adén.


[544]
Creo oportuno dejar totalmente fuera de este asunto al Cónsul austríaco en Alejandría, que es contrario a nuestra empresa, por lo que me dijo el Provicario de Egipto. Prueba de que comparte las ideas de los otros Cónsules de Egipto es que en el caso de los cuatro negros del P. Olivieri se excusó de no poder favorecer a ninguno, dadas las vigentes leyes egipcias, a pesar de una carta de recomendación del Emperador de Austria. Esto me lo dijo el P. Provicario. Así que me encomiendo a las oraciones de Ud. y del Instituto.


[545]
Mañana salgo para El Cairo, y tres días después iré desde Suez a Adén. Junto con ésta le mando una carta para el Caballero Napoli: léala, y remítasela si le parece. Encontrará el modo de enviar cartas y dinero.

Mientras, presente mis respetos al Sr. Obispo, a Mons. Canossa, a D. Albertini, a D. Cesare, a las maestras Cavattoni, y a todos los de los Instos. masculino y femenino. Reciba las expresiones de veneración y afecto de



Su indignmo. hijo

Daniel Comboni



Le ruego salude de mi parte al farmacéutico Cayetano Sommacampagna.



Dirección de las cartas que se me envíen:

To most Reverend Sir Daniel Comboni

Apostolic Missionary in Aden

Dirigida certificada al

Cónsul General Austríaco en Alejandría



Dirección del dinero:


[546]
Enviará el dinero al Ilustrísimo Caballero Sr. Luis Napoli; el cual, por medio del Lloyd austríaco lo mandará directamente al Sr. Angel Albengo, a Alejandría, a fin de que éste lo haga llegar, según las instruciones recibidas, a D. Daniel Comboni, Misionero Apostólico en Adén.




[547]
N.B. Cuando mande el dinero al Caballero Napoli, a Trieste, convendrá que escriba inmediatamente una carta al Sr. Angel Albengo, a Alejandría, y otra a mí, a Adén, comunicándonos el envío.

Creo oportuno que se abstenga de girar efectos a Alejandría, porque aquí hay muchos tramposos y no pocas firmas marrulleras. El dinero es más seguro. Luego, en Alejandría, se convertirá en guineas inglesas.



Daniel Comboni






54
Don Nicolás Mazza
0
barco Candy
6. 1.1861

N. 54 (52) - A DON NICOLAS MAZZA

AMV, Cart. «Missione Africana»

A bordo del Candy, en el mar Rojo

6 de enero de 1861



Muy Revdo. Sr. Superior:


 

[548]
Espero que haya recibido mis cartas de Alejandría, y las de nuestros queridos Misioneros de Africa Central. Llegado a El Cairo la tarde del 4 de los corrientes, tuve el consuelo de encontrar al Provicario Apostólico, D. Mateo Kirchner, con el cual me entretuve aquella noche hasta la hora de partir para Suez. El está bien de salud, y me comunicó que la de D. Dalbosco es muy buena, y la de D. Beltrame pasable, aunque ha adelgazado considerablemente y ha envejecido, de forma que se le echarían 45 años. Nosotros hablamos siempre sobre la Misión de Africa Central. Y ahora las noticias, que Ud., Sr. Superior, habrá leído ya en los informes de nuestros Misioneros.


[549]
D. Alejandro y D. Juan están muy preocupados por no haber recibido carta de Verona desde hace más de un año. Ambos salieron de Jartum en nuestro barco el Stella Mattutina, y después de pasar todas las cataratas llegaron el pasado septiembre a Schellal, donde se halla la nueva estación. Allí está ya terminada la casa, y habitada por los Misioneros que hay actualmente, así como por los chicos de la Misión, que se ejercitan incansablemente en el trabajo y en la agricultura.


[550]
Desde el mes pasado se encuentran de viaje por el Nilo Blanco tres Misioneros guiados por el P. Morlan, ex presidente de la lejana estación de los Bari, más allá de Santa Cruz. Pero me dijo el Provicario que seguramente no llegarán al término de su viaje, dada la guerra de los comerciantes con los negros; guerra atroz que indujo al gobierno turco a defender a los que no tienen razón, es decir, a los negociantes europeos y musulmanes, y en la que ya se han hecho tres mil prisioneros esclavos, que son vendidos en los mercados del Kordofán, Sennar y Dóngola, y ocupados en los trabajos más viles. Don Beltrame ya ha terminado el trabajo del diccionario, gramática y catecismo denka, pero no lo ha enviado por miedo a que se perdiera junto con las cartas. Le he escrito desde El Cairo, adonde he avisado al Provicario que lo mande, y yo lo recogeré a mi paso por allí.


[551]
El Provicario tiene poca fe en la conversión de Africa. «Si miro a Europa –dice–, todo es bonito; pero si considero las cosas en Africa, donde está la realidad, todo lo veo negro, y pierdo las esperanzas».


[552]
Además, con gran sorpresa por mi parte, no ve con muy buenos ojos el proyecto de educar chicos y chicas africanos en Europa, porque le parece que se educan demasiado delicadamente, y estudian demasiado las ciencias y poco la agricultura y los oficios. El piensa, en cambio, llevar un buen número de esos jóvenes a la nuesta Estación, y hacerles trabajar de día, impartiéndoles por la noche la instrucción religiosa. A Nápoles, me decía, manda los menos posibles. Ha pagado todas las deudas de la Misión con el dinero recibido de su familia, la cual queda como acreedora con respecto al Sr. Provicario. Ahora permanece en Egipto esperando la decisión de Propaganda sobre dos puntos:

1.oSi se debe continuar construyendo la Estación para albergar a otros misioneros.

2.oSi se debe establecer y consolidar la unión de la Misión con la Orden Franciscana.


[553]
Dicha Orden ha mandado tres frailes: uno de ellos murió en El Cairo; otro abandonó la Misión y se retiró con los suyos a la Prefectura Apostólica del Alto Egipto; el tercero sigue en su puesto en Schellal, pero ya casi se ha cansado. El General de los Franciscanos parece reacio a participar en la Misión de Africa Central. Por eso temo que la unión de la Misión con la Orden Franciscana no traerá ninguna ventaja. El Provicario está dispuesto a ir a Roma para arreglarlo todo, pero de momento espera carta del Cardenal. Sin embargo me parece de bastante buen ánimo, y no tal como me lo describió Barnabò.


[554]
Tanto en Alejandría como en El Cairo me he enterado de que hay un gran número de negros repartidos por las Indias. La esclavitud está en pleno auge en Arabia, donde se hacen numerosas subastas de estos pobres negros; y uno me dijo que en una subasta consiguió tres negritas a 60 táleros cada una. En Alejandría supe que desde Massaua y Suakin, ciudades de Abisinia en las costas del mar Rojo, de noche salen embarcaciones con esclavos hacia las costas de Arabia, donde no está abolida la trata de negros; y fue en tal circunstancia cuando el vapor inglés que va de Suez a Adén se apoderó de uno de esos barcos negreros. Así que espero poder realizar en Adén una selección de acuerdo con sus intenciones. Basta con que Ud. haga rezar por el éxito de esta empresa.


[555]
Ya llevo un día y una noche a bordo del Candy aquí en el mar Rojo. Somos unos 680 pasajeros. Para este trayecto de Suez a Adén pude conseguir, como un favor, un pasaje de segunda, para el que no conseguí de los ingleses ninguna rebaja. De modo que tuve que pagar el precio de tarifa: 19 libras esterlinas, equivalentes a casi 25 napoleones de oro.


[556]
He dado orden a nuestro corresponsal en Alejandría de cambiar todos los napoleones de oro por libras inglesas, cosa que quizá sería conveniente hacer en Trieste. Pero voy a informarme de esto; porque ocurre que en Oriente la libra esterlina vale un cuatro por ciento más que la pieza de 20 francos, con lo cual en Adén, de cada mil táleros, con los napoleones de oro se pierden unos 40 táleros. Así que es algo que hay que pensar. Usted envíe al Cab. Napoli, de Trieste, napoleones de oro, y él hará lo que le indicaré a modo de información. Yo estoy bien. En ocho días me encontraré en Adén. Le pido su bendición, mientras me suscribo



Su obedmo. hijo

Daniel






55
Don Francisco Bricolo
0
Adén
13. 1.1861

N. 55 (53) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/5

Adén, 13 de enero de 1861

Querido D. Francisco:


 

[557]
Por ahora no le mando más que un simple saludo. En las seis horas que me detuve en El Cairo tuve ocasión de ver al Provicario, que me dio excelentes noticias de los dos Misioneros que están en Schellal. La madre de Carré me entregó dos guineas turcas y una inglesa para sus hijos en Verona. Hable con el Superior, o déselas Ud. mismo a Carré, que a mi vuelta a Verona arreglaremos cuentas. A las cinco salí de Suez en el Candy, vapor de la Compañía de Indias, con 680 pasajeros, la mayor parte ingleses y orientales, sin contar la tripulación. En la noche del día 10, pasado el estrecho de Bab-el Mandel, entramos en el océano Indico, y llegué a Adén al atardecer del 12. Saludos a todos Uds., a quienes suplico una oración por

Su afmo. Daniel






56
Don Nicolás Mazza
0
Adén
13. 1.1861

N. 56 (54) - A DON NICOLAS MAZZA

AMV, Cart. «Missione Africana»

Adén, 13 de enero de 1861

Amadmo. Sr. Superior:


 

[558]
Partido de Alejandría la mañana del 4 de los corrientes, llegué a Suez por ferrocarril la tarde del día 5. Aquí tomé un vapor de la Compañía de Indias, el Candy, junto con otros 680 pasajeros, ingleses y orientales, y después de siete días de navegación por el mar Rojo, y de soportar una buena borrasca los últimos tres, sobre todo al entrar en el océano Indico, llegué a Adén, donde ahora me encuentro en perfecta salud.


[559]
Que en El Cairo vi al Provicario, lo anuncia la adjunta mía del 6 del cte. escrita a bordo del Candy. A lo que expuse en ella debo añadir que el Provicario ha llevado ahora a El Cairo, en el Stella Mattutina, algunas jóvenes negras traídas de Sta. Cruz por D. Beltrame. Entre ellas está una tal Zenab, de la tribu de los Denka, a la que conozco muy bien. Como domina el árabe y el denka, fue ella, después de un negro llamado Cachual, la persona que más nos ayudó en Sta. Cruz, y especialmente a D. Beltrame, a componer el diccionario y la gramática denka. Esta negrita tiene gran talento y bondad. Y ahora –pensando en el Plan que Ud. ha ideado para la Misión de Africa– la joven Zenab podría ser muy útil para introducir en nuestro Insto. Africano de Verona el conocimiento y la verdadera pronunciación de la lengua de los Denka. Por eso, aunque el Provicario sea un poco reacio a enviar negros a Verona, estoy seguro que, ante una carta de Ud., él haría espontáneamente todo lo que Ud. quisiera. Por lo cual me atrevería a sugerirle, Sr. Superior, que escribiese al Provicario, a El Cairo, rogándole que le ceda a la buena Zenab por el bien de su Insto. de Verona, con la promesa de que al final de su período educativo quedará a disposición de la Misión. Ella se encuentra ahora con las Monjas del Buen Pastor, en El Cairo. La carta puede dirigirla así:

Para el Muy Rvdo. Sr. D. Mateo Kirchner Pr.

En el domicilio del Caballero Fathalla Mardrus

Certificada al I. R. Cónsul de Austria

en El Cairo (Egipto)


[560]
En caso de una respuesta afirmativa (de la que no tengo la menor duda), escríbame dirigiendo la carta a El Cairo al domicilio del Cab. Fathalla Mardrus.


[561]
He aquí lo que hasta ahora puedo decirle de mi encargo en Adén. El Padre Juvenal, español, Prefecto Apostólico de Adén, cuando pasó por allí el P. Luis, Carmelita, tenía 16 negros de ambos sexos. Pero en vista de que, a pesar de sus reiterados ruegos, nadie en Europa quería hacerse cargo de ellos, los distribuyó por diversas familias. Ahora sólo le quedan tres (los más dóciles y de mayor capacidad) que él había pensado confiar a un comerciante, cuando, llegada a sus manos la carta que le escribí desde Venecia, los retuvo en su casa, y trató de que le devolvieran alguno de los que había distribuido, pero sin resultado hasta el momento.


[562]
Hoy he visitado a siete de los que están con las familias. Y aunque me reservo hasta examinarlos dentro de dos meses, durante los cuales estudiaré su índole e inteligencia, sin embargo puedo calcular con bastante seguridad que me llevaré al menos seis. Pero tenga la certeza, Sr. Superior, de que pondré el máximo cuidado en escogerlos según sus intenciones, exigiendo especialmente la docilidad. Hasta ahora, nada puedo decirle de las negritas, ni de un varón o una hembra mayorcitos que puedan servir de guía a los otros. Los seis a los que he echado el ojo son todos varones.


[563]
Mas parece que la Providencia prepara las cosas de modo que podamos conseguir negros y negritas que educar en Europa. Le voy a explicar el asunto y lo que pienso sobre él, remitiéndome completamente a su voluntad y a sus órdenes cualquiera que sea su decisión tras lo que le voy a exponer. En Egipto me enteré de que en Madagascar hay un gran número de negros y negras que se darían al precio de 100 francos, y menos. Sobre esto podrá leer el fascículo de septiembre de 1860 de los Anales de la Propagación de la Fe, en el que (me han dicho) el P. Finnaz, Prefecto Apostólico de las Misiones de Madagascar, en una carta escrita en Mayotte, en el archipiélago de las Comores, se dirige a la caridad europea para rescatar estas almas.


[564]
Pues bien, entre los muchos viajeros que iban a bordo del Candy, había bastantes que, según mis averiguaciones, eran indígenas de la isla Reunión, o Bourbon, sometida a Francia, de la que es una rica colonia. Y entre ellos había un excelente católico, el Sr. Emuabal Robert, natural de St. Bennoit, la más rica provincia de Reunión, el cual es un acaudalado hombre de negocios y que, por tener casas de comercio en la costa de Madagascar, en la isla de S. Mauricio y en Reunión, posee un exacto conocimiento de todos los países de Africa meridional. Después de tratar unos días con este excelente personaje indígena de la Reunión a fin de conocerlo a fondo, llegué a la conclusión de que es la persona más indicada para hacerme conocer la situación de los negros de Madagascar.


[565]
Para lo cual le encargué de buscar la más exacta y reciente información sobre lo que yo le pedía, y de llevar personalmente al Obispo de Reunión, que reside en la capital, St. Denis, una carta en la que después de exponerle en francés el plan de creación en Verona de Institutos de educación femeninos y masculinos para africanos negros, me dirigía a él para ver de obtener información exacta sobre los negros de Madagascar en lo concerniente a los siguientes puntos:

1.oCuántos niños y niñas negros de 6 a 10 años estarían a mi disposición, y a qué precio los podría yo rescatar, en caso de encontrarlos dóciles y dotados de todas las cualidades que exige mi Insto. (las cuales le expuse en la carta).

2.oSi una vez comprados podrían ser llevados desde Madagascar a la isla Reunión.

3.oSi en Reunión se podría hacerlos declarar súbditos de Francia por medio del gobierno de la isla, a fin de evitar las dificultades que se encuentran para pasarlos a Europa desde la abolición de la esclavitud establecida por el Congreso de París.

4.oQue me indicase los medios para aprender la lengua de Madagascar, en caso de que los negros traídos de allí resultasen adecuados para la Misión de Africa Central.

5.oQue se pusiera en comunicación con el cuerpo de Misioneros a él subordinado y de él dependiente, encargado de las Misiones de Madagascar.


[566]
En caso de que todo lo expuesto resultase conforme a mis intenciones, después de pedir consejo a mi Superior y de escuchar su parecer, yo estaría dispuesto a viajar a Reunión y, si lo considerase oportuno el Obispo, también a Madagascar, para elegir yo mismo los niños y niñas según el número que me permitiesen el Superior y la bolsa. Pues bien, este asunto, Sr. Superior, merece una total atención. Todas las causas por las cuales he venido a Adén a buscar a los jóvenes abisinios están a favor de los de Madagascar, siempre que resulten positivas las respuestas a las tres primeras preguntas hechas al Obispo de Reunión. Además, Madagascar nos ofrece un vivero de negros como para proveer en abundancia nuestros Institutos de Verona. Por lo cual yo sería de la opinión de hacer estas dos cosas:

1.oViajar a Reunión para observar la índole de los negros de Madagascar, conocer las gestiones que realizar ante el despótico gobierno de la Reina malgache y ante el gobierno francés de la isla Reunión, y examinar todo lo concerniente al éxito de nuestra obra respecto a los jóvenes de Madagascar. El Obispo de Reunión y el de Mauricio serían mis apoyos.

2.oEntre los negros que me sean ofrecidos, escoger o seis o doce, como Ud. crea, la mitad varones y la mitad hembras, y llevarlos conmigo a Verona para ver si resultan adecuados para el Plan de la Conversión de Africa.


[567]
Tal es, Sr. Superior, mi idea. Yo la someto a Ud., y espero una rápida decisión. Por lo que veo, meditando sobre este plan mío, yo no me demoraría ni un día en ponerlo por obra; pero esto es un asunto que pertenece a las Altas Esferas. Así que espero sus órdenes, con arreglo a las cuales actuaré siempre; pero las espero pronto, rápido, ya.


[568]
La isla Reunión dista de Adén 14 días de vapor. Está situada en el océano Indico, un grado y medio antes del trópico de Capricornio.

Todos los meses parte un vapor de Suez para la isla, y viceversa. El gasto sería de 300 táleros. En un mes y medio podría hacerlo todo. Si emprendiese el viaje a Reunión y Madagascar, entonces sería bastante probable que el regreso a Europa lo hiciese por el cabo de Buena Esperanza. Ya me he puesto en comunicación con dos compañías de Oriente para estipular un contrato. En caso de que pudiesen ir al menos 18 personas conmigo, tendría dos ventajas al contratar un viaje desde Reunión a Marsella: la primera es, espero, un menor coste del pasaje; la segunda, y más importante, es que evitaría graves problemas que ya, a pesar de las altas recomendaciones, me espero en Egipto. En cualquier caso, yo pensaré sobre esto y me encargaré de resolverlo. Usted ruegue y haga rogar por mí, que sólo Dios ha de ser mi guía.


[569]
No temo ninguna dificultad, o incomodidad, o sufrimiento, o clima, sabiendo que actúo en favor de su Plan para la Conversión de Africa. Usted ocúpese de darme órdenes sobre el proyecto antedicho, y de mandarme pronto el dinero que pueda, pero que no sobrepase la cantidad de 500 napoleones de oro ni llegue a menos de 100 de esas monedas. Ordene a nuestros corresponsales de Trieste y de Alejandría que hagan enseguida el envío, y a este último que lo cambie todo en guineas inglesas. El importe exacto del pasaje por persona no se lo digo por ahora, al no haber decidido por dónde haré el camino de regreso. Pero Ud. me tiene enseñado a no asustarme por estas cosas. Lo único que deseo con este viaje es asegurar al Plan un medio de tener siempre negros y negras adecuados para la Misión de Africa.

Espero que haya entendido mi proyecto. Yo lo he expuesto mal, primero por falta de capacidad, y luego porque tengo que apresurarme porque hoy sale para Suez el correo de las Indias.


[570]
En Adén, que se halla a los mismos grados de latitud norte que los Denka, hace mucho calor y se agarran buenas fiebres: hoy a mediodía estábamos a 29 grados Réaumur. Aquí se encuentran el Prefecto Apostólico y un Laico Capuchino. Otro Padre Capuchino, Misionero en Adén, se marchó a Europa maltrecho por las fiebres. Yo estoy bien, y alegre, y lleno de confianza de obtener buenos resultados. No tengo ocasión de hablar en italiano. Aquí en Adén se habla árabe, inglés, español y portugués, idiomas todos ellos que entiendo y en los que tendré que tratar mis asuntos. Mientras, he empezado a interesarme por la lengua abisinia y la malgache, y espero que al final de la primavera, cuando llegue a Verona, no ser totalmente ignorante de ellas, pues pueden ser útiles para nuestro Insto. y para su Plan.


[571]
Presente mis respetos a todos los Sacerdotes y Maestras del Insto, a D. César, al Obispo, a D. Albertini, a Mons. Canossa, y muchos, muchos saludos al Sr. tío Paiola. Conceda su santa bendición a



Su indignmo. hijo

Daniel




[572]
Dentro de cuarenta días seguramente recibiré la respuesta que dará a mi carta el Obispo de Reunión, Mons. Montpoint.






57
Don Nicolás Mazza
0
Adén
23. 1.1861

N. 57 (55) - A DON NICOLAS MAZZA

AMV, Cart. «Missione Africana»

Adén, 23 de enero de 1861

Revmo. Sr. Superior:


 

[573]
Esa sublime Providencia, que en el gobierno de todas las cosas procede gradualmente y con orden sapientísimo, y que, jamás actuando inútilmente, dirige todas las cosas a la realización de sus amorosos designios divinos mediante una regular concatenación de vicisitudes y acontecimientos, le incitaba a Ud., querido Superior, a enviarme a Adén para buscar un buen número de chicos y chicas negros adecuados a los santísimos fines de su gran Plan para la conversión de Africa.


[574]
Ya aquí, permitiendo el Señor que entre bastantes jóvenes por mí examinados no me fuese posible elegir más que algunos chicos Gallas, se complace en cambio, por su divina misericordia, en bendecir más generosamente mi viaje, poniendo ante mí y haciéndome conocer claramente un canal eficacísimo y seguro para hacer llegar a nuestros Institutos Africanos de Verona el número de individuos jóvenes de ambos sexos que es necesario para la ejecución del Plan sabiamente concebido por Ud. según el espíritu de la Iglesia, que a tal objeto fundó hace siglos, en Roma, el Colegio Urbano de Propaganda Fide, en el que ingresan jóvenes selectos de todas partes del mundo, a fin de que, después de recibida la instrucción oportuna, vuelvan a sus lugares de origen para comunicar a sus connacionales todos los bienes de la civilización y de la religión, con los que se han enriquecido a la sombra de la augusta bandera de la Cruz en el centro del Catolicismo.


[575]
Le voy a contar brevemente lo que al respecto me han indicado personas bien informadas (entre ellas el distinguido Sr. Buenaventura Mas, rico hombre de negocios español, excelente católico y muy gran conocedor de todos los países de Africa Oriental, donde posee muchas casas de comercio, y de quien se sirve el Obispo de Reunión, encargado de las Misiones de Madagascar e islas adyacentes, para mantener la necesaria correspondencia con las mismas y suministrarles eventuales socorros). Y le voy a explicar este canal, proponiéndole los medios que creo descubrir para utilizarlas en beneficio de la Misión de Africa Central; y usted, Sr. Superior, entendido y considerado todo ello, decidirá, hará y ordenará cuanto que le parezca oportuno.


[576]
Después del Congreso de 1865, en que las grandes Potencias de Europa, reunidas en París para arreglar los asuntos de Oriente, abolieron la esclavitud y la trata de negros, Francia e Inglaterra siempre han mantenido flotillas de vapores que recorren el mar Rojo, y la parte del océano Indico que limita con el Africa sudoriental, para vigilar y proteger la ejecución de los decretos acordados contra el infame tráfico. Pero estos dos países, con el fin de proveer de trabajadores a las colonias que necesitan brazos para los cultivos, han promulgado una ley según la cual se determinan ciertos países, o islas a ellos sujetas, donde los respectivos gobernadores europeos están autorizados a hacer los llamados engagés, es decir, declarar libres a todos los esclavos negros que les son presentados por las personas provistas de un documento expedido por el Ministerio de Asuntos Exteriores, mediante el cual se les autoriza a procurarse negros para su servicio.


[577]
Francia extendió esta ley a todas sus colonias de Africa Oriental, pero a causa de enormes abusos por parte de muchos, que al socaire de hacer engagés ejercían de hecho el infame tráfico de la trata de negros, tuvo que ser limitada a sólo tres islas francesas situadas en el océano Indico, junto a Madagascar, o sea, Mayotte, Nos-Beh y Ste. Marie, cuya ubicación corresponde a longitud Sur, y a latitud Este según el meridiano de París, como sigue:

Islas sometidas a Francia Lat. Sur Long. Este de París

Mayotte 12°30´ 43°

Nos-Beh 13° 46°

St. Marie 17° 48°


[578]
Por tanto, en caso de que nos fuera posible obtener del Ministerio de Asuntos Exterires de Francia ese documento que nos autorizase a procurarnos el número de chicos y chicas negros que es actualmente necesario para nuestros Instos. Africanos de Verona, yo podría recorrer los mercados públicos del archipiélago de las Comores, de la isla de Madagascar, y de otros puntos de las costas de Africa Oriental, elegir ese número de negritos y negritas que Ud desea –aunque fuesen mil–, rescatarlos mediante el precio establecido en el contrato –que es de 50 a 100 francos por individuo–, y luego presentarlos al Gobernador de una de las tres islas, Mayotte, Nos-Beh, o Ste. Marie, a fin de que fuesen declarados libres y súbditos de Francia. Y posteriormente, una vez provistos de pasaporte regular francés, conducirlos a Europa por el cabo de Buena Esperanza, en los barcos que me ha ofrecido el distinguido Sr. D. Buenaventura Mas, quien todos los años envía ocho o diez buques a Marsella, después de haberlos cargado en las Indias Orientales y en las costas de Africa.


[579]
Tras examinarlo y ponderarlo todo, veo con bastante claridad que este canal que le he explicado es un medio que la Providencia nos indica para, en el curso de un año, obtener para nuestros Institutos Africanos de Verona el número de chicos y chicas negros que Ud. desea; con lo cual podremos recuperar el considerable tiempo perdido hasta ahora durante bastantes años, en los cuales no les fue posible a nuestros Misioneros introducir en nuestros Colegios de Verona jóvenes africanos para la ejecución de su Proyecto. His positis:

«Le propongo, Revmo. Superior, hacer una expedición a Africa Oriental para rescatar a 100 o al menos a 50 individuos entre varones y hembras, para nuestros Instos. Africanos de Verona.»


[580]
A tal fin, pienso regresar dentro de poco a Europa con los jóvenes que me ha sido posible recoger en Adén, para ocuparme de tratar y preparar con Ud. este importantísimo asunto, obtener en París la autorización antes mencionada del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia y disponerlo todo para la futura expedición a Africa Oriental, en caso de que Ud. esté de acuerdo con mi idea.


[581]
Para obtener esa autorización –en el supuesto de que Ud. no tuviese otros medios mejores, o más inmediatos y normales–, creería conveniente presentarme yo mismo a las Asambleas Centrales establecidas en Lyón y París para la Propagación de la Fe, o a alguno de sus miembros principales, como sería Mons. Coulin, provisto de las Credenciales de Misionero Apostólico que me expidió en Roma la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, y de una carta suya. De este modo me sería factible obtener acceso al Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, donde, expuesto con toda franqueza el objeto de nuestra petición, no dudo que satisfarían plenamente nuestros deseos.


[582]
A mi regreso de París, yo me pasaría por Marsella para en la Casa Vidal, de la que es miembro principal el Sr. Mas, tratar sobre la época y los medios para transportar los negros a Europa.

Ya de vuelta en Verona, entre otras cosas a concretar que trataríamos de palabra, estaría el darme como compañero un Sacerdote del Instituto, con el que compartir las fatigas de la gran expedición. Y esto es necesario para que en caso de muerte de uno de los dos, el superviviente pueda continuar la obra según el mismo espíritu; y también porque si en Africa Oriental las circunstancias nos obligasen a servirnos de dos barcos para ir a Marsella, en cada uno de ellos habría un Sacerdote para asumir la dirección y responsabilidad del correspondiente grupo de jóvenes africanos.


[583]
El Sacerdote que a mí me parece más oportuno entre los de nuestro Instituto para servirme de compañero en la difícil expedición es D. Bartolomé Clerici, sacerdote muy formal, de excelente criterio y virtudes, dotado de robusta salud, y que sabe algo de árabe y está muy habituado a los africanos, cuya índole y tendencias conoce; por lo que podría resultarme una ayuda inestimable para hacer una buena elección. Y al volver a Verona podría asociarse al dignísimo Rector de los Colegios masculinos, D. Francisco Bricolo, en la dirección del Colegio Africano, en calidad de Vicerrector.


[584]
Aparte de este excelente Sacerdote, convendría que usted, Sr. Superior, escogiese entre las mujeres de nuestros Institutos femeninos una a la que pudiese encargar de la custodia, dirección y necesidades de las negritas eventualmente rescatadas, siempre y cuando tuviese las siguientes cualidades: intachables costumbres, edad canónica, amante de la discreción, valiente, fuerte, y lo más fea posible (como, por ejemplo, la ex ecónoma Borgato); y esto debería hacerse también en caso de que yo encontrase aquí una negra con los requisitos que Ud. exige, según lo que me pidió antes de mi partida de Verona.


[585]
En cuanto a los medios económicos necesarios para esta expedición, calcule que entre los gastos de viaje de los dos Sacerdotes y de la canónica señora, más la compra y el transporte de los chicos y chicas negros hasta Verona, la cantidad necesaria para llevar 50 individuos ascendería a 5.000 táleros; y para 100 individuos, a 8.000 táleros. En esta suma incluyo también un módico precio que podría ponerme la Casa Mas-Vidal por el transporte de los negros desde la isla de Madagascar hasta Marsella; si bien el P. Juvenal de Tortosa, Prefecto Aplico. de la Misión de Adén, me asegura y me hace esperar que, dada la estima y el afecto que me tiene el Sr. Mas (no sé por qué méritos o cualidades), yo no tendría que pagar de todo el viaje hasta Francia más que la comida. De todas maneras creo que usted, amadmo. Superior, que ha visto tantos gestos admirables de la Providencia divina, no debe preocuparse mucho por los gastos.


[586]
Usted reúna todo el dinero que pueda. Y si Dios no quiere que esa cantidad llegue a ser suficiente para esta gran expedición, no voy a desanimarme; porque no es improbable que la Providencia nos abra una nueva vía, que ahora no le comunico por no disponer de tiempo para aducir las razones en que me baso. Así que empiece ya a juntar todo el dinero que le venga a las manos; y el que no pueda darnos a nuestra marcha, podrá enviárnoslo unos meses después a Marsella, al Instituto de las Hermanas de San José de la Aparición, según lo que acordaré desde Verona con la Superiora General de esa Orden, residente en Roma, a la que estoy ligado con los vínculos de la más santa amistad.


[587]
En cuanto a la lengua nativa de los individuos que rescatemos en Africa Oriental, aunque esto es secundario, durante nuestra estancia allí nos esforzaremos, con los medios que nos ofrezca la Providencia, por llegar a su conocimiento y dominio de manera que posteriormente, si es necesario, podamos introducirla en nuestros Institutos.


[588]
Ahora bien, como entre los contratiempos que podrían surgir para obstaculizar nuestro proyecto podría darse el caso de que Francia, contrariada por los abusos continuos que se dan contra la ley promulgada en favor de sus colonias, eliminase también en Mayotte, Nos-Beh y Ste. Marie el privilegio de hacer engagés, como ocurrió dos años ha en la más floreciente de sus colonias, la isla Reunión, que antes gozaba de los mismos privilegios que esas otras tres islas, creo por eso oportuno poner en marcha lo más pronto posible la mencionada expedición, antes de que nos cierren el camino para procurarnos jóvenes que formar en los Institutos africanos.


[589]
Por tanto, yo sería partidario de emprender la expedición dos o tres meses después de mi llegada a Europa. Según mis cálculos se tardaría un año o dos en llevarla a cabo, y durante ese tiempo se podrían preparar, tanto en Canterane como en S. Carlos, locales necesarios para albergar a los jóvenes que rescatásemos, los cuales posiblemente estarían por completo separados de los otros Institutos, a fin de impartirles una educación totalmente propia y adaptada al plan de la Misión de Africa Central.


[590]
De tal modo, para la primavera o, como mucho, para el verano del próximo año 1862, tendríamos ocasión de ver en Verona, en curso de creación, dos nutridos Colegios africanos que debemos considerar como el preludio de la conversión de Africa. Y así podríamos esperar, no en vano, la llegada del tiempo por el que tanto suspiramos, en el cual finalmente se verá brillar un fulgurante rayo de la divina luz de la Fe de Cristo en alguna tribu de los vastos países de los míseros negros, curvados bajo el yugo de satanás, y que todavía se hallan en las tinieblas y sombras de muerte.


[591]
No es óbice para nada de esto que en las Misiones de Africa Central, que se extienden entre el Ecuador y el trópico de Cáncer, nos sirvamos de personas procedentes de países comprendidos entre el trópico de Capricornio y el Ecuador, puesto que el clima, las costumbres, el carácter, y la capacidad de asimilar enseñanza que tienen los individuos nacidos entre ambos trópicos, son los mismos. Como tampoco es obstáculo la diversidad de lenguas que existe entre las varias naciones de los dos trópicos, dado que esta dificultad justamente se ha despreciado hasta ahora, tratando de buscar chicos y chicas muy jóvenes, como sabiamente Ud. desea y ordena, de los que se puede obtener, como sabemos por experiencia, óptimo resultado mediante una sabia y formal educación.


[592]
Finalmente, tampoco obstan las severísimas leyes existentes ahora en Egipto, que prohíben la exportación de negros y negras; porque para eludir las solapadas y concienzudas indagaciones de las Policías del Gobierno egipcio y de los Consulados de Alejandría, he ideado el proyecto de emprender el arduo y larguísimo viaje por la ruta del cabo de Buena Esperanza, a través del océano Atlántico, intentando con ello evitar también el peligro de comprometer el futuro de las Misiones de Africa. Porque podría ser que llegasen tiempos favorables, en que se pudieran enviar a Europa desde el Nilo Blanco a indígenas Denka o Kich, o nativos de las Estaciones que se funden en Africa Central, y si nosotros pasásemos ahora por Egipto con una gran muchedumbre de negros, los gobiernos podrían promulgar leyes aún más severas que las ahora vigentes, que constituyeran un perpetuo obstáculo para la continuación del plan sublime de la creación de Institutos africanos en Europa.


[593]
Así pues, amadmo. Padre, ahí queda expuesto sucintamente el eficacísimo canal que nos ha abierto la Providencia para la creación de dos Colegios Africanos en Verona, y, también esquemáticamente delineados, los medios para utilizarlo en beneficio de las Misiones de Africa. Más adelante, según las ideas y las circunstancias que el Señor nos vaya ofreciendo al respecto, se podrán hacer las modificaciones que sean oportunas. Según veo las cosas ahora, me parece que Dios, para quien no existe el tiempo, ha permitido que se retrase la ejecución de su gran plan, porque no necesita la colaboración del hombre, a pesar de los esfuerzos de éste; y del mismo modo me parece que Dios, sin nuestro concurso, nos ha trazado el camino para resarcirnos del tiempo perdido.


[594]
Por eso, cuando más medito sobre el proyecto a Ud. expuesto, más veo en él una Obra de la que resultará una gran gloria para Dios y muchas almas ganadas para Cristo. De modo que, por mi parte, estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio y a soportar las más duras fatigas e incomodidades –incluso me parecería muy leve y suave el sacrificio de mi sangre y de mi vida– por coadyuvar a que esta santa Obra sea llevada a cabo; a condición, eso sí, de que usted, Sr. Superior, la quiera. De manera que todo el importantísimo asunto está en sus benditas manos.


[595]
Tanto si lo aprueba en toda su extensión, como si lo desaprueba en parte, como si lo rechaza por completo, Ud. constituirá siempre el eje de mis miradas y anhelos, la regla que guíe mis actos; y miraré como voluntad de Dios cada disposición suya. Y si el plan que he propuesto de una expedición a Africa Oriental resultase una estúpida idea que me vino a la mente, o un desvarío, un delirio, en tal caso tendría el consuelo de cometer un gravísimo error no a la vista del público, con notable perjuicio para el Instituto y su reputación, sino ante un Padre amantísimo, que en mi caída puede tenderme una mano y levantarme.


[596]
Le suplico encarecidamente que eleve al cielo fervientes votos para que sólo Dios guíe mis pasos y dirija mis acciones, de tal modo que yo corresponda fielmente a sus inspiraciones e impulsos divinos, mientras implorando su paternal bendición, con todo el cariño y veneración me declaro en los Sagrados Corazones de Jesús y de María



Su obedmo. e indignmo. hijo

D. Comboni M.A.






58
Don Nicolás Mazza
0
Adén
24. 1.1861

N. 58 (56) - A DON NICOLAS MAZZA

AMV, Cart. «Missione Africana»

Adén, 24 de enero de 1861

Amadmo. Sr. Superior:


 

[597]
Le participo que entre bastantes jóvenes que llevo examinados, hasta ahora sólo he elegido cinco, en los cuales he podido encontrar fiables indicios de que poseen las cualidades exigidas por nuestro Instituto; entre ellas, me parece que el Señor les ha concedido tal docilidad que podremos moldearlos como queramos. A estos cinco chicos, una vez que aprendieron el catecismo en inglés, les fue conferido el bautismo; lo cual va contra las leyes de la Iglesia, porque del idioma inglés sólo saben, y mecánicamente, las palabras del catecismo, tal como se lo enseñó un soldado irlandés, sin comprender en absoluto el significado.


[598]
Por eso he empezado a estudiar la lengua de los Gallas, y me esfuerzo en enseñarles los misterios principales y las verdades centrales más necesarias con la ayuda de un poco de árabe, galla e indostánico. Creo que los dos jóvenes Gallas del Misionero Carmelita estarán en las mismas condiciones.


[599]
He venido a Adén en momentos bastante críticos, a causa del antagonismo y del enfrentamiento que existe entre el Prefecto Apostólico de Adén y el Gobernador. Las cosas han llegado a tal punto que una de dos: o se va el Gobernador, o tiene que marcharse el Jefe de la Misión Católica. Yo aproveché la ausencia temporal del Gobernador para implorar de su sustituto un pasaporte para los cinco jóvenes seleccionados, y expuse en plena asamblea las razones por las que el gobierno inglés está obligado a proteger la libertad de estas personas; pero en el sustituto y en los asesores sólo encontré una pusilánime frialdad. Finalmente, ayer llegó de Bombay el Gobernador, acérrimo enemigo del P. Juvenal, Pref. Aplico. de Adén; y expuesto el asunto bajo un aspecto más civil que religioso, encontré en él tanta amabilidad que se ofreció a extenderme el pasaporte por el número que me pareciera.


[600]
Yo, que al principio sólo le había hablado de dos por no llamar demasiado la atención, hoy le presenté a los cinco, y me expidió los correspondientes pasaportes para Europa; incluso me rogó que le dejara uno de los chicos para sacarle una fotografía, a la que es un gran aficionado, y después, gentilmente, me lo hizo acompañar hasta la Misión.


[601]
Los nombres de los cinco hasta ahora seleccionados son: Francisco Amam, Bautista Ambar, Luis Jéramo. Pedro Bullo y José Eyanza, todos de la tribu de los Gallas, y válidos para las Estaciones del Nilo Blanco, donde yo vi muchísimos de esta vasta tribu, que se extiende entre los 7° y los 13° de lat. N. En cuanto a las negritas, la verdad es que hasta ahora me ha sido imposible conseguir ninguna. He examinado tres, una de las cuales serviría; pero ella no quiere venir, aunque sus patronos portugueses, seducidos por la santidad de la obra, harían el sacrificio de dejármela. Mas, por lo que veo, no es conveniente forzar las cosas demasiado; así que será fácil que de Adén no lleve ninguna chica a Verona.


[602]
Pienso permanecer aquí hasta asegurarme sobre si debo llevar o no conmigo otros dos jóvenes. Estoy esperando los informes del Obispo de Reunión, y cuando antes me vaya de aquí, mejor; no sea que el único Misionero y Pref. Aplico. de Adén se vea obligado a marcharse, y me toque a mí la china de quedarme provisionalmente a cargo de la Misión de Adén hasta que Propaganda mande otro.

Ayer le expuse a Ud. el plan de una expedición a Africa Oriental. Durante mi estancia en Adén procuraré obtener los datos más exactos posibles y haré los necesarios informes al respecto.


[603]
Hasta ahora pienso regresar por la ruta de Egipto, y en tal caso creo que estaré en Verona hacia mediados de marzo. Pero podría ocurrir que se me ofreciese favorable ocasión de tomar un vapor francés que el próximo febrero pasa por Adén, y se dirige a Marsella por el cabo de Buena Esperanza. En tal caso, si pudiera conseguir un contrato más ventajoso que a Trieste por la ruta de Egipto, procuraría no desperdiciarlo, dado que en el recorrido se tocan algunos lugares donde podría obtener información, y ver con mis propios ojos ciertas islas donde habríamos de conseguir los negros. En suma, haciendo escala en Reunión, Madagascar o Mayotte, podría incluso traer de allí algún nativo, y, lo que es más importante, hacer alguna gestión oportuna para nuestra futura expedición, si es que Ud. decide que se lleve a cabo.


[604]
Y aquí termino, porque enseguida sale el vapor de Calcuta para Suez. Esperaba poder describir al dignmo. Rector D. Bricolo la dolorosa historia de la captura de los negros robados por los traficantes abisinios; pero lo haré con el vapor siguiente. Estoy triste porque desde mi marcha de Verona hasta ahora, no he recibido ninguna noticia de Ud. ni del Instituto. Aunque D. Bricolo no me escriba, dígale que yo soy fiel a mis promesas y que lo seré siempre.


[605]
Mis respetos al Sr. Obispo, a D. Pedro Albertini, a Mons. Canossa, a D. César, al tío Paiola, a todos los Sacerdotes y miembros de los Instos. masculino y femenino, así como a los Sres. Bertoldi y a Beppino, así como a los Sres. Festa, al Párroco de Sta. Eufemia, etc., etc., mientras con todo respeto me declaro



Su obedmo. hijo

Daniel



N.B. Me olvidaba de decirle que tanto los cinco jóvenes que he tomado conmigo como los dos que están en Verona son gallas y no abisinios.






59
Don Nicolás Mazza
0
Adén
2. 2.1861

N. 59 (57) - A DON NICOLAS MAZZA

AMV, Cart. «Missione Africana»

Adén, 2 de febrero de 1861

Muy Rvdo. Sr. Superior:


 

[606]
Esta mañana, a las siete, el Señor me ha concedido la gracia de poder bautizar solemnemente a una joven negra adulta de la tribu de los Suakin, situada en la línea equinoccial. Se trata de una esclava comprada por una familia española en la isla de Zanzíbar. Traída a Adén, nadie se ocupaba de ella, a pesar de tener excelentes disposiciones de espíritu y de estar al cuidado de una familia católica. Habiéndome puesto en contacto al respecto con el P. Prefecto de Adén y con el propietario de la chica, yo mismo fui encargado de instruirla. Me entregué a ello con energía, y en diez días el P. Prefecto la encontró apta para el bautismo, que yo mismo por orden de dicho Superior le administré esta mañana, con gran alegría de la neófita.


[607]
Hoy, a las cuatro de la tarde, parto de Adén con siete chicos a bordo de una fragata francesa procedente de China que se dirige a Suez. A pesar del antagonismo que existe entre el Jefe de la Misión Católica de Adén y el Gobernador inglés, yo he sido tratado gentilmente por éste, que me concedió una Carta de Libertad también para los dos últimos chicos. Parece ser que este Prefecto Aplico. se dispone a irse de Adén para refugiarse en Jedda, en Arabia. Para evitar que acaso me tocara a mí quedarme en Adén hasta las calendas griegas, es decir, hasta cuando Roma envíe otros misioneros en sustitución del actual Superior, un tanto injustamente perseguido por el Gobierno inglés, yo he aprovechado la ocasión propicia del paso de una fragata de la Armada francesa para marcharme en ella con los siete chavales. Ya difícilmente hubiera podido tomar otro barco.


[608]
Tengo conmigo siete buenos chicos, que a juicio de este Pref. Apostólico son docílísimos. Cuatro de ellos son más inteligentes de lo común, el quinto tiene buena capacidad, y los otros dos un talento normal. A todos ellos los creo aptos para su proyecto. Yo me he esforzado en elegirlos según su intención. Dios hará el resto. Así pues, a bordo del Duchellas [en la carta siguiente figura como Du Chayla], en el que viaja el Embajador francés en China, yo llegaré el día 10 a Suez. En El Cairo, interpretando su voluntad, pediré al Provicario D. Mateo Kirchner la joven Zenab, que sabe bien el árabe y el denka, de la cual ya le escribí a Ud. la otra vez. Si yerro en tal circunstancia, como en todas las demás, le ruego que me dé un buen repaso a mi regreso, y que sea siempre una norma para el futuro.


[609]
En cuanto al dinero, me he apañado tomando prestadas 60 libras esterlinas, equivalentes a 1.500 francos, más la pérdida sobre los 75 napoleones de oro de 88 francos. En total he tomado prestados 317 táleros y medio, con obligación de devolverlos tan pronto como llegue a Verona. He creído conveniente hacer esto también para que los chicos no quedasen a mis expensas, dada la pobreza de la Misión Católica de Adén.


[610]
En Alejandría me detendré hasta el 20 del corriente para solucionar los problemas que encontraré con el Gobierno turco y con los Consulados europeos hasta que pueda hacer valer la poderosa recomendación de Russel, que obtuve en Roma de lord Hennesy Pope; de manera que, sin duda, al final del presente mes de febrero estaré en Verona. Apresuro mi marcha para empezar a preparar enseguida todo lo necesario para la expedición a Africa Oriental, en el caso de que Ud. apruebe y ordene la realización del proyecto.


[611]
Espero que haya recibido mis cartas, en las cuales yo le exponía el eficacísimo medio para crear dos nutridos Instos. Africanos en Verona. Habiendo expuesto mi idea (bueno, la parte de ella que juzgué oportuna para tantear y sondear sus intenciones) a S. E. el Vizconde Henriot de Langle, Almirante de la flota francesa de Reunión y del Africa Oriental, éste no sólo la aprobó, sino que me ofreció su protección y ayuda en el caso de que se realizase. De Adén a Suez viajo con el Embajador francés procedente de China.


[612]
En razón de las circunstancias, y según el grado de confianza que me otorgue y las intenciones que yo descubra en él, podré indagar sobre el permiso que deberemos obtener del Ministro de Asuntos Exteriores de Francia para hacer engagés en las islas de Africa Oriental pertenecientes a ese gran Imperio. Bien entendido que, no conociendo yo hasta ahora la voluntad de Ud., no puedo ir más adelante de lo necesario para obtener más aclaraciones. Usted haga buen acopio de dinero para esta obra susceptible de producir gran gloria a Dios, y de lo demás se ocupará la Providencia.

En la esperanza de volver a verle dentro de un mes, le ruego salude de mi parte a D. Bricolo, a todos los Sacerdotes, y a Cayetano, boticario en S. Sebastiano. Mientras, pidiéndole su santa bendición, me suscribo con todo afecto y veneración



Su indignmo. hijo

Daniel






60
Don Nicolás Mazza
0
El Cairo
18. 2.1861

N. 60 (58) - A DON NICOLAS MAZZA

AMV, Cart. «Missione Africana»

El Cairo, 18 de febrero de 1861

Revmo. Sr. Superior:


 

[613]
A causa de una fuerte borrasca que soportó nuestro barco, el Du Chayla, por espacio de nueve días seguidos, los que empleamos en el viaje de Adén a Suez, no llegué a tiempo de arreglar todos mis asuntos en Egipto y partir con el actual vapor austríaco para Trieste; por eso, aconsejado también por el Sr. Provicario, D. Mateo, esperaré el siguiente barco del Lloyd. Estos quince días de espera me son necesarios para resolver todas las dificultades que se me presentarán en Alejandría. Por lo visto, según el Provicario, va a ser difícil que yo pueda embarcar a los negros en Alejandría; y esto, por la sencilla razón, entre otras cosas, de que la agencia del Lloyd ha recibido orden del Ministerio vienés de no admitir a bordo ningún negro. Lo mismo ocurre con los vapores ingleses y franceses. De aquí la gran utilidad de mi recomendación ante el Cónsul General inglés en Alejandría.


[614]
A los jóvenes los hice ser declarados súbditos británicos; así que el Consulado inglés tiene que proteger la libertad de sus súbditos. Pero no pienso enseñar la carta de ciudadanía británica en la Representación inglesa, salvo en caso de graves obstáculos, prefiriendo seguir primero la vía ordinaria. De todos modos, necesito una especial asistencia divina. Mañana, con el Sr. Provicario, iré de nuevo a ver al Cónsul General de Alejandría, que está en El Cairo, para obtener recomendación para el Lloyd austríaco. Esta compañía, me dice D. Blas Verri, compañero del P. Olivieri, no hará ninguna rebaja a los negros, suponiendo que el Cónsul austríaco disponga su embarque; por lo cual habré de gastar mucho.


[615]
Tengo conmigo siete negros traídos de Adén, más a Zenab, la chica Denka que ayudó a D. Beltrame a componer el diccionario, catecismo y gramática de la lengua de los Denka. A mi primera petición, el Provicario contestó con un «no» rotundo; pero habiendo vuelto a la carga cuando lo vi más sereno, y después de explicarle el bien que se derivaría para nuestro Insto. de la introducción, por medio de ella, de la verdadera pronunciación denka, se decidió a favorecerme. Grave obstáculo encontré en la Superiora de las Monjas de El Cairo, que se había encariñado con ella. Pero, finalmente, ahora está a mi disposición. Así que vayan preparándose nuestras maestras para el estudio del denka.


[616]
Para llevar estos ocho jóvenes a Verona, suponiendo que no me hagan ninguna rebaja, necesito 500 táleros, y apenas tengo 300, que me hice prestar en Adén. En caso de que usted, Sr. Superior, no me hubiese enviado hasta ahora ningún dinero, le rogaría, si recibe esta carta antes del 25 del presente mes, que mande al Caballero Napoli de Trieste 50 napoleones de oro, pidiéndole, si aún hay tiempo, que me los envíe inmediatamente a Alejandría con el vapor del 27 cte. En el supuesto de que esta carta llegue después del 25 corriente, mande los 50 nap. al Cab. Napoli antes del 5 de marzo, rogándole que me los entregue a mi llegada a Trieste. Pero si Ud. hubiese enviado ya dinero a Alejandría, entonces esté tranquilo, y espéreme en Verona antes de mediados del próximo marzo. En todo caso, existe la Providencia, y me las arreglaré.


[617]
El Cónsul General austríaco de Alejandría, que ha vuelto de Asuán, me dijo esta mañana que D. Beltrame y D. Dalbosco están bien, y me entregó un paquete de cartas dirigidas a Ud. para que las lleve a Verona. Pero, dado que hoy he decidido con el Provicario esperar el barco siguiente, mañana devolveré el paquete al Cónsul, para que él mismo lo envíe a la Lugartenencia de Venecia, y así estará más seguro de que pronto llegará a sus manos.

Hasta ahora, me dan muchos motivos de satisfacción los jóvenes que he elegido. Espero que Dios mismo me haya guiado en ello.


[618]
Salude de mi parte a D. Bricolo y a todos los Sacerdotes y Colegios; mientras implorando su bendición, en los Sdos. Corazones de J. y de M. me declaro con todo respeto



Su afmo. e indignmo. hijo

Daniel




[619]
Reciba saludos de D. Mateo Kirchner, que saldrá en breve para Asuán.

N.B. El Cónsul General austríaco de Alejandría, S.E. Schreiner, ha obtenido de S. Alteza el Virrey de Egipto permiso para construir un ferrocarril entre Suakin y Berber para unir el mar Rojo con el Nilo y el N. Blanco, lo cual contribuirá mucho a la civilización y conversión de Africa. Dios lo quiera.